Brasil: menos circo, más educación
El mundo entero sigue de cerca los incidentes producidos en
el Brasil, de ese gigante sudamericano que ocupa una buena parte del planeta.
Un país que se ha vendido solo, por sus riquezas, su naturaleza privilegiada,
sus playas, sus mujeres, su música, su fútbol, está hoy conmocionado por la
protesta generalizada de su gente que sin inspiración ideológica, ni dirigentes
políticos, se ha lanzado a las calles, en casi todas sus ciudades, simplemente
para reclamar, pero reclamar con voces airadas contra la forma que se ha
gobernado, hasta ahora, ese imperio.
Brasil que es la séptima potencia económica mundial y que
aspira a ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas
para que junto a Estados Unidos, Inglaterra, Rusia, China y Francia, gobernar
el mundo y ser garante de su paz y seguridad resulta que se despierta y dice
que todo está mal. El gobierno de doña Dilma que hacía poco tiempo superó en
encuestas a su mentor, el líder obrero y expresidente Lula, pide disculpas,
quiere arreglarlo todo y a estas alturas, ofrece combatir la inflación, acabar
con la corrupción y dar más salud, mejor educación y preocuparse de dotar a la
población de un transporte digno y más barato.
Los ofrecimientos. Como los discursos de Dilma se han vuelto
pocos creíbles o no impactan, ha tenido que concretar sus ofrecimientos dando
atención preferente a los siguientes aspectos:
• Imprimir una mayor responsabilidad fiscal para controlar
la inflación.
• Impulsar una reforma política profunda que amplíe la
participación popular y mejore los mecanismos de combate de la corrupción. La
propuesta implica realizar un plebiscito para convocar a una Asamblea
Constituyente.
• Acelerar las inversiones en salud, importar médicos
extranjeros como medida de emergencia para mejorar y expandir la atención
médica primaria.
• Dar un salto de calidad en el transporte, con mayores
inversiones en subtes y corredores exclusivos para colectivos.
• Destinar a la educación el 100% de los recursos obtenidos
de la explotación petrolera.
Un pueblo incrédulo. Pero, ¡oh sorpresa! no se quiere
Constituyente, no se acepta perder el tiempo, los cambios deben hacerse de
inmediato. Cómo habrá estado retenida la gente que espontáneamente se une a las
manifestaciones para protestar, una veces en forma pacífica, otras con
violencia y saqueos. Además, cómo se encontrará el ambiente para que un país
futbolizado reaccione así y critique los 15.000,oo millones que les cuesta la
posibilidad de obtener una corona más en el próximo campeonato de fútbol, sin
contar lo que va a significar, al año siguiente la preparación de las próximas
olimpiadas mundiales.
Todo esto lo considero que se trata de una lección para
muchos gobiernos, ya que, con el ejemplo de Brasil, país que se caracterizó
siempre por la forma pacífica con que, desde que fue imperio, se manejó con una
asombrosa tranquilidad y con la resignación de vivir sin envidias, mirando cómo
se enriquecían empresarios y funcionarios públicos, mientras ellos se divertían
con una pelota y quemaban las horas del día en las playas, hasta llegada la
noche e improvisar con una caja de madera, obtenida de los desperdicios, para
armar su fiesta con un trago de casacha y esperar que venga pronto el carnaval,
sin aparentemente preocuparse de cómo eran gobernados.
Se acabó el circo y surge una población que reclama mucho
más que la diversión. Quiere alimentación y salud para sus hijos, escuelas y
mejores condiciones de vida. No es cuestión de ideologías, les da lo mismo ser
de izquierda o derecha. Es un nuevo tipo de revolución espontánea que pide lo
posible: un mejor reparto de las riquezas que genera su patria y que no han
sido distribuidas equitativamente.
Tomado del expreso de Ecuador
Nota: los años del socialismo en Brasil han concientizado al
pueblo, de tal manera que el pan y circo que mantuvieron las dictaduras cívico militares
por años , dieron lugar a un pedido de cambio importante, con el fútbol no
alcanza, hay ahora, que conocen , otras prioridades, el Gobierno sabe leer y busca cambios, no es necio
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