El Guayacán enloquecido por El Niño
El atraso en la floración forma es el resultado de la
influencia de el Niño y el cambio climático, los cuales alteraron el periodo
reproductivo de esta especie autóctona de bosques secos y muy húmedos
desde
México hasta Perú
Autor: Osvaldo Rodríguez Martínez Foto: El
Mercurio
Panamá.—El hermoso espectáculo de la floración del Guayacán
Amarillo (Tabebuia guayacan) marca, como un reloj, el inicio de la temporada
lluviosa, pero este año quienes habitan en la cuenca del Canal de Panamá,
asombrados esperan que en mayo aparezcan las tardías flores.
El atraso forma parte de las travesuras dejadas por El Niño
y el cambio climático, los cuales alteraron el periodo reproductivo de esta
especie autóctona de bosques secos y muy húmedos desde México hasta Perú.
Pero los trastornos no son exclusivos del Istmo, pues a
finales de noviembre pasado algo similar ocurrió en Zapotillo, en el occidente
de Ecuador, zona cercana a la frontera con Perú, donde los turistas recorren la
llamada Ruta de Guayacanes, reseñó un periódico ecuatoriano.
En algunos puntos de Panamá, principalmente en la vertiente
atlántica, donde las lluvias se adelantaron como efecto del evento climático, también
lo hizo esta especie que crece hasta más de 30 metros de altura, de la cual
brotan flores que anuncian lluvias, caen en tres o cuatro días y surge una
segunda floración posterior a los primeros aguaceros.
Un pariente de la especie, el roble de flores rosadas
(Tabebuia rosea), también las exhibe en esta época, pero no logra resaltar como
el guayacán, visible en la distancia por el contraste dentro de las tonalidades
de verde de la floresta, que semeja un cuadro hecho por la mano del hombre.
Su madera es dura y considerada de las más perecederas, útil
en carpintería, construcción, quillas de barcos y mangos de herramientas;
además, el árbol ofrece buena sombra, las fuertes raíces sirven de protección
al suelo y es excelente rompevientos, en opinión de Jorge Ventocilla, experto
del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.
La mejor prueba de la resistencia de la madera es que muchos
de sus troncos que yacen en el lecho de los lagos artificiales Gatún y Alajuela
en la cuenca del Canal, después de un siglo están intactos y emergen sanos
cuando quedan al descubierto porque los niveles de las aguas bajan, como ocurre
en estos momentos.
También puede apreciarse su durabilidad en el primer
asentamiento de la ciudad, en Panamá La Vieja, en cuyas ruinas se conservan
vigas de guayacán que permanecen desde su fundación en 1519, mientras
desafiaron incendios y las inclemencias del tiempo a la intemperie, después de
la destrucción de la villa en 1671.
Cinco especies de Tabebuia son árbol nacional en Brasil (T.
serratifolia), Ecuador (T. chrysantha), El Salvador (T. rosea), Paraguay (T.
heptaphylla) y Venezuela (T. billbergii), según Smithsonian.
Otra especie de guayacán (Guaiacum officinale) es originaria
de las Antillas Mayores, con fuerte presencia en Cuba, Jamaica y República
Dominicana, donde al parecer bautizaron a la familia pues proviene de la lengua
taína waican, que hablaron tribus de esas islas, quienes también habitaron
Haití y Puerto Rico.
El término científico Tabebuia procede de Brasil y responde
a la voz aborigen taiaveruia, que significa madera de hormigas, quizá por el
refugio seguro que ese insecto encuentra en las ramas huecas, explicó un
artículo del Biomuseo panameño, el cual ubica a la especie dentro de la familia
Bignoniaceae.
Ciencia aparte, el guayacán es símbolo de fortaleza,
resistencia y la mejor imagen del ser viviente que reta y vence a las
dificultades para convertirse en el ídolo a imitar. (PL)
TOMADO DE LA GRANMA DE CUBA
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