Andrés Barrio – Público.es
Este año hemos sufrido, o disfrutado, de un invierno y
comienzo de primavera muy frío y húmedo. Esto ha sido aprovechado por los
negacionistas para restarle importancia al cambio climático. De igual forma,
los datos pluviométricos por encima de los valores medios y el número de
frentes polares que han sacudido la península han sido utilizados para volver a
enarbolar la bandera del “ya os lo dijimos, el cambio climático no se reduce a
sequía y alta temperatura, sino a anomalías térmicas y fenómenos climáticos
extremos”.
Pero ante este debate tuitero muchas veces maniqueo, voy a
intentar hacer una exposición, más o menos científica, de dónde estamos y hacia
dónde vamos.
Si atendemos a los datos pluviométricos podemos afirmar que
el déficit hídrico acumulado de la península se ha reducido en un 30%, llegando
a superarse en lo que va de año hídrico (1 de octubre – 30 de septiembre) un 2%
los valores medios de lluvias en la península. Pero si lo analizamos en
detalle, comprobamos cómo esa premisa del cambio climático, anomalías y datos
extremos se ha cumplido a la perfección.
Mientras en la mayor parte del norte de la península ha
llovido más de un 25% por encima del valor normal, vemos como en las zonas del
sur y el levante apenas se ha llegado al 75% de los valores medios, llegando a
situaciones tan extremas como la cuenca del Segura, donde prácticamente no ha caído una gota. Por
el contrario, encontramos el caso de La Rioja, donde yo me encuentro. Aquí,
este comienzo de año ha sido el año más lluvioso en siete décadas con 242,8
litros por metro cuadrado.
Si atendemos a la temperatura global, el frío sufrido en el
sur de Europa no ha conseguido romper la tendencia de aumento de temperatura
planetaria y ya son 399 meses seguidos en los que la temperatura global se
sitúa por encima de la media del siglo XX. Precisamente este pasado mes de
marzo la temperatura global del planeta estuvo 0,83 ºC por encima del promedio
del siglo XX (12,7 ºC).
Una vez vemos donde estamos, toca analizar ahora hacia dónde
vamos, y para ello vamos a fijarnos en los porqués de este año con trombas de
agua constantes en el norte peninsular.
La NAO y El Clima
El clima en Europa está regido por la llamada Oscilación del
Atlántico Norte, NAO por sus siglas en inglés. Este fenómeno puede resumirse
por las variaciones de presión que existen entre las altas presiones del
Anticiclón de las Azores, que todos y todas conocerán porque es citado en
nuestros partes meteorológicos, y las bajas presiones de la Borrasca del Mar
del Norte o de Islandia. El gradiente de presión entre estos y su posición
exacta van a decidir el trascurso de los diferentes frentes que visitan la
Europa continental.
La NAO se compone de dos fases generales. Una es la llamada
positiva, en la que el anticiclón de las Azores presenta un centro de presión
más alto, desplazando los frentes y provocando que en Europa del Norte los
inviernos sean más cálidos y lluviosos mientras que en el Sur de Europa se
experimenten inviernos secos. La segunda es la fase negativa con altas presiones
débiles en el anticiclón de las Azores y suavizando las Borrascas del norte,
reduciendo el gradiente de presión y permitiendo tormentas que viajan hacia el
Mediterráneo, con temperaturas más frías en el sur de Europa.
Para entendernos todos, debemos imaginarnos que en lo que a
Europa se refiere, ya que esto afecta a los dos lados del Atlántico, la NAO
representa un pasillo por el que circulan los frentes y, dependiendo de la
presión, estos oscilarán arriba o abajo. Posiblemente algún meteorólogo lea esto y me
quiera arrear con la zapatilla, pero yo creo que así nos entendemos mejor.
