Estamos entrando en un período de sequía que puede durar más
de 15 años
"Tal vez sea necesario que la población se asuste para
que tome conciencia", dice Minetti.
Conversar con un meteorólogo no parece ser la mejor idea por
estos días. Pero mucho menos lo es hacerlo con dos o tres a la vez. El panorama
del clima es negro por donde se lo mire: una ardiente combinación de sequía con
temperaturas que han enloquecido por encima de los valores normales, pegado a
una sociedad que no está preparada para afrontar la falta sostenida de agua,
llevan a pensar que el apocalipsis está a la vuelta de la esquina. "Y sí,
tal vez sea necesario que la población se asuste, para ver si así toma
conciencia de la importancia de cuidar el recurso hídrico", apunta Juan
Minetti, director del Laboratorio Climatológico Sudamericano.
Acompañado por dos miembros de su equipo -el ingeniero Mauricio Costa, profesor de Climatología de la Facultad de Agronomía de la UNT y el doctor en Geografía Germán Poblete, docente de la Universidad Nacional de San Juan-, más una pila interminable de fichas, tablas y cuadros, Minetti realizó para LA GACETA un diagnóstico de la siuación climática en nuestra región, demostrando que, en realidad, se trata de un fenómeno global. El famoso calentamiento global no es un capítulo en los manuales de ecología, sino un tema que hace sonar sirenas por todos lados. La discusión acerca de si es o no culpa de la mano del hombre, a esta altura, puede pasar a un nivel de menor importancia. Lo que interesa ahora, sostienen los especialistas, es estudiar las posibilidades que tenemos para hacerle frente.
"Estamos advirtiendo, y es altamente probable, que se está dando lo que llamamos salto climático: es el paso violento de una condición climática a otra de manera muy brusca. En los momentos previos a este salto, el clima se vuelve loco y muestra una variablidad muy elevada de un año a otro, y es lo que estamos observando", explica Minetti, doctor en Meteorología.
En pocas palabras, según los análisis climáticos, estamos saltando de un período húmedo a otro seco, que podría extenderse durante 10 a 15 años, o más. "Los registros climáticos de los que disponemos datan de 1890. Entre ese año y 1916 las temperaturas máximas asendieron y llegó un paquete de sequías importantes. Es lo que llamamos la gran sequía continental de la Argentina. En la década del 50 se produjo un cambio violento, cayó la temperatura máxima porque aumentaron fuertemente la nubosidad y la lluvia y ahí llegaron los 30 o 40 años que nosotros tuvimos de bonanza de lluvias. Esta situación favorable, da la impresión, está cortándose de forma violenta, pasando bruscamente de una condición climática a otra", advierte el experto.
En Argentina, este período húmedo llegó a su punto máximo en abril de 2003, coincidentemente con las grandes inundaciones de Santa Fe. A partir de allí las condiciones cambiaron.
Según los estudios del laboratorio, entre 2011 y 2012 aparece la primera señal que indica que estaríamos volviendo a las condiciones de salto climático que se produjeron en 1950. "Decimos estaríamos porque lo vamos a saber con precisión en un par de años, cuando lo podamos comprobar a la distancia, pero estamos casi seguros de que así es", oscurece el panorama.
¿Cuánto podría durar este nuevo período seco? Según Minetti, en ejemplos históricos estos lapsos duraron entre 10 y 15 años. Pero eso, lamentablemente, no se puede pronosticar. Podría ser mucho mayor o mucho menor. Ni claro ni oscuro. Acá el panorama es incierto. El error -afirman- es pensar que esto se soluciona de un año a otro, que el año que viene será mejor. Se trata de procesos largos que ameritan reacciones inmediatas.
Lo que sí se puede diagnosticar, dicen los expertos, es que no estamos preparados para afrontar un ambiente tan hostil. "Es hostil principalmente porque es desconocido", dice Minetti. "Un problema de sequía tiene un impacto en lo económico, consecuentemente en lo social y también en el ambiente. Cuando intervienen esos tres factores, la sociedad trata de responder y estabilizarse", indica Costa. Una sequía profunda es el comienzo de una cadena que puede desembocar en un caos social: cosechas perdidas, menores ingresos para la parte privada y para el fisco, y crecimiento del gasto público cuando el bolsillo es más pequeño. Por eso, dice Minetti, el clima puede ser el talón de Aquiles de este sistema social y económico.
Mal de muchos...
Según el Laboratorio Climatológico Sudamericano, las condiciones a las que hacen referencia no son exclusivas de nuestro país ni de nuestra región. El fenómeno de incremento de las temperaturas y disminución de las lluvias es global. "En términos geográficos, el NOA es un oasis húmedo rodeado de desiertos: el de Atacama, en Chile y la zona semiárida de Santiago del Estero. Lo que vemos a nivel global es que estamos en un proceso de desertificación en toda la banda subtropical del hemisferio sur. En otras palabras, los desiertos están creciendo, lo que claramente tendrá consecuencias sobre nuestra región, que es un sistema húmedo presionado fuertemente por los desiertos del este y el oeste", describe Minetti. Y opina, contundente: "frente a este fenómeno, lo que menos necesitamos es que la clase dirigente se agarre a las patadas. Lo que necesitamos es una reacción urgente para sobrellevar esta realidad".
