¿El cambio climático
a dónde llevará a Colombia?
Las lluvias disminuirán hasta 40% en la región caribe, ya
deficitaria en precipitación. La Sierra Nevada de
Santa Marta sentirá el calor
con mayor intensidad. Sequía en La Guajira. FOTO DONALDO ZULUAGA Los efectos
del cambio climático se acentuarán sobre Colombia en las próximas décadas, de
acuerdo con el Ideam. Las medidas de adaptación y mitigación se hacen cada vez
más necesarias.
Algo se cuece. La sed de La Guajira, la sequía del Casanare,
los desastres invernales de 2010, 50 familias expulsadas por el mar en Los
Córdobas: Colombia cambio climático.
Parecen hechos aislados pero en realidad cosidos por la
ahora gruesa soga de los eventos climáticos extremos cada día más frecuentes.
Cuatro aguaceros con granizo en una semana en Medellín,
Apartadó y Santa Marta sedientas. ¿Qué pasa?
El Ideam reveló las tendencias climáticas para el país este
siglo bajo los efectos del cambio climático. Hay indicadores preocupantes aunque
no buscan generar pánico.
Pero de no tomar en serio el reporte, Colombia podría estar
a unas décadas del día después. No es exageración. Planeación Nacional reveló que el país puede
perder a finales de siglo el equivalente a 3,7 veces el Producto Interno Bruto
(PIB) de 2010 si no se toman medidas para mitigar el impacto del cambio
climático. Esas amargas mieles ya se probaron: el Fenómeno de La Niña 2010-2011
dejó pérdidas por unos 11,2 billones de pesos, algo más de 6.000 millones de
dólares.
Temperaturas más altas cada década (1°C a 2040), hasta 30%
más de lluvia en algunas zonas o disminución de hasta 40% en otras regiones
como la ya reseca La Guajira que podría no soportar este embate.
A finales de siglo el aumento será de hasta 2,14°C en
diferentes regiones.
Los efectos son sentidos. Alejandro González, director de la
Corporación Ambiental del Centro de Antioquia (Corantioquia) dice que en su
jurisdicción se tienen monitoreados como efectos del cambio climático al menos
cuatro situaciones recurrentes: inundaciones, avenidas torrenciales,
movimientos de masa e incendios forestales.
En el país uno de los sectores económicos que resultaría más
afectado sería el agrícola, en donde la productividad podría reducirse hasta
7,2% según Planeación.
Se afectarían además sectores como transporte, forestal,
pesca y ganadería, que representan 4,3 % del PIB.
Andy Jarvis, cabeza del programa de Cambio Climático en el
Centro Internacional para la Agricultura Tropical es claro: “El Ideam demuestra
que vamos a tener cambios notables en el clima. En términos climatológicos es
preocupante y cuando se pone en términos agrícolas, eso qué significa para un
productor y da bastante susto en el largo plazo. Quiere decir que con 2,5 de
aumento de temperatura, los sistemas biológicos, agrícolas generarán pérdidas
grandísimas en cultivos”.
Es que “agricultura y clima son un matrimonio”.
Cada especie cultivada tiene un nicho climático, recuerda
Esteban Álvarez, Dávila, coordinador del Grupo de Servicios Ecosistémicos y
Cambio Climático del Jardín Botánico de Medellín.
Es “el rango de temperatura y precipitación donde pueden
existir y hay un óptimo climático para cada una”. Si cambia el clima, las
plantas adaptadas a él sufren estrés.
Pero ¿qué es lo que dice el informe de las proyecciones del
Ideam que suscita inquietud entre los investigadores?
El panorama Estudios
previos habían mostrado que mientras que la temperatura media del territorio
subió de 0,4°C a 1 entre 1901 y 2012, entre 1971 y 2010 la tendencia fue a un
incremento entre 0,5 a 1,3.
Hubo tendencia a un aumento de las temperaturas máxima y
mínima y a una mayor precipitación, en particular en la zona noroccidental.
De acá a 2040 los mayores aumentos se esperan en Arauca,
Casanare, Cesar, Magdalena, Meta, Norte de Santander, Santander, Sucre y
Vichada.
En Cesar hasta 1,1°C más, cuando ya tiene la ciudad más
caliente: Valledupar.
Ese incremento, marcado en todo el país aunque con
diferencias regionales, se mantendrá todos los periodos del año. La temperatura
media subirá más en zonas de alta montaña (afectando la capacidad de los páramos
de almacenar agua precisa Álvarez Dávila).
Las cumbres glaciares se extinguirán. Y es que con solo
considerar algunos de los datos del informe hay razones para preocuparse:
Un 31% del territorio nacional tendrá menos lluvias; 28% más
de precipitaciones en Caldas y Risaralda; 13% podría tener más lluvias en
próximos 25 años; 18,2 millones de hectáreas tendrían 20% menos precipitación y
10,5 millones tendrían aumento de hasta 20% en la precipitación; 20% menos de
lluvia tendrían La Guajira, Magdalena y Vaupés a fin de siglo.
