Otra receta: América
latina se aparta de la estrategia de EE.UU. contra el narco
En un giro para la región, cada vez más gobiernos desafían
medidas sugeridas por Washington como la
prohibición, la erradicación de
cultivos y el combate militarizado a agricultores
Por William Neuman y Simon Romero | The New York TimesFOTO Una campesina
cosecha plantas de coca en Ayacucho, Perú. Foto: Archivo
BOGOTÁ.- Colombia acaba de descartar una de las piedras
angulares de la lucha contra las drogas que apoya Estados Unidos, al impedir la
fumigación aérea de las plantaciones de coca. Ya hace años que Bolivia echó a
la DEA norteamericana, y permite a los granjeros cultivar pequeñas cantidades
de esa planta. Chile, que siempre ha sido uno de los países socialmente más
conservadores de América latina, está levantando su primera cosecha de
marihuana para usos medicinales. En todo el continente, y en un giro
fundamental para la región, los gobiernos se resisten cada vez más a aceptar
los principios del enfoque norteamericano de lucha contra las drogas, y muchas
veces incluso desafían las estrategias tradicionales, como la prohibición, la
erradicación de cultivos y el combate militarizado contra los agricultores. "Por
primera vez en 40 años hay una avanzada significativa de los países
latinoamericanos, que son los que se llevaron la peor parte de la lucha contra
la droga", dijo Paul Gootenberg, historiador de América latina. En muchos
aspectos, esa resistencia refleja la menguante influencia de Estados Unidos en
la región, así como la abrumadora sensación de que sus métodos para combatir el
narcotráfico han fracasado. "Si uno usa las mismas herramientas durante 50
años y el problema no se resuelve, algo está fallando", dijo el ministro
de Justicia colombiano, Yesid Reyes, al anunciar la cancelación del programa de
fumigación. Pero el giro llega en un momento en el que dentro de Estados Unidos
también está cambiando la actitud y la postura respecto a las drogas. Figuras
políticas de países como Uruguay, que está regulando con cautela su propia
industria legal de marihuana, se miran en el espejo de estados norteamericanos
como Colorado y Washington, que han legalizado la venta de marihuana para uso
recreativo. Las razones por las que América latina está buscando una reforma
profunda de las políticas sobre la droga varían según cada país, pero en
general apuntan a disminuir el derramamiento de sangre que conlleva el
narcotráfico y aliviar la superpoblación de los sistemas carcelarios. El
surgimiento de la región como gran mercado para las drogas -Brasil ya ocupa uno
de los primeros lugares del mundo en consumo de cocaína- también tiene
influencia en el debate. "El costo en vidas y en dinero de la lucha contra
las drogas ha sido espeluznante", dijo Bruce M. Bagley, especialista en
narcotráfico de la Universidad de Miami. "Los líderes latinoamericanos
miran el enfoque militarizado y se dan cuenta de que no quieren 40 años más de
políticas al estilo Colombia." Pero aunque los líderes latinoamericanos
suelen despotricar sobre el fracaso de la lucha contra la droga y la necesidad
de un nuevo abordaje del problema, la región tampoco propone un camino claro a
seguir. Colombia es un buen ejemplo de esto. Reyes, uno de los impulsores de la
suspensión de las fumigaciones aéreas, advirtió que los herbicidas pueden
causar cáncer en los humanos. El mes pasado, Reyes dio un discurso en la sede
de Naciones Unidas, donde pidió una nuevo abordaje del problema de la droga y
abogó por la despenalización del consumo. Pero ni él ni su gobierno han
presentado ninguna propuesta legislativa concreta a esos efectos. En una
entrevista, Reyes dijo que Colombia había logrado grandes éxitos en la lucha
contra el narcotráfico, y que no retrocedería. Agregó que incluso estarían
dispuestos a reanudar las fumigaciones, en caso de encontrar un herbicida menos
peligroso, pero no dejó en claro cuáles serían las nuevas estrategias de su
gobierno. Colombia es uno de los aliados más cercanos de Estados Unidos en la
región. Por lo tanto, su decisión de cancelar las fumigaciones tiene un fuerte
contenido simbólico. Esa práctica era una pieza central de la estrategia contra
la droga apoyada por Estados Unidos, y la decisión de Colombia fue tomada a
pesar de las objeciones de Washington. Pero cuando quedó claro que la decisión
era irreversible, la respuesta de Washington fue más bien silente, y algunos
funcionarios norteamericanos salieron incluso a ofrecer públicamente su apoyo.
