Empoderamiento de la
mujer en el trabajo contribuye a poner fin a la pobreza, según el Banco Mundial
En un nuevo informe del Grupo del Banco Mundial se destaca
la necesidad de adoptar medidas audaces y coordinadas que fomenten la igualdad
de oportunidades para la mujer en el entorno laboral, entre ellas abordar desde
un principio los prejuicios de género, ampliar el acceso de la mujer a la
propiedad y las finanzas, y elevar la edad jubilatoria, lo que traerá
beneficios considerables en la lucha contra la pobreza.
Si se reducen las disparidades de género en el entorno
laboral se pueden generar importantes beneficios en materia de desarrollo.
Foto: ARCHIVO.
Según la publicación Gender at Work (Cuestiones de género en
el trabajo), prácticamente todas las mediciones a nivel mundial indican que las
mujeres se ven más afectadas por la exclusión económica que los hombres. Las
tendencias sugieren que en los últimos 20 años la participación de la mujer en
la fuerza de trabajo se ha estancado y se ha reducido del 57% al 55% a nivel
mundial. Esto es así a pesar de la creciente evidencia de que el empleo
beneficia a las mujeres, las familias, las empresas y las comunidades.
“Sabemos que si se reducen las disparidades de género en el
entorno laboral se pueden generar importantes beneficios en materia de
desarrollo: se puede mejorar la salud y la educación de los niños, contribuir a
la reducción de la pobreza y fomentar la productividad”, señaló Jim Yong Kim,
presidente del Grupo del Banco Mundial. “Se trata de una cuestión urgente. No
actuar equivale a perder una gran oportunidad. Hasta el momento, se ha avanzado
muy poco y con demasiada lentitud”.
“Hoy en día, muchas más niñas asisten a la escuela y tienen
una vida más larga y saludable que hace 30 o incluso 10 años. Pero esto no se
ha traducido en mayores beneficios”, afirmó Kim. “Aún hay demasiadas mujeres
que carecen de libertades y oportunidades, y enfrentan enormes desigualdades en
el mundo laboral”.
Medidas progresivas,
generales y coordinadas
De acuerdo con el informe, dado que, desde temprano y a lo
largo de toda su vida, las mujeres deben enfrentar diversas limitaciones en el
ámbito laboral, para reducir la disparidades de género es necesario tomar
medidas progresivas, generales y coordinadas. En el documento, que complementa
el Informe sobre el desarrollo mundial 2013, dedicado al empleo, se señala que
las opciones deberían ser, entre otras, incorporar la igualdad de género en las
estrategias de empleo y crecimiento, reformar los sistemas jurídicos, y
comprometer la participación del sector privado en la búsqueda de soluciones
innovadoras destinadas a promover la igualdad de género.
Asimismo, se afirma que las normas sociales pueden exacerbar
las privaciones y limitaciones que enfrentan las mujeres. Casi cuatro de cada 10
personas a nivel mundial —casi la mitad en los países en desarrollo— están de
acuerdo en que, cuando los empleos escasean, los hombres tienen más derecho al
trabajo que las mujeres. Las limitaciones más comunes que enfrentan las mujeres
más desfavorecidas incluyen la falta de movilidad, tiempo y aptitudes, la
exposición a la violencia, y la ausencia de derechos básicos.
“Las mujeres pobres en particular son propensas a sufrir
múltiples limitaciones en varios niveles”, señaló el director de Género y Desarrollo
del Grupo del Banco Mundial, Jeni Klugman, coautor del informe con Matthew
Morton. “La creación de condiciones equitativas para ese grupo y el
aprovechamiento de su potencial económico podrían ser decisivos para combatir
la pobreza extrema”.
Fuerza femenina
En América Latina y el Caribe, la participación de la mujer
en la fuerza de trabajo ha aumentado un 35% desde 1990. En el análisis
realizado por el Grupo del Banco Mundial se concluyó que en 2010 los niveles de
pobreza extrema y de desigualdad de ingreso promedio habrían sido un 30% y un
28% más elevados, respectivamente, si no hubiera sido por el aumento de los
ingresos de las mujeres generado por el incremento de los ingresos laborales,
el acceso a beneficios jubilatorios y la participación en la fuerza de trabajo
entre 2000 y 2010.