Para entonces, 30°C sería la temperatura media de la región
Caribe.
La temperatura promedio en los departamentos será 0,7°C
mayor a la actual en los próximos 25 años. “Este aumento sumado a cambios en el
uso del suelo, puede incrementar los procesos de desertificación, disminución
de la productividad de los suelos agrícolas y la pérdida de fuentes y cursos de
agua. Así mismo, puede ocasionar mayor incidencia de olas de calor
especialmente en áreas urbanas”.
Existe otro factor para considerar: un cambio gradual en la
temperatura y la precipitación generado por el cambio climático, “podría
ocasionar que los efectos de fenómenos de variabilidad climática como El Niño o
La Niña tengan mayor impacto en los territorios y sectores”.
(Lea aquí: 200 especies amazónicas guardan 50% del carbono)
Los extremos
Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt, cuenta
que el reporte se basa en el promedio, por lo que las situaciones extremas
generan mayor inquietud.
Se verán “efectos críticos en la zona Caribe, los que
significa aridez, y hasta 30% más de lluvia en la zona cafetera lo que presenta
problemas de erosión, requerimientos de adaptación de cultivos, por ejemplo
para el café, y una serie de retos grandes en las estrategias adaptativas”,
dice.
El Ideam indica que “26,5 millones habitantes, 55,6% de la
población, deberán tomar medidas de adaptación para seguir produciendo 62,1%
del PIB nacional”.
Pero la afectación es general. Nicolás Castaño, investigador
del Instituto Sinchi sobre los bosques amazónicos, afirma que una evidencia
real, hoy, del “cambio climático en la Amazonía es la alteración de los ciclos
de lluvias en las diferentes regiones”.
En Vaupés informa, había una época seca muy definida, en la
que los indígenas organizaban las chagras para sembrar. Ya no es prolongada ni
tan definida como antes, lo que “vulnera la seguridad alimentaria: no logran
organizar las chagras a tiempo para proveer comida”.
Ahora en la Amazonia, explica, “hay inundaciones más
fuertes, sequías más fuertes, los extremos son cada vez más extremos”. Cómo se
está afectando la dinámica, la composición y estructura de los bosques es
investigado por el Sinchi.
En la esquina noroccidental de Colombia, los efectos también
se sienten.
Arbey Molina, subdirector de Planeación y Ordenamiento
Territorial de Corpourabá, cita algunas evidencias del cambio climático en
Urabá:
“Han disminuido los cultivos rendimiento por falta de agua,
los eventos de inundación son más intensos y el calor es más fuerte”. Además se
padece sed. Han aumentado los vientos fuertes, los vendavales que en el pasado
tenían menos intensidad. Y la fuerza del oleaje es mayor, algo que acaban de
comprobar 50 familias de la vecina región de Los Córdobas cuyas viviendas fueron
destruidas por el mar. Adaptación
El informe del Ideam como las evidencias que plantean los
expertos solo conducen a un camino: la necesidad de establecer programas de
adaptación que atenúen los riesgos que se vienen encima, como sugiere Gabriel
Vallejo López, ministro de Medio Ambiente.
Una información publicada en este periódico, se daba cuenta
que solo 11 departamentos cuentan con planes de adaptación y hay 5 proyectos de
mitigación en marcha.
Una de las falencias la tiene la tierra urabeña. Por eso,
explica Molina, se contrató la elaboración del plan de adaptación que requieren
con urgencia porque en el tema “estamos en pañales en el país”.
Para Baptiste una respuesta está en la misma biodiversidad,
“en el conocimiento de la dinámica de los ecosistemas, de sus usos
tradicionales y usos innovadores es donde está el potencial que se tiene para
responder”.
El Ciat trabaja en líneas de semillas que permitan cultivos
más resistentes a condiciones extremas. “Buscar alternativas en cultivos de
pancoger”, expresa Jarvis.
Alternativas que pueden estar en el mismo suelo. El director
de Corantioquia cuenta que mientras en el Bajo Cauca y Occidente se nota la
disminución de aguas superficiales, los acuíferos serán alternativa para
mitigar la sed ante los tiempos que se avecinan.
De su buen manejo dependerá. Un buen manejo del territorio
que Colombia urge ante el nuevo escenario.
INFORME ACCIONES POR EL SECTOR AGRÍCOLA Como adaptación al
nuevo panorama en sector agrícola, Andy Jarvis dice que el Ciat trabaja en
entregarles a los campesinos el pronóstico agroclimático de forma oportuna y
darles recomendaciones como si comenzar a sembrar o no. Eso es básico. Otra
acción es reducir la huella hídrica en cultivos como el arroz: producir la
misma cantidad con menos agua. En semillas resistentes trabajan mucho con
fríjol, arroz y maíz.
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