El interior al límite: las economías regionales luchan por
subsistir
La baja de los precios internacionales de sus productos,
junto con la alta inflación, la presión tributaria y el atraso cambiario, hirió
de muerte a producciones tradicionales del país Por Carlos Manzoni | LA NACION En suelo patagónico yacen 250
millones de kilos de peras y manzanas que los productores dejaron pudrir; la industria
frigorífica perdió 138 empresas y 21.000 trabajadores, y 1,5 millones de litros
de leche terminaron arrojados a los campos por tamberos cansados de una
rentabilidad casi nula. La desazón del Alto Valle de Río Negro, la llanura
pampeana y la cuenca lechera de Santa Fe, respectivamente, es sólo un reflejo
de lo que les sucede a todas las economías regionales de la Argentina. Otras
actividades, que deberían conformar un engranaje capaz de abastecer de divisas
al país y sembrar desarrollo a su alrededor, también están actualmente en un
momento límite, asfixiadas por costos internos engordados por la inflación, por
una presión tributaria cada vez más alta y por precios internacionales que se
derrumban. Basta con mencionar a la ganadería ovina, que está en los niveles
más bajos de su historia: hace 40 años el stock promedio era de 45 millones de
cabezas, mientras que en 2014 sólo alcanzó los 14,5 millones. Éstos y otros
datos, que surgen de "La agenda del campo", un trabajo elaborado por
la Sociedad Rural Argentina (SRA), y que son refrendados por el testimonio de
productores de cada región, reflejan la lenta muerte de economías que en 2000
hicieron un esfuerzo por aggiornarse y encontrar su lugar en el mercado
mundial. Tal fue el caso de la vitivinicultura, que tuvo una explosión de
inversiones y de nuevas bodegas, y que llegó a exportar por un valor de US$
1300 millones en 2012. Su realidad actual muestra que en 2014 sólo vendió al
exterior por US$ 400 y se quedó con un sobrestock de vino de 300 millones de
litros, que no puede conservarse mucho tiempo más. Ezequiel De Freijo, analista
del Instituto de Estudios Económicos y Negociaciones Internacionales, de la
SRA, dice que es una pena haber llegado a esta situación después del esfuerzo
que hicieron estos sectores en la década anterior. "Todos introdujeron
cambios en los primeros años de 2000, en el vino, en los limones, en el Alto
Valle transformaron los montes hacia frutas más demandadas, en el NEA se
buscaron variedades de cítricos más requeridas, en azúcar se mejoraron mucho
los rendimientos con desarrollos en la estación Obispo Colombres; en los
laneros hubo un cambio importante hacia el Corriedale, que es doble propósito,
y hacia el Merino, de lana más fina", explica. Más allá de la inflación, la
carga tributaria y la caída de las commodities, que atraviesa a todas por
igual, muchas de ellas tienen problemas propios de la actividad, que agravan
aún más el panorama. Carlos Iannizzotto, productor vitivinícola y
vicepresidente de Coninagro, destaca que las ventas en el mercado local cayeron
4 y 15%, en el mercado local e internacional, respectivamente. "Hay una
concentración en la demanda [de uva y vino] muy grande y una oferta muy
atomizada [productores pequeños que no pueden poner condiciones en el precio de
su producto]. Un precio es el del vino en la góndola y otro el que recibe el
productor. A su vez, en el mercado de vino internacional también hay mucho
producto", describe. A todo esto hay que sumarle que también hay un
sobrestock de mosto, que es fijado por las provincias de San Juan y Mendoza, a
partir de un porcentaje anual que sirve para regular la actividad. Esto
funcionó como un precio mínimo de mercado, que impulsó la oferta de uvas de
calidad media, y el esquema cerraba con el aporte del Fondo Fiduciario de
Mendoza para sostener el precio a los productores. Todo estuvo bien hasta que
el precio internacional del mosto empezó a caer, debido a un aumento por parte
de China de la producción de jugo de manzana (un sustituto). Según Iannizzotto, el sector tiene problemas
con el mosto (que ya intenta colocar
como endulzante a nivel local, pero que
encuentra la oposición de los proveedores tradicionales), con los vinos comunes
y con los productos premium. Todo eso confluye en una menor colocación de
botellas en el exterior, una sobrecarga del mercado interno, una caída del
precio en góndola debido a la sobreoferta y un pago bajo al productor. Un dato
habla por sí solo: mientras que en 2011 se cosecharon 23 millones de quintales
promedio con 1300 establecimientos; el año pasado se levantó el mismo volumen
con 680 establecimientos. No está mejor el sector frutícola. Las palabras de
Guillermo Barzi, un productor integrado que produce 10 millones de kilos de
peras y manzanas en el Alto Valle de Río Negro, transmiten desesperación.