Según el informe, los estudios de diagnóstico en los países
son esenciales para ayudar a los Gobiernos a determinar cuáles son las mejores
políticas y resulta imprescindible contar con una mayor participación del
sector privado, que es, con mucho, la principal fuente de empleo. El sector
privado puede marcar el rumbo creando un entorno de trabajo y políticas que
tengan en cuenta las condiciones familiares, incentivando a las mujeres a
familiarizarse con puestos y sectores no tradicionales, y revisando las
políticas y los sistemas de recursos humanos destinados a abordar la
discriminación y el acoso. Asimismo, es necesario realizar más inversiones para
subsanar las deficiencias principales en materia de datos y conocimientos.
Para promover la igualdad de género en el trabajo, en el
informe se recomienda a los Gobiernos la adopción de medidas específicas que
abarquen el ciclo de vida de la mujer y se señala que las intervenciones
destinadas únicamente a las mujeres en edad reproductiva comienzan demasiado
tarde y terminan demasiado pronto. Los sesgos pueden comenzar en las primeras
etapas de la vida, en ocasiones de manera sutil, lo que hace que en última
instancia resulte difícil y costoso resolver el problema de la desigualdad.
Recomendaciones a los gobiernos
En Gender at Work se recomiendan diversas políticas que los
Gobiernos pueden aplicar a lo largo de la vida de una mujer:
* Durante la infancia y la juventud, se pueden aplicar
políticas orientadas a combatir la desigualdad a través de la educación y la
capacitación, por ejemplo brindando incentivos para que las niñas asistan a la
escuela.
* En el caso de las mujeres en edad reproductiva, las
medidas a tener en cuenta incluyen eliminar las restricciones al trabajo y el
empleo, permitir y alentar la propiedad y la titularidad conjunta de tierras, y
aplicar leyes equitativas en materia de sucesiones. Otras estrategias incluyen
políticas de flexibilidad y licencias adaptadas a las condiciones familiares,
programas de atención infantil accesible y desarrollo en la primera infancia, y
el desarrollo de infraestructura para aligerar las tareas que realiza la mujer
cuando se dedica al cuidado del hogar y de la familia. Es imprescindible contar
con acceso equitativo a los activos y a los servicios financieros. Abordar las
limitaciones fuera del sector formal reviste particular importancia en los
países de ingreso bajo, dado que la mayoría de las personas —sobre todo las
mujeres— no percibe sueldos ni salarios por su trabajo.
* En el caso de las mujeres de mayor edad, los Gobiernos
pueden apoyar la elaboración de normas laborales equitativas para la vejez,
combinadas con programas de protección social adecuados. La edad jubilatoria
debería ser la misma para los hombres y las mujeres. Por otra parte, mediante
programas específicos se puede mejorar la capacidad de las mujeres de mayor
edad que puedan y quieran trabajar, y a través de las políticas previsionales
se puede brindar protección sin desalentar el trabajo de la mujer.
En el informe se advierte que el envejecimiento de la
población en el mundo en desarrollo revestirá cada vez más importancia para los
Gobiernos. Se espera que de aquí a 2050 la tasa de dependencia de las personas
mayores en los países en desarrollo aumente un 144% y que en ese mismo período
la tasa de dependencia de los niños disminuya un 20%, lo que alterará la
naturaleza de la carga de los cuidados en las familias y las sociedades.
“Hoy en día, se aprovecha apenas la mitad del potencial
productivo de las mujeres a nivel mundial. Esto es un desperdicio, dado que la
igualdad de género en el entorno laboral es sumamente beneficiosa tanto en el
ámbito del desarrollo como de la actividad empresarial. El compromiso debe
comenzar con la tarea de fomentar las capacidades y aspiraciones de los niños y
las niñas en igual medida desde los primeros años, de manera de generar un
efecto lo suficientemente duradero para que ellos y las futuras generaciones
vivan en un mundo más equitativo y próspero”, manifestó Klugman.
La Organización Internacional del Trabajo estima que se
desaprovecha casi la mitad del potencial de las mujeres en edad reproductiva,
en comparación con el 22% en el caso de los hombres. La reducción de estas
disparidades podría reportar enormes beneficios para el desarrollo. En un
estudio realizado por Goldman Sachs se concluye que si se redujeran las
disparidades de género en el trabajo se podría incrementar en hasta un 14%,
para 2020, el ingreso per cápita en los mercados emergentes. TOMADO DE NACION DE
PARAGUAY
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