Grupo de Trabajo II
del Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre
el Un desglose regional
Cambio Climático -
Introducción
El presente informe resume los efectos del cambio climático
observables en la actualidad, así como los previstos por el Grupo de Trabajo II
del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por
sus siglas en inglés), recogidos en el Quinto Informe de Evaluación (AR5, por
sus siglas en inglés). Este informe pretende guiar al lector a través de los
efectos del cambio climático en varios epígrafes, tales como la disponibilidad
de agua o la salud pública. Cada epígrafe comienza con un breve resumen, al que
sigue información más detallada en forma de guiones.
Este reporte está elaborado a partir de información
sintetizada tomada de los borradores ampliamente disponibles, aunque todavía
provisionales, que integran la contribución del Grupo de Trabajo II al Quinto
Informe de Evaluación del IPCC. La versión final de este documento estará
únicamente disponible a partir del 31 de marzo, una vez los representantes
gubernamentales hayan aprobado el Resumen para Responsables de Políticas (SPM,
por sus siglas en inglés) en Yokohama (Japón), los días 25 a 29 de marzo de
2014.
La información para elaborar este documento está tomada en
su mayor parte de los principales capítulos del Informe de Evaluación, cuyo
contenido no está previsto que sufra modificaciones sustanciales a raíz de la
reunión del SPM. Dicha información ha sido completada con un texto adicional
destinado a aclarar las posibles consecuencias de las conclusiones aquí
presentadas. La utilización de la información aquí contenida está sujeta a su
uso con fines estrictamente no comerciales y a un debido reconocimiento de la
autoría del IPCC cuando sea pertinente.
Incidencia del cambio climático
América Central y del Sur
Disponibilidad de los
recursos hídricos
América Central y América del Sur presentan una distribución
extremadamente desigual de la disponibilidad de agua, con zonas extremadamente
húmedas en las selvas tropicales y zonas enormemente secas en los Altos Andes.
El principal uso del agua es la agricultura, seguida por el consumo humano de
los 580 millones habitantes de la región. Según la Agencia Internacional de la
Energía, la región suple el 60% de su demanda de electricidad mediante la
generación de energía hidroeléctrica, lo que contrasta con la media del 20% de
otras regiones del mundo. Dados el uso y la dependencia de Centroamérica y
América del Sur de los recursos hídricos, los cambios inducidos por el cambio
climático tendrán, sin lugar a dudas, un importante impacto que repercutirá en
la economía de la región y afectará al bienestar humano. Así, ya se han
observado alteraciones en el caudal de los ríos y en la disponibilidad del
agua, que probablemente continuarán en el futuro, afectando a zonas ya
vulnerables. El hielo y los glaciares andinos están retrocediendo a un ritmo
alarmante, lo que influirá en la estacionalidad y el volumen de los caudales.
La escorrentía es cada vez más frecuente en la cuenca del Río de la Plata
(Brasil, Paraguay, Argentina, Uruguay) y, por el contrario, más infrecuente en
la región central de los Andes (Chile, Argentina) y en América Central. Para
áreas ya semiáridas, el riesgo de escasez en el suministro de agua se
incrementará debido a la disminución de las precipitaciones y al aumento de la
evapotranspiración, lo que afectará al suministro urbano de agua, la generación
de energía hidroeléctrica y la agricultura.
• El retroceso
de los glaciares tropicales se ha acelerado, con la disminución de entre un 20
y un 50% de su tamaño desde finales de la década de 1970. Aunque este
derretimiento aumentó en un primer momento el caudal de los ríos, en la
actualidad éste ha disminuido, como se evidencia en la Cordillera Blanca del
Perú.
• Se espera
que los glaciares y los campos de hielo, así como la acumulación de nieve en los
Andes extratropicales (centro y sur de Chile y Argentina), sufran una
disminución aún mayor, con flujos reducidos en las épocas de sequía y un
aumento de estos durante las