"Hay una tormenta perfecta: precios internacionales en baja, costos
internos crecientes en dólares, devaluación de las monedas donde exportamos y un
peso apreciado en la Argentina -se lamenta el hombre-. No nos cierran los
números; somos eficientes, estamos yendo a más de 25 países en el mundo, pero
terminamos en rojo." Un quinto de la producción total, que asciende a 1300
millones de kilos, se dejó en las plantas, cayó al suelo y se pudrió. "No
hubo negocio", repite Barzi. De toda la producción del Alto Valle, el 75%
va al exterior. Es una actividad que desde su origen está planteada para la
exportación. El 40% se exporta como jugo concentrado de manzana; el 25%, como
fruta fresca, y otro 25% va al mercado interno. Ahora, a nivel local hay una
sobreoferta que hace caer los precios. "Hoy una fruta buena la vendemos a
$ 9 el kilo, que luego se vende a 25/30 en una góndola. El productor
independiente que es chico y le tiene que vender a un acopio o exportador habrá
recibido $ 2 por kilo como máximo", precisa. Se ha tornado un negocio con
márgenes negativos en el que se perdió un montón de dinero y habrá que esperar
al año que viene. El costo de producción de una hectárea de peras o manzanas,
detalla Barzi, es de US$ 12.000 anuales. Con lo que si este año se sacan 50.000
kilos y se pierden 5 centavos por kilo, se esfuman US$ 2500 por hectárea. Un
poco más al Norte en el mapa, la situación del azúcar no presenta un escenario
muy distinto. En la Argentina, hay 23 ingenios repartidos entre Tucumán, Jujuy,
Salta y Santa Fe, que alimentan a una industria que da trabajo a 250.000
personas. "El sector pasa por dos crisis muy profundas, una interna y otra
internacional", es lo primero que dice Fernando Nebbia, presidente del
Centro Azucarero Argentino. En dos años, el precio internacional del azúcar
cayó 70% (pasó de 30 centavos de dólar por libra a 11 centavos). "Hoy se
exporta a pérdida", comenta Nebbia. Para producir una bolsa de 50 kilos,
el productor destina US$ 220, mientras que al momento de venderla en el
exterior cobra US$ 90. "El tipo de cambio local no ayuda. Si se sigue con
una política de fortalecimiento del peso, vamos por el camino equivocado",
agrega. Aquí el cuento vuelve a ser parecido al resto de las economías: como no
se es competitivo, no se puede exportar, entonces se vuelca toda la producción
al mercado interno, lo que hace que el precio caiga. En el país, se producen
2,3 millones de toneladas anuales, de las cuales 1,7 millones van a la plaza
local. De las 600.000 toneladas que quedan, 300.000 se destinan a elaborar
bioetanol y 300.000, a exportación. "Una de las soluciones podría pasar
por un mayor corte de las naftas con bioetanol", dice el directivo. En
tanto, los productores citrícolas del NEA también enfrentan un escenario
internacional y local adverso. Por un lado, hay una demanda mundial afectada
por la devaluación de mercados compradores, como la Unión Europea, Rusia y
Brasil, y por el otro, una sobreoferta de frutas en la plaza interna. Según el
trabajo de la SRA, en el caso de la mandarina, en 2009 las exportaciones
argentinas alcanzaron 6% del comercio mundial, mientras que en 2014 no se llegó
al 3%, debido a que los envíos de fruta al exterior cayeron 25 por ciento. En
el caso de las naranjas, el deterioro del comercio exterior es más marcado. Se
observa un derrumbe del 62% en las exportaciones entre 2007 y 2014, producto de
la caída de 200.000 toneladas a 75.000. "La mayor oferta de cítricos de
Perú y Sudáfrica nos desplaza de los mercados mundiales, principalmente por los
beneficios que estos países obtienen de los acuerdos políticos comerciales,
como el Fast Truck Perú-Estados Unidos, y TLC Sudáfrica-UE", subraya el
informe. La caída de las exportaciones, sumada a la debilidad de la demanda de
los mercados de jugos, genera un aumento de la oferta de frutas en la plaza
doméstica, que impacta negativamente en los precios que recibe el productor.
Éste hoy cobra la mitad de lo que necesitaría para cubrir los costos y seguir
en actividad (recibe $ 0,40 por kilo, mientras que necesita $ 0,68 para
producirlo). Cerca de la zona donde se producen los cítricos también se cultiva
arroz, un cereal, que al igual que el trigo, no pasa por su mejor momento. El
dirigente rural Alfredo Bel, de Entre Ríos, hace una pintura de su realidad.