La reacción de Estados Unidos contrasta notoriamente con su enfoque hasta
ahora. Según los analistas, en otras épocas Washington se habría mostrado
muchos más insistente. "Creo que estamos en un punto de transición",
dijo William R. Brownfield, subsecretario de Estado en asuntos de narcotráfico
internacional y aplicación de la ley. Brownfield fue embajador norteamericano
en Colombia y se manifestó a favor del programa de fumigación antes que el gobierno
colombiano decidiera cancelarlo. Pero también señaló que el debate público
sobre la política contra las drogas era un avance positivo. "Estamos,
efectivamente, en medio de una discusión", dijo Brownfield.
"Deberíamos hablar del modo de adoptar reformas moderadas y razonables en
la política internacional del control de drogas." Si en el pasado el crack
infestaba las ciudades norteamericanas y hacía trepar el índice de homicidios,
hoy las fuerzas de la ley de todo el país enfrentan un desafío diferente -la
metanfetamina, el abuso de medicamentos recetados y la heroína- que los desvía
de su objetivo tradicional: la cocaína. Muchos países latinoamericanos siguen
tratando de imaginar qué política seguir. Los votantes de la región no parecen
haber abrazado abiertamente la despenalización del consumo. Desde el punto de
vista político, no suele dar ningún rédito. "La sociedad latinoamericana
es socialmente bastante conservadora en lo que se refiere al tema de la
droga", dijo John Walsh, analista del grupo de investigaciones Oficina
Washington de América Latina. "La guerra contra la droga y su propaganda
han funcionado. Hace tiempo que es así. Lo ven como una lucha maniquea entre el
bien y el mal, y para ellos, hablar de regular el consumo es sinónimo de
rendirse." Walsh agrega: "En las élites latinoamericanas hay bastante
consenso sobre una regulación del consumo, pero políticamente tiene un costo
prohibitivo". En Guatemala, el presidente Otto Pérez Molina viene pidiendo
una nueva estrategia, y se ha mostrado dispuesto a crear un mercado legal y
regulado por el gobierno para algunas drogas, como forma de neutralizar el
poder de las bandas de narcotraficantes. Pero no ha presentado ninguna
propuesta concreta. El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, ha dicho estar
abierto a debatir enfoques alternativos, como la legalización, pero ha hecho
poco y nada por impulsar el debate. Incluso en la Ciudad de México, bastión
progresista en un país por otra parte conservador, los intentos de
despenalización naufragaron. En 2009, el presidente boliviano, Evo Morales,
echó a la DEA. Morales también avanzó con un sistema que permite a los
granjeros cultivar parcelas de coca, cuyas hojas los bolivianos mascan desde
hace siglos como estimulante suave y también usan en la preparación de
medicinas tradicionales y con propósitos religiosos. Sin embargo, Morales no se
ha sumado a quienes piden la legalización de la cocaína ni de otras drogas. En
otros lugares de la región, hay mensajes contradictorios y políticas
encontradas. En Perú, otro gran productor de cocaína, el Congreso debate una
ley que les permitiría a las fuerzas armadas derribar aviones sospechados de transportar
drogas. Esa ley revertiría la política de prohibición de derribos implantada en
2001, cuando un avión con misioneros fue derribado por error y murieron dos de
sus ocupantes. Brasil aprobó una ley que en casos de uso recreativo, sustituye
la cárcel por medidas como el servicio comunitario o programas de educación.
Pero los vacíos legales que deja la norma han producido el efecto contrario, y
el número de gente enviada a prisión por delitos vinculados con la droga,
incluso por contravenciones menores, se ha disparado. "En América latina
no existe consenso sobre qué hacer con el tema de la droga", dijo Vanda
Felbab-Brown, de la Brookings Institution. "Lo que seguramente va a pasar,
es que cada país adoptará su propio enfoque y probará con diferentes
políticas." Traducción de Jaime Arrambide TOMADO DE LA NACION DE AR
NOTA: LOS EEUU DEBERÍA COMBATIR LA DROGA Y PROMOVER LA EDUCACIÓN NO FORMAL Y FORMAL EN SU TERRITORIO
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