A 800 años de la Carta
Magna Por Dr. Víctor Pavón El año 1215 se muestra lejano en el
tiempo. Solo la historia como ciencia de la exploración nos permite comprender
lo que en esa época había ocurrido. Un documento de hace 800 años ilumina
nuestra civilización. Ya antes de aquel año, el colectivismo, cuya raíz es la
misma del socialismo que privilegia al Estado sobre el individuo, sepultó a la
Roma Republicana en el 27 a. C. a causa de la voluntad imperial que impuso la
intervención estatal sobre la propiedad privada.
Desde aquella caída de la Roma Republicana y durante casi
mil años, cayó sobre la faz de la tierra la tiniebla del colectivismo. Había
sido relegado el sabio concepto de que la ley sirve para proteger la libertad
del individuo. Se hacía necesario el resurgimiento de aquella tradición
libertaria. Y así ocurrió. En el norte del continente europeo, en una isla,
Inglaterra, se inició un extraordinario proceso civilizador que no se detendría
cada tanto si no fuera por las tiranías impuestas. Los ingleses hacia el 1215,
sin embargo, fueron comprendiendo que el derecho de propiedad es un genuino
derecho humano: sin propiedad, decían, no hay justicia. De esta manera, no
estaban dispuestos a admitir que la propiedad es un permiso, una dádiva, otorgada
por el humor o capricho de la autoridad de turno. Fue así como en aquel
memorable 15 de junio de 1215, el Rey Juan I, conocido como Juan sin Tierra,
firmó luego de complicadas reuniones en el campo de Runnymede el majestuoso
documento conocido como Carta Magna que reconoce que la vida, la libertad y la
propiedad son indisolubles; por tanto, ningún hombre podía ser desposeído de su
propiedad, excepto por leyes preestablecidas y que la voluntad del Rey no era
ilimitada. El poder debe estar permanentemente controlado. A todos los
comerciantes se les garantizaba seguridad de entrar y salir de Inglaterra, y el
derecho para comprar y vender, libres de trabas. A los alguaciles, de gran
predicamento en esa época, se les prohibía confiscar carretas y caballos,
madera, trigo u otro tipo de provisión, sin pagar previamente y de inmediato en
efectivo. Precisamente, la Revolución Industrial ocurrida en el siglo XVIII que
concitó el progreso en la Inglaterra y Holanda de entonces, al igual que en
Norte América a partir de su Independencia en 1776, no hubiera sido posible sin
los recaudos originarios de aquella Carta Magna del siglo XIII.
¡Qué gran lección para los gobernantes de nuestra época! Una lección completa de política, economía y
de cultura en general. ¿Cuánto avanzarían hoy las sociedades estancadas por
vetustas ideas, con gobernantes colectivistas cuyo único propósito consiste en
entrometerse en la vida de la gente? A 800 años un grito de libertad resuena en
el tiempo: ¡celebremos la Carta Magna!
(*) Decano de Currículum UniNorte. Máster Economía SMC
University (Suiza) Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado” y
“Cartas sobre el liberalismo”. TOMADO DE ABC DE PARAGUAY
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