"El año pasado la tonelada de arroz se vendía a $ 2500, pero este año está
en 1600. Ésta es una provincia donde no hay productores concentrados, porque
son pequeños emprendimientos en muchas manos. Pero hoy todo eso peligra",
refiere. La provincia mesopotámica tiene 70.000 hectáreas sembradas, en manos
de 350 pequeños productores (la mitad de los que hubo en épocas de esplendor).
Seis cooperativas hacen arroz y también los pequeños productores este año
salieron a la ruta para tratar de concitar la atención de los gobiernos y poder
conservar su medio de ganarse la vida. Pero no sólo en tierra hay problemas
para las economías regionales, sino que las malas noticias provienen también de
alta mar: en la industria pesquera de Mar del Plata cierran empresas, otras
funcionan a un 50% de su capacidad y algunas sólo subsisten gracias a subsidios
del Estado (que es el mismo que asfixia al sector con retenciones). Diego
García Luchetti, presidente de la Cámara Argentina de Armadores de Buques
Pesqueros de Altura, se despacha a gusto: "En la pesca estamos mal y la
situación nos cortó transversalmente a todos. El primer eslabón, que somos los
barcos fresqueros; el frigorífico en tierra, que no puede pagar el producto lo
que vale, y también el exportador". El panorama es grave, según García
Luchetti, con gran desinterés del Gobierno por atender la cuestión pesquera. Es
un sector que concreta exportaciones por US$ 1500 millones. Sólo Mar del Plata
genera unos 600 millones y hay 60 millones que el Estado se queda y no devuelve
en obras para la ciudad. "Nuestros costos de producción superan a los de
venta. Hay atraso cambiario, inflación, subas salariales y combustible caro,
que es nuestra espada de Damocles. Entre sueldos y gasoil tenemos el 70% de los
costos", resume el empresario.
LA CRISIS EN PRIMERA PERSONA
Guillermo Barzi
Productor frutícola, Río Negro
"Estamos ante una tormenta perfecta, con costos
internos crecientes en dólares, devaluación de las monedas donde exportamos y
un peso apreciado en la Argentina"
Oscar Pereyra Demaldé
Productor de uva, Mendoza
"Acá, un productor que trabaja su finca lleva cinco
años de inflación y aumento de todos sus costos. Tiene que sobrevivir con
precios bajos y hasta salir a ganarse la vida con otra cosa"
Hugo Iturraspe
Presidente de la Sra de Santa Fe
"Hay una evidente situación de parálisis general en los
pueblos como consecuencia de todo lo que sucede con la lechería y la baja del
precio de la soja"
David Klappenbach
Trabajador petrolero, Chubut
"El impacto directo de la crisis externa sobre el presupuesto
provincial no demorará en mostrar su efecto dominó sobre la economía
provincial, fuertemente ligada al termómetro petrolero"
Raúl Merlo
Productor de lana, Chubut
"Estamos en una verdadera crisis, que se ha trasladado
a los que trabajan en la esquila. La exportación de lana se redujo 45% en los
últimos cinco años"
Ricardo Rigoni
Productor de naranjas, Entre Ríos
"Esta es una provincia [Entre Ríos] donde no hay
productores concentrados, porque son pequeños emprendimientos en muchas manos.
Pero hoy todo eso peligra"
Diego García Luchetti
Pte. de la Cámara argentina de armadores de buques pesqueros
"Tenemos al peor socio que es el Estado. Las
retenciones ya no tienen razón de ser. No quieren devaluar y asfixian a las
empresas. Necesitamos oxígeno. Nos deben millones en reintegros"
Con la colaboración de José Bordón, Amalia Eizayaga, Pablo
Mannino, Gabriela Origlia, Darío Palavecino, Jorge Riani y Ana Tronfi tomado de
la nación d e ar
Nota : hay un poco de verdad, pero si se devalúa , se
aplasta el salario, el problema de la leche es igual en los demás países, el
vino que se toma popularmente en el país
en general es una vergüenza; el
bietanol para uso de combustible es una farsa, está probado que no cierra la ecuación
económico ni termodinámica; en los cítricos
no es un problema Sudáfrica o Perú, que siempre estuvieron, el problema es que
el SENASA no deje exportar a los países limítrofes como Bolivia y Paraguay donde podrían ir naranjas, mandarinas sin
tanto control fitosanitario , ya que esos países no lo exigen
No hay comentarios:
Publicar un comentario