Acompañado por dos miembros de su equipo -el ingeniero Mauricio Costa, profesor de Climatología de la Facultad de Agronomía de la UNT y el doctor en Geografía Germán Poblete, docente de la Universidad Nacional de San Juan-, más una pila interminable de fichas, tablas y cuadros, Minetti realizó para LA GACETA un diagnóstico de la siuación climática en nuestra región, demostrando que, en realidad, se trata de un fenómeno global. El famoso calentamiento global no es un capítulo en los manuales de ecología, sino un tema que hace sonar sirenas por todos lados. La discusión acerca de si es o no culpa de la mano del hombre, a esta altura, puede pasar a un nivel de menor importancia. Lo que interesa ahora, sostienen los especialistas, es estudiar las posibilidades que tenemos para hacerle frente.
"Estamos advirtiendo, y es altamente probable, que se está dando lo que llamamos salto climático: es el paso violento de una condición climática a otra de manera muy brusca. En los momentos previos a este salto, el clima se vuelve loco y muestra una variablidad muy elevada de un año a otro, y es lo que estamos observando", explica Minetti, doctor en Meteorología.
En pocas palabras, según los análisis climáticos, estamos saltando de un período húmedo a otro seco, que podría extenderse durante 10 a 15 años, o más. "Los registros climáticos de los que disponemos datan de 1890. Entre ese año y 1916 las temperaturas máximas asendieron y llegó un paquete de sequías importantes. Es lo que llamamos la gran sequía continental de la Argentina. En la década del 50 se produjo un cambio violento, cayó la temperatura máxima porque aumentaron fuertemente la nubosidad y la lluvia y ahí llegaron los 30 o 40 años que nosotros tuvimos de bonanza de lluvias. Esta situación favorable, da la impresión, está cortándose de forma violenta, pasando bruscamente de una condición climática a otra", advierte el experto.
En Argentina, este período húmedo llegó a su punto máximo en abril de 2003, coincidentemente con las grandes inundaciones de Santa Fe. A partir de allí las condiciones cambiaron.
Según los estudios del laboratorio, entre 2011 y 2012 aparece la primera señal que indica que estaríamos volviendo a las condiciones de salto climático que se produjeron en 1950. "Decimos estaríamos porque lo vamos a saber con precisión en un par de años, cuando lo podamos comprobar a la distancia, pero estamos casi seguros de que así es", oscurece el panorama.
¿Cuánto podría durar este nuevo período seco? Según Minetti, en ejemplos históricos estos lapsos duraron entre 10 y 15 años. Pero eso, lamentablemente, no se puede pronosticar. Podría ser mucho mayor o mucho menor. Ni claro ni oscuro. Acá el panorama es incierto. El error -afirman- es pensar que esto se soluciona de un año a otro, que el año que viene será mejor. Se trata de procesos largos que ameritan reacciones inmediatas.
Lo que sí se puede diagnosticar, dicen los expertos, es que no estamos preparados para afrontar un ambiente tan hostil. "Es hostil principalmente porque es desconocido", dice Minetti. "Un problema de sequía tiene un impacto en lo económico, consecuentemente en lo social y también en el ambiente. Cuando intervienen esos tres factores, la sociedad trata de responder y estabilizarse", indica Costa. Una sequía profunda es el comienzo de una cadena que puede desembocar en un caos social: cosechas perdidas, menores ingresos para la parte privada y para el fisco, y crecimiento del gasto público cuando el bolsillo es más pequeño. Por eso, dice Minetti, el clima puede ser el talón de Aquiles de este sistema social y económico.
Mal de muchos...
Según el Laboratorio Climatológico Sudamericano, las condiciones a las que hacen referencia no son exclusivas de nuestro país ni de nuestra región. El fenómeno de incremento de las temperaturas y disminución de las lluvias es global. "En términos geográficos, el NOA es un oasis húmedo rodeado de desiertos: el de Atacama, en Chile y la zona semiárida de Santiago del Estero. Lo que vemos a nivel global es que estamos en un proceso de desertificación en toda la banda subtropical del hemisferio sur. En otras palabras, los desiertos están creciendo, lo que claramente tendrá consecuencias sobre nuestra región, que es un sistema húmedo presionado fuertemente por los desiertos del este y el oeste", describe Minetti. Y opina, contundente: "frente a este fenómeno, lo que menos necesitamos es que la clase dirigente se agarre a las patadas. Lo que necesitamos es una reacción urgente para sobrellevar esta realidad".
ENVIADO EN RED FOROBA POR SUSANA
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