Coyah, el epicentro de la batalla contra el ébola
La Brigada cubana ha atendido en cuatro meses a 299
pacientes y han egresado 154, de estos 86 habían
sido confirmados de ébola
Autor: Enrique Ubieta Gómez
Médicos cubanos atienden a pacientes enfermos de ébola. GUINEA
CONAKRY.—El Centro de Tratamiento del ébola de Coyah se encuentra a unos 60
kilómetros de Conakry. Coyah es una prefectura donde existe un pueblo,
pequeño y polvoriento, de igual nombre. Los cubanos viven y trabajan en la zona
de Wonkifong. Transitan todos los días en una y otra dirección por un
segmento de carretera asfaltada. Durante varios días, hacemos el recorrido
con los médicos y enfermeros de cada turno, porque la Brigada se ha dividido
en cuatro equipos que rotan en horarios de la mañana, la tarde y la noche. Se
trabajan las 24 horas, todos los días de la semana. En cada equipo hay médicos
y enfermeros guineanos y de otros países africanos y existe otro integrado
por colaboradores de la Unión Africana. Para llegar al hotelito donde se
hospedan los cubanos hay que salirse de la carretera, y avanzar por un
terraplén. El Centro, en el otro extremo del recorrido diario, también se
encuentra bien adentro en el monte. No existe otro espacio de vida para la Brigada
cubana: o están en el Centro, o en el hotelito, una instalación agradable de
pequeñas cabañas cónicas, cercado en todo su perímetro por un largo muro.
Durante doce horas al día, no siempre las mismas, hay electricidad. No
obstante, el Centro es un hospital de campaña, diseñado con todos los
requerimientos.
Los doctores Graciliano Díaz e Iván Zúñiga, miembros de la
brigada médica que labora en Guinea Conakry.
La temperatura en Guinea puede rebasar en esta época del año
los 50 grados. Y el traje que hay que vestir para acceder a la zona roja del
hospital es casi hermético, por lo que el calor provoca fatigas. A pesar de
todo, los cubanos cuando llegan se hacen sentir con su bulla peculiar: bromas,
saludos aspaventosos. No hay lugar para la nostalgia prolongada, porque el
trabajo constante y a veces tenso, y el buen humor, rompen cualquier conato de
recuerdos. Carlos Castro, el jefe de la Brigada, ha logrado la cohesión de sus
36 hermanos. Antes de entrar al Centro, se lavan las manos con agua y cloro, y
se dejan fumigar las suelas de los zapatos. Impacta el encuentro con los pacientes. Al Centro de Coyah llegan de todas
las regiones que circundan la capital. El epicentro de la epidemia se ha
trasladado hacia esta zona y el Gobierno quiere evitar que se instale en la
ciudad más populosa del país. Alrededor del 70 % de los que llegan son
positivos, muchos han sido remitidos con el diagnóstico confirmado. Esto y el
hecho de que la mayoría ingresa al sexto o séptimo día de contagio, eleva la
letalidad, que pese a todo, por la disciplina y la profesionalidad de los
cubanos y demás colaboradores del Centro, es de 52,3 %, inferior a la media del
país que alcanza el 66,5 %. Sin embargo, es difícil que los habitantes de la zona, en
su mayoría analfabetos, que no leen o escuchan los mensajes públicos sobre la
enfermedad, acepten de buen grado el ingreso a una instalación para ellos
misteriosa, habitada por extranjeros vestidos de “cosmonautas”. Algunos
enfermos se esconden o desconocen los síntomas. Eso nos contó Fofana, una joven
guineana que contrajo el ébola junto a su hija de tres o cuatro años —ella no
sabe su edad, por respuesta dice que tiene cuatro hijos— y fue salvada en este
hospital. Su suegra había enfermado antes y no quiso internarse, por lo que
falleció. Fofana contrajo el virus cuando lavaba el cuerpo de la difunta para
la ceremonia fúnebre, y se la transmitió a su pequeña hija. “Este lugar
asustaba a la gente”, me tradujo sus palabras un consejero de salud que (Una
paciente ya curada cuida de Fotos del autor)
una niña huérfana a causa de la enfermedad.
habla su lengua y trata de convencerla para que se convierta
en activista del Centro, “aquí me di cuenta que todo lo que se decía era
mentira, siempre tuve buena comida y tratamiento, estoy muy agradecida, muy
contenta porque yo me salvé y mi hija se salvó”.
Fue una mañana particularmente hermosa, porque seis enfermos
de ébola recibieron el alta médica. Carlos sabe que ellos son el último
eslabón de la cadena. “Nosotros podemos luchar por la vida de los enfermos,
pero la epidemia se vence en el terreno, en las acciones epidemiológicas del
terreno, con la población, cortando los contactos, identificando la cadena de
transmisión, sensibilizando al pueblo”.
El Gobierno acaba de declarar estado de emergencia en las
regiones que circundan la capital, lo que probablemente permita la adopción de
otras medidas de fuerza. Pero la Brigada cubana ha venido hasta aquí para
salvar vidas.
Después de efectuada la entrega, el doctor Joel Fleites,
responsable del turno que llega, distribuye el trabajo y designa a los que hoy
accederán a la zona roja: el doctor Ivo Zúñiga, el más joven del grupo, con
solo 28 años, Rogelio Labrador y Reinaldo Expósito, los enfermeros.
Enfundarse el traje blanco conlleva la observación de ínfimos detalles. Los
cubanos han hecho sus innovaciones: agregan esparadrapo en algunas zonas del
traje y abren un pequeño orificio en la manga por donde introducen el dedo gordo
enguantado. Unos ojos sonrientes nos miran tras los espejuelos protectores. Tres cercas de plástico separan a los
enfermos de los trabajadores. Desde la zona verde podemos observar casi todas
las acciones del grupo que ha entrado. Entregan medicamentos, canalizan venas,
y si es necesario, bañan al paciente. Los médicos y los enfermeros cumplen
tareas similares, aquí no existe el prurito de supuestas jerarquías. Por una
canal de madera se dejan caer los alimentos, la ropa y cualquier medicamento solicitado
por el médico o por el paciente. Desde nuestro mirador, vemos a una niña de
ojos asustados. Nos explican que es huérfana y que la cuida una paciente
salvada y ahora inmune a esta sepa. Una hora después los “cosmonautas”
regresan a la zona verde, después de un paciente y delicado proceso asistido
en el que se desvisten y desinfectan.Llegan sudorosos, extenuados por el
esfuerzo. Pero igual de bromistas. La Brigada cubana ha atendido en estos
cuatro meses a 299 pacientes. Han egresado 154, de estos 86 habían sido
confirmados de ébola. Son vidas salvadas. Cada turno termina con rapidez, al
menos así se siente, porque el trabajo no deja margen para la espera. Ellos
saben que la situación de la epidemia sigue siendo grave en el país y no
preguntan por el regreso. Coyah es el centro de referencia en el país, el de
mejores resultados, el epicentro de la lucha contra el ébola en Guinea. Tomado de
la Granma de cuba
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