DESDE LOS ICARIANOS A LAS ECOVILLAS
Icarianos se llamaron en el siglo XIX a los integrantes de un movimiento anti- revolución industrial, quienes fundaron en los EEUU un conjunto de comunas llamadas igualitarias en donde volcaron ideas comunistas de organización social y productiva en una etapa anterior a la propagación del marxismo y sobre el cual influyeron.
Su líder fue un francés llamado Etienne Cabet, influido por Thomas Moro (el autor de Utopia) y por Robert Owen (un teórico del cooperativismo). De formación democrática, E. Cabet fue pensador y político comprometido, lo que le valió un estado de persecución permanente que lo llevaría de Francia a Inglaterra, nuevamente a Francia y, por último a los EEUU.
Estando de regreso en Francia, luego de su primer exilio, publicó en 1840 un ensayo titulado “Viaje a Icaria” en donde volcaba un relato imaginario acerca de un sistema comunal comunista (no-clasista y democrático) que se aplicaba en la ciudad inventada de Icaria. El libro fue tremendamente popular, con cientos de miles de lectores. Se proponía compartir las propiedades, para que la pobreza fuera eliminada y todos podrían entonces contribuir al conjunto y obtener una existencia pacífica. El resultado final sería la igualdad para todos.
Las ideas de Cabet atrajeron en principio a los integrantes de una cierta clase media (burguesía) entre los cuales buscaba seleccionar adherentes con diferentes conocimientos y habilidades para fundar sus comunas. Mas tarde buscó atraer a sectores campesinos al comprender la importancia que la agricultura tendría en sus proyectos.
Convencido de que en Francia nunca podría concretar sus expectativos, Etienne. Cabet se embarcó en 1848 con 1500 seguidores rumbo a los EEUU. Su periplo estadounidense se extendió por Nueva Orleans y Texas con sucesivos fracasos, hasta que en 1850 ocuparon el pueblo de Nauvoo en Illionis que había sido abandonado por los mormones. Recién allí nació la Icaria soñada, con habitantes que habían renunciado a sus bienes, con reglas específicas para la convivencia y para la admisión de nuevos miembros.
Las relaciones internas se fueron rigidizando y una especie de fundamentalismo interno y las angustias económicas terminaron con las últimas reservas comunitarias. En 1898 por propia decisión se dispersaron. De esa manera terminaba una de las experiencias alternativas mas interesantes del siglo XIX.
La primera mitad del siglo XX bajo el signo de la lucha de clases
La Sociedad Industrial que tanto había cambiado los “modos” de las relaciones sociales en el siglo XIX, terminó cambiando profundamente la “estructura” de esas mismas relaciones en las primeras décadas del siglo siguiente. A medida que crecía el capitalismo con su vocación hacia la implantación de nuevas formas de vasallaje, simultáneamente crecían y se difundían las ideas marxistas, surgían los movimientos obreros, los partidos anarquistas, socialistas y comunistas. La lucha de clases dominaba el ideario revolucionario y en medio del conflicto creciente, desde el seno de cada sociedad ebullía la violencia que terminaría definiendo a la primera mitad del siglo XX como el período mas cruel y sanguinario de toda la historia conocida.
En ese clima no había espacio para el desarrollo de nuevas experiencias comunitarias autosegregadas y si algún matiz ideológico apuntaba en ese sentido, era rápidamente descalificado con el mote de “utópico” por parte de los poderes dominantes con lo cual querían significar que eran idealistas y de imposible concreción duradera.
El mundo dividido en dos partes a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, enfrentadas a la fuerza entre si por la Guerra Fría, se había convertido para entonces en un Planeta de sociedades sojuzgadas, asfixiadas, sometidas a un conflicto que le era ajeno. Algunos sectores dentro de cada sociedad comprendieron que no era patriotismo lo que alimentaba al conflicto ideológico, sino solo lucha de intereses entre grupos y sectores dominantes en pugna por el dominio absoluto a escala universal. Ni el panorama ni el objetivo han cambiado desde entonces y permanece hasta nuestros días en las primeras décadas del siglo XXI.