La existencia del cambio climático está variando de forma
sensible los valores de estos dos epicentros de presión, y así su posición. La
primera vez que tuve constancia de ello fue en mi cuarto año de carrera, cuando
valores extremadamente anómalos del Anticiclón desplazaron hacia el sur la
borrasca, colocándola sobre las islas británicas y haciendo que la cola del
giro ciclónico que supone una borrasca pasara por Galicia de forma constante.
Esto supuso que pasáramos 3 meses completos sin ver la luz del sol en la ciudad
de Vigo, donde yo vivía.
La Corriente del
Golfo y el sistema circulatorio
¿Cómo está haciendo esto el Cambio Climático? Pues ahora
viene la parte importante de la exposición y el punto al que yo quería llegar.
Al contrario de lo que la mayoría podríamos pensar, el clima no nace en la
atmósfera, sino en los océanos, y es a través de la interacción
océano-atmosférica como se genera la NAO. Los datos nos están dando el
alarmante aviso de que, durante las últimas dos décadas, las aguas de altas
latitudes del Océano Atlántico Norte no se están calentando sino enfriando.
Esto se debe al debilitamiento de la corriente del Golfo que
contribuye de modo sustancial al flujo de calor hacia las latitudes altas del
Océano Atlántico, alcanzando las costas occidentales de centro y norte de
Europa. Varios estudios confirmaron recientemente una reducción del 15-20% del
flujo de esta corriente en los últimos 150 años, siendo mayor esta reducción en
las últimas décadas. Esta corriente que forma parte del sistema circulatorio
global, o corriente termohalina, se está viendo afectada, como no podía ser de
otra forma, por el deshielo del Ártico, aumentando la temperatura del agua y reduciendo
la salinidad y, por ende, reduciendo su intensidad.
Para acabar con la exposición, que se que está siendo
durilla, la Corriente del Golfo es la que rige la llamada oscilación
multidecadal atlántica, AMO. Según sus valores tenemos una NAO positiva o
negativa. Pero claro, al tener una corriente cálida cada vez más débil y un
aporte de agua fría por el deshielo mayor, esta está totalmente
descuajeringada.
Y así llegamos a este año. Recordad que el pasado verano el
hielo Ártico se redujo a la mitad, tanto en espesor como en superficie,
provocando anomalías en la interacción oceanoatmosférica que nos llevaron a que
el Anticiclón de las Azores estuviera muy bajo y, además, a que la borrasca del
norte igualmente se desintegrara en lo que se llama el vórtice polar
tembloroso y que tan bien nos explican aquí los amigos de Contra el diluvio.
Un experimento Global
Al final, cuando hablamos de fenómenos meteorológicos
extremos, hablamos de situaciones físicas extremas, altas presiones muy bajas y
viceversa, desconocidas hasta ahora, y borrascas que dejan de serlo, permitiendo,
como ha pasado este año, viajes de masas calientes hacia el Polo y frentes
fríos que llegaban hasta la cornisa Cantábrica.
Pero esto no es sólo cuestión de que llueva más o menos, que
también. Recordemos que si los ciclos de sequía se alargan como hemos visto
estos años, el hecho de tener episodios de lluvias torrenciales, lejos de
aliviar el problema de la desertización, lo agravan. El verdadero problema es
que los fenómenos puntuales son consecuencia de fenómenos globales.
La interrupción de las corrientes marinas como consecuencia
del cambio climático suponen, por un lado, la paralización del sistema de
renovación de agua y con ello de nutrientes y temperatura. Pero por otro,
suponen un desmadre climático que ningún científico está en condiciones de
cuantificar ni predecir.
Con todo, podemos afirmar que la actividad humana y la
emisión de Gases de Efecto Invernadero están provocando un gran experimento
planetario de inciertas consecuencias. Como decimos siempre, el cambio
climático ya está aquí, y esto no supone que puedan plantar viña en Noruega,
sino todo lo contrario, o sí… ¡Vaya usted a saber!. 7 mayo, 2018 / ENVIADO EN RED FOROBA
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