Café con sello de
mujer Ismeisy López Moreno, una jovencita casi acabada de graduar como
ingeniera agrónoma, se asombró muchísimo cuando los campesinos la propusieron
en la asamblea para que ocupara
la posición de presidenta Ángel Freddy Pérez
Cabrera | GÜINÍA DE MIRANDA, Villa
Clara.—Cuando Ismeisy López Moreno, llegó a la dirección de la CPA Ángel
Bombino, esa cooperativa estaba a punto de ser desintegrada debido a su
irrentabilidad y las cuantiosas pérdidas que acumulaba en su economía. Ella,
una jovencita casi acabada de graduar como ingeniera agrónoma, se asombró
muchísimo cuando los campesinos la propusieron en la asamblea para que ocupara
la posición de presidenta. Su primera expresión fue “tienen que estar muy locos
para fijarse en una inexperta como yo. Además, no es fácil revivir a un
‘muerto’, como este”, le dijo a una compañera que estaba sentada a su lado, sin
embargo, con tremenda valentía, no lo dudó dos veces, se puso de pie y dijo:
“Bueno, si ustedes me ayudan, yo creo que puedo sacar a la CPA adelante”.Siete
años después de aquella reunión, la vida ha dado la razón a quienes confiaron
en ella. Hoy la Ángel Bombino es una institución floreciente y consolidada, la
cual de manera paulatina ha venido demostrando que cuando se trabaja con amor,
exigencia y se logra la unidad del colectivo, los resultados pueden llegar por
sí solos. LA CONDESA DE GÜINÍA
Desde niña, Ismeisy gustaba de sembrar plantas, criar pollos
y desandar el lomerío a pie o a caballo, a pesar de la negativa de su papá,
quien le decía que eso no era cosa de mujeres. Sin embargo, ella insistía y al
final lograba sus propósitos, porque como reconoce ahora, había nacido para el
campo. Tras cursar el preuniversitario, en su boleta de ingreso escribió dos
opciones de manera prioritaria, Veterinaria y Agronomía, decidiendo al final
por esta última carrera.Una vez graduada, fue ubicada; primero en una
despulpadora de café, y luego, en 1998, pasó a formar parte de la plantilla de
la cooperativa de producción agropecuaria Ángel Bombino, de Güinía de Miranda,
donde encontró un panorama desolador. “El periodo especial había dejado su
huella en los cafetales, los cuales estaban cubiertos de bejucos y
depauperados. La producción había tocado fondo, con solo 700 latas del grano
recogidas”, reconoce y recuerda cómo la mayoría de los campesinos querían que
la CPA se convirtiera en tabacalera. Ante el estancamiento y la inercia, varios
cooperativistas pensaron que debía probarse a otros cuadros más jóvenes para
ver si se realizaba el milagro de sacar adelante a la CPA. Fue así como la
propusieron de presidenta, un hecho que cambió el sentido de su vida. “En esa
decisión tuvo mucho que ver el desaparecido Félix González Viego, entonces
dirigente de la ANAP en Villa Clara y luego presidente nacional, quien me dijo
“gorda, nada de desintegrar la cooperativa, a esta la vamos a sacar adelante
entre todos, y así sucedió”. Con mucha constancia, Ismeisy y su equipo de
dirección comenzaron a laborar para revertir la crítica situación. “Lo primero
fue buscar rentabilidad, porque sin dinero no se podía hacer nada. De ese
modo, con el apoyo de Félix, junto a la limpieza y restablecimiento de los
cafetales, me metí también en la ceba de toros y la cría de cerdos, además de
fomentar algunos cultivos varios para el autoabastecimiento de la cooperativa”,
expresa. Poco a poco fue levantando la economía de la CPA y la producción del
aromático grano, y junto a los resultados, también fue creciendo la reputación
de ella en el lomerío, por sus dotes como dirigente y persona profundamente
humana, lo que llevó a González Viego a bautizarla como La Condesa de Güinía. “Yo
creo que no hubo milagros. Eso no existe. Lo que sí hice fue trabajar muy duro
y sumar a toda la membresía a la tarea. Cuando ellos vieron que la cosa
cambiaba para bien, comenzaron a echar para alante”, reconoce. “Eso de Condesa,
tampoco me lo creo, pero bueno, seguro que Félix lo decía por la influencia en
la masa de campesinos y en la comunidad. Yo dirijo a 27 hombres y nueve mujeres
y nunca he tenido problemas con nadie, y no porque sea complaciente, si no
porque los trato con respeto”, señala. “Lo que dice es una gran verdad”,
reconoce Iris González, fundadora de la cooperativa, quien al escuchar la
conversación interviene para decir que Ismeisy sirve hasta para cocimiento, una
frase muy campechana que encierra el cariño profesado hacia ella por la membresía.
En cuanto a la comunidad, basta recorrer la escuelita de La Sabana, el
consultorio médico o el Consejo Popular de Güinía de Miranda, para darse cuenta
del papel que ha desempeñado ella al frente de la cooperativa en la solución de
los problemas del barrio. Ahora mismo, como parte del proceso XI Congreso de la
ANAP, pintaron la escuela en la que trabaja Leidy Martínez Barreras, una
maestra multigrado que mucho agradece el apoyo de la dirección de la Ángel
Bombino, y en especial de Ismeisy López Moreno, una mujer que perfuma el
lomerío con su aroma inconfundible de café. TOMADO DE LA GRANMA DE CUBA
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