Es en esa mitad del mundo que se llamó Occidente y es alrededor de la década de los 60 cuando irrumpen con sorpresa y fuerza inusitada las primeras manifestaciones de rebeldía ante esta forzada dicotomía. Son algunos de sus hitos: la revolución cubana, las guerras por la liberación del norte de Äfrica y en algunos países árabes, los nacionalismos populistas, el mayo del 68 en Francia, la oposición a la guerra de Vietnam y los movimiento hippie o derechos civiles en los EEUU, los movimientos de reivindicación feminista, los partidos políticos denominados “verdes”, los movimientos guerrilleros de América Latina.
Para fines de la década de los 80 la rebelión se extiende hacia la otra mitad del Planeta y culmina con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS. Termina la Guerra Fría y el conflicto asume nuevas formas y nuevos protagonistas.
Una tregua para los países industrializados: la Sociedad del Bienestar
Para ganarse la adhesión de sus poblaciones frente al conflicto de la Guerra Fría y mientras sometían simultáneamente a los pueblos de la naciones bajo su “influencia”, las clases dominantes de los países industrializados, crearon durante un período de unos 40 años en la segunda mitad del siglo XX, la ilusión de la Sociedad del Bienestar. Esta consistía en una sociedad en donde había trabajo, buen nivel de vida, libertad individual y pública, educación y salud, progreso individual y colectivo, una compleja y eficiente infraestructura, un manejo aparentemente honesto de los bienes públicos y seguridad. Eran las sociedades “ejemplo” profusamente mostradas para envidia del resto de los pueblos.
Dos generaciones crecieron y vivieron bajo la ilusión de la Sociedad del Bienestar, tiempo en el que la estructura social se complejizó con nuevos aportes, como los movimientos homosexuales, la lucha por la liberación del aborto y del consumo de drogas, los movimientos anti-nucleares y las diferentes fracciones ecologistas.
Diferentes formas de pensamiento y una apertura a formas de vida mas espirituales frente al materialismo reinante, constituyeron un difuso y multifacético movimiento que el sistema encuadró bajo el mote de “New Age”. Formas musicales propias fueron su expresión mas difundida, pero también la búsqueda de una alimentación mas sana, el uso de ropas hechas con fibras naturales y la búsqueda de formas de relacionamiento mas abiertas. La “New Age” se confundió muchas veces con el movimiento “hippie” con el que confluyeron en algunos aspectos y se diferenciaron en otros.
No es de extrañar entonces que algunas formas “utópicas” de convivencia comunitaria resurgieran dando lugar a las Ecovillas o Ecoaldeas del siglo XX de las cuales hay tempranos ejemplos concretados en la década de los 60 como Findhorn en Escocia o Auroville en la India.
Todo cambia en el siglo XXI
A medida que el desarrollo en materia de comunicaciones se extendía a todo el Planeta, las noticias sobre accidentes químicos, nucleares, derrames de petróleo, desertificación, contaminaciones de todo tipo, aumento en los riesgos para la salud, manipulaciones genéticas, alimentos tóxicos, etc. mellaban la conciencia colectiva.
A esto se suman nuevos desafíos como la imperiosa defensa de los Derechos Humanos que explota en América Latina y el tomar conciencia de que el hambre en el mundo, lejos de disminuir aumenta, que las nuevas formas de producción agropecuaria arrasan con la soberanía alimentaria de muchos países, en donde aumenta la deforestación, la desertificación, el desplazamiento de las poblaciones campesinas, que la megaminería amenaza acabar con el agua potable y que los recursos naturales todos comienzan a mostrar signos de escasez.
La crisis de las deudas públicas iniciada en el 2008, causada por la especulación financiera internacional y privada, inaugura una serie de ajustes que afectan fuertemente a las poblaciones de los países desarrollados (aquellas que habían disfrutado del Estado del Bienestar) y el presente y futuro inmediato es incierto y cada vez mas amenazante para estas sociedades.
Evidentemente, la ilusión de la Sociedad del Bienestar ha terminado, no solo para aquellos países que nunca la habían disfrutado pero albergaban una cierta esperanza de alcanzarla, sino también para los países desarrollados en donde solo el 1% de la población tendría medios y oportunidades suficientes para disfrutar de la “forma de vida” dispendiosa y superficial que el consumo excesivo exige.
Oportunidad para la experiencia de las Ecovillas
Vivir en contacto con la naturaleza, formar parte de una comunidad de personas con sensibilidades semejantes, trabajar la tierra en busca del autoabastecimiento de alimentos producidos en forma orgánica, construir y habitar viviendas sustentables, cómodas y con diseños artísticamente logrados, consumir poca energía y autoabastecerse de la misma en la medida de lo posible, brindar un ámbito de libertad y solidaridad para la crianza de sus hijos, aprender oficios y realizar trabajos artesanales además de los intelectuales y espirituales, tener tiempo para estudiar, meditar, divertirse o comunicarse con otros utilizando – además del contacto personal - Internet y las redes sociales, etc etc. es la incompleta lista de anhelos y objetivos que comparten los integrantes de una ecovilla.
Muchos llegan hasta allí por hartazgo, otros por una visión holística del mundo. No es nada fácil conseguirlo. El principal obstáculo es la colonización de las mentes y la cultura, luego le sigue la falta de medios materiales para concretar su aspiración. Millones de personas en el mundo desearían vivir bajo esas condiciones si encontraran las formas de hacerlo. Pocos lo logran. Muchos no superan las etapas iniciales. Pero el camino está abierto y seguramente se ensanchará en el futuro en la medida que mas personas decidan transitarlo. Es un capítulo abierto a múltiples nuevas experiencias.
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Icarianos se llamaron en el siglo XIX a los integrantes de un movimiento anti- revolución industrial, quienes fundaron en los EEUU un conjunto de comunas llamadas igualitarias en donde volcaron ideas comunistas de organización social y productiva en una etapa anterior a la propagación del marxismo y sobre el cual influyeron.
Su líder fue un francés llamado Etienne Cabet, influido por Thomas Moro (el autor de Utopia) y por Robert Owen (un teórico del cooperativismo). De formación democrática, E. Cabet fue pensador y político comprometido, lo que le valió un estado de persecución permanente que lo llevaría de Francia a Inglaterra, nuevamente a Francia y, por último a los EEUU.
Estando de regreso en Francia, luego de su primer exilio, publicó en 1840 un ensayo titulado “Viaje a Icaria” en donde volcaba un relato imaginario acerca de un sistema comunal comunista (no-clasista y democrático) que se aplicaba en la ciudad inventada de Icaria. El libro fue tremendamente popular, con cientos de miles de lectores. Se proponía compartir las propiedades, para que la pobreza fuera eliminada y todos podrían entonces contribuir al conjunto y obtener una existencia pacífica. El resultado final sería la igualdad para todos.
Las ideas de Cabet atrajeron en principio a los integrantes de una cierta clase media (burguesía) entre los cuales buscaba seleccionar adherentes con diferentes conocimientos y habilidades para fundar sus comunas. Mas tarde buscó atraer a sectores campesinos al comprender la importancia que la agricultura tendría en sus proyectos.
Convencido de que en Francia nunca podría concretar sus expectativos, Etienne. Cabet se embarcó en 1848 con 1500 seguidores rumbo a los EEUU. Su periplo estadounidense se extendió por Nueva Orleans y Texas con sucesivos fracasos, hasta que en 1850 ocuparon el pueblo de Nauvoo en Illionis que había sido abandonado por los mormones. Recién allí nació la Icaria soñada, con habitantes que habían renunciado a sus bienes, con reglas específicas para la convivencia y para la admisión de nuevos miembros.
Las relaciones internas se fueron rigidizando y una especie de fundamentalismo interno y las angustias económicas terminaron con las últimas reservas comunitarias. En 1898 por propia decisión se dispersaron. De esa manera terminaba una de las experiencias alternativas mas interesantes del siglo XIX.
La primera mitad del siglo XX bajo el signo de la lucha de clases
La Sociedad Industrial que tanto había cambiado los “modos” de las relaciones sociales en el siglo XIX, terminó cambiando profundamente la “estructura” de esas mismas relaciones en las primeras décadas del siglo siguiente. A medida que crecía el capitalismo con su vocación hacia la implantación de nuevas formas de vasallaje, simultáneamente crecían y se difundían las ideas marxistas, surgían los movimientos obreros, los partidos anarquistas, socialistas y comunistas. La lucha de clases dominaba el ideario revolucionario y en medio del conflicto creciente, desde el seno de cada sociedad ebullía la violencia que terminaría definiendo a la primera mitad del siglo XX como el período mas cruel y sanguinario de toda la historia conocida.
En ese clima no había espacio para el desarrollo de nuevas experiencias comunitarias autosegregadas y si algún matiz ideológico apuntaba en ese sentido, era rápidamente descalificado con el mote de “utópico” por parte de los poderes dominantes con lo cual querían significar que eran idealistas y de imposible concreción duradera.
El mundo dividido en dos partes a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, enfrentadas a la fuerza entre si por la Guerra Fría, se había convertido para entonces en un Planeta de sociedades sojuzgadas, asfixiadas, sometidas a un conflicto que le era ajeno. Algunos sectores dentro de cada sociedad comprendieron que no era patriotismo lo que alimentaba al conflicto ideológico, sino solo lucha de intereses entre grupos y sectores dominantes en pugna por el dominio absoluto a escala universal. Ni el panorama ni el objetivo han cambiado desde entonces y permanece hasta nuestros días en las primeras décadas del siglo XXI.
Es en esa mitad del mundo que se llamó Occidente y es alrededor de la década de los 60 cuando irrumpen con sorpresa y fuerza inusitada las primeras manifestaciones de rebeldía ante esta forzada dicotomía. Son algunos de sus hitos: la revolución cubana, las guerras por la liberación del norte de Äfrica y en algunos países árabes, los nacionalismos populistas, el mayo del 68 en Francia, la oposición a la guerra de Vietnam y los movimiento hippie o derechos civiles en los EEUU, los movimientos de reivindicación feminista, los partidos políticos denominados “verdes”, los movimientos guerrilleros de América Latina.
Para fines de la década de los 80 la rebelión se extiende hacia la otra mitad del Planeta y culmina con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS. Termina la Guerra Fría y el conflicto asume nuevas formas y nuevos protagonistas.
Una tregua para los países industrializados: la Sociedad del Bienestar
Para ganarse la adhesión de sus poblaciones frente al conflicto de la Guerra Fría y mientras sometían simultáneamente a los pueblos de la naciones bajo su “influencia”, las clases dominantes de los países industrializados, crearon durante un período de unos 40 años en la segunda mitad del siglo XX, la ilusión de la Sociedad del Bienestar. Esta consistía en una sociedad en donde había trabajo, buen nivel de vida, libertad individual y pública, educación y salud, progreso individual y colectivo, una compleja y eficiente infraestructura, un manejo aparentemente honesto de los bienes públicos y seguridad. Eran las sociedades “ejemplo” profusamente mostradas para envidia del resto de los pueblos.
Dos generaciones crecieron y vivieron bajo la ilusión de la Sociedad del Bienestar, tiempo en el que la estructura social se complejizó con nuevos aportes, como los movimientos homosexuales, la lucha por la liberación del aborto y del consumo de drogas, los movimientos anti-nucleares y las diferentes fracciones ecologistas.
Diferentes formas de pensamiento y una apertura a formas de vida mas espirituales frente al materialismo reinante, constituyeron un difuso y multifacético movimiento que el sistema encuadró bajo el mote de “New Age”. Formas musicales propias fueron su expresión mas difundida, pero también la búsqueda de una alimentación mas sana, el uso de ropas hechas con fibras naturales y la búsqueda de formas de relacionamiento mas abiertas. La “New Age” se confundió muchas veces con el movimiento “hippie” con el que confluyeron en algunos aspectos y se diferenciaron en otros.
No es de extrañar entonces que algunas formas “utópicas” de convivencia comunitaria resurgieran dando lugar a las Ecovillas o Ecoaldeas del siglo XX de las cuales hay tempranos ejemplos concretados en la década de los 60 como Findhorn en Escocia o Auroville en la India.
Todo cambia en el siglo XXI
A medida que el desarrollo en materia de comunicaciones se extendía a todo el Planeta, las noticias sobre accidentes químicos, nucleares, derrames de petróleo, desertificación, contaminaciones de todo tipo, aumento en los riesgos para la salud, manipulaciones genéticas, alimentos tóxicos, etc. mellaban la conciencia colectiva.
A esto se suman nuevos desafíos como la imperiosa defensa de los Derechos Humanos que explota en América Latina y el tomar conciencia de que el hambre en el mundo, lejos de disminuir aumenta, que las nuevas formas de producción agropecuaria arrasan con la soberanía alimentaria de muchos países, en donde aumenta la deforestación, la desertificación, el desplazamiento de las poblaciones campesinas, que la megaminería amenaza acabar con el agua potable y que los recursos naturales todos comienzan a mostrar signos de escasez.
La crisis de las deudas públicas iniciada en el 2008, causada por la especulación financiera internacional y privada, inaugura una serie de ajustes que afectan fuertemente a las poblaciones de los países desarrollados (aquellas que habían disfrutado del Estado del Bienestar) y el presente y futuro inmediato es incierto y cada vez mas amenazante para estas sociedades.
Evidentemente, la ilusión de la Sociedad del Bienestar ha terminado, no solo para aquellos países que nunca la habían disfrutado pero albergaban una cierta esperanza de alcanzarla, sino también para los países desarrollados en donde solo el 1% de la población tendría medios y oportunidades suficientes para disfrutar de la “forma de vida” dispendiosa y superficial que el consumo excesivo exige.
Oportunidad para la experiencia de las Ecovillas
Vivir en contacto con la naturaleza, formar parte de una comunidad de personas con sensibilidades semejantes, trabajar la tierra en busca del autoabastecimiento de alimentos producidos en forma orgánica, construir y habitar viviendas sustentables, cómodas y con diseños artísticamente logrados, consumir poca energía y autoabastecerse de la misma en la medida de lo posible, brindar un ámbito de libertad y solidaridad para la crianza de sus hijos, aprender oficios y realizar trabajos artesanales además de los intelectuales y espirituales, tener tiempo para estudiar, meditar, divertirse o comunicarse con otros utilizando – además del contacto personal - Internet y las redes sociales, etc etc. es la incompleta lista de anhelos y objetivos que comparten los integrantes de una ecovilla.
Muchos llegan hasta allí por hartazgo, otros por una visión holística del mundo. No es nada fácil conseguirlo. El principal obstáculo es la colonización de las mentes y la cultura, luego le sigue la falta de medios materiales para concretar su aspiración. Millones de personas en el mundo desearían vivir bajo esas condiciones si encontraran las formas de hacerlo. Pocos lo logran. Muchos no superan las etapas iniciales. Pero el camino está abierto y seguramente se ensanchará en el futuro en la medida que mas personas decidan transitarlo. Es un capítulo abierto a múltiples nuevas experiencias.
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