LA CURIOSA RELACIÓN ENTRE EL CAMBIO CLIMÁTICO Y EL VINO
Importantes científicos y entes especializados profundizaron
las investigaciones en cuanto a las implicancias que traerá aparejadas para la
vitivinicultura la indetenible modificación del clima.
Por: Diego Di Giacomo
Las previsiones sostienen que para el año 2050, varias de
las zonas más importantes de la viticultura de la actualidad, muy probablemente
se vean afectadas o perdidas, a causa del incremento en las temperaturas y la
merma en las precipitaciones. Del mismo modo, se prevé la aparición de terruños
en los cuales hasta hace unos pocos años hubiese sido impensado plantar vides,
a raíz de sus bajas marcas térmicas.
Respaldando todos los estudios analizados figuran el Consejo
Superior de Investigaciones Científicas de España, la Pontificia Universidad
Católica de Chile, la Comisión de Viticultura de la Organización Internacional
de la Viña y el Vino, la Universidad Politécnica de Madrid, la Academia
Nacional de Ciencias de Estados Unidos, la Universidad de Salamanca, el
Instituto Nacional de Vitivinicultura, y las Naciones Unidas, entre otras
entidades de menor envergadura.
Fundamentalmente, los factores que perjudicarían a la
mayoría de los viñedos que existen hoy en día es una elevación en las
temperaturas medias prevista en promedio en 2 grados centígrados, una fuerte
disminución en las precipitaciones y una incorrecta distribución de las mismas,
concentrándolas en determinados periodos, lo que traerá aparejado inundaciones
en una época y sequía en otra. Ahora bien, analicemos esto más en detalle.
En concreto, se esperan inviernos menos fríos y veranos más
cálidos, eventos extremos (granizo, sequías, olas de calor), mayor periodo
libre de heladas, menor diferencia entre las temperaturas diurnas y nocturnas,
aumento de la insolación, y reducción de las precipitaciones en promedio un 15
%. Pero, ¿qué efectos traerán estos episodios sobre el terruño? Evaporación del
agua del suelo y de los reservorios, aumento de la erosión de los suelos,
inundaciones en zonas bajas, y carencia de agua para riego.
¿Qué efectos traerán estos episodios sobre la vid y las
uvas? Mayor incidencia de enfermedades en la planta, diferencia marcada entre
la fecha de maduración industrial y la polifenólica, alto contenido de azúcar,
bajo contenido de acidez, disminución de la calidad por falta de amplitud
térmica, problemas en el cuaje y polinización, evapotranspiración excesiva,
fotosíntesis dificultosa, alto estrés hídrico, menor cantidad de precursores
aromáticos, adelanto de la fecha de cosecha y disminución en la cantidad de
bayas.
¿Y qué efectos traerán estos episodios sobre los vinos
resultantes? Mayor graduación alcohólica, menor nivel de acidez y mayor pH,
cambio de color, aromas débiles, menor potencial de guarda, taninos
desestructurados, azúcares reductores elevados, e incorporación exógena de
determinados tipos de componentes que no llegaron desde el terruño. En
definitiva, una disminución de la calidad con respecto a la actualidad. Eso,
siempre y cuando no se tomen las medidas adecuadas, ya que no todas son malas
noticias.
Los autores de los estudios llegan a las siguientes
conclusiones y recomiendan a los viticultores y bodegueros: Optimizar el
recurso hídrico haciendo prevalecer el riego por goteo, identificar las cepas
con mayor resistencia y poder de adaptación a los cambios de su terruño,
utilización de mayas antigranizo, disminución del raleo de hojas alrededor de
los racimos, utilizar beneficiosamente los accidentes geográficos que protejan
los cultivos, plantación de nuevas variedades de uvas mas versátiles,
experimentación con levaduras seleccionadas de altos rendimientos, y sobre todo
mucha investigación. En definitiva, tener la mente abierta al cambio y
adaptarse al nuevo escenario.
En consonancia con todo lo anterior, están comenzando a
resultar exitosas las plantaciones de viñedos en zonas que eran consideradas no
aptas, así como del mismo modo se empieza a planear la conquista vitivinícola
de regiones inhóspitas. Estamos hablando de Bélgica, Polonia, Dinamarca, la
Unión Soviética, el norte de Estados Unidos, Noruega, Alemania, entre otros. Un
caso particular es el de Inglaterra, que gracias al aumento de sus temperaturas
registrado en los últimos 40 años, posee terruños que están otorgando vinos
sorprendentes y de alta categoría, ya que se transformó en un lugar apto para
el cultivo de la vid.
Paulatinamente, los países del hemisferio sur llevaran sus
nuevos cultivos más hacia el sur, y los del hemisferio norte más hacia el
norte, buscando en ambos casos climas más frescos. Del mismo modo, la
implantación en montañas y terrenos elevados favorecerá claramente en la lucha
contra los efectos del cambio climático, ayudando a mantener los viñedos a una
temperatura correcta, conservando las amplitudes térmicas y la sanidad de las
plantas. ¿Qué sucederá con las Denominaciones de Origen Controlado? Sólo el
tiempo lo dirá. Tal vez persistan, tal vez se transformen, tal vez
desaparezcan.
El cambio climático es eso, un cambio, al cual la
viticultura deberá adaptarse, así como el resto de los cultivos. Para algunas
zonas será desfavorable, y para otras será muy positivo. Claramente, la
Patagonia tiene mucho para aprovechar en ese sentido, considerando lo amplio de
su territorio y la gran cantidad de posibilidades que ofrecen los distintos
micro-climas que posee dentro de su gigante región. Muy probablemente sea vista
en un futuro como una de las principales zonas vitivinícolas del mundo.
Fuente: www.expovinosbariloche.com tomado de envío de pregón
agropecuario de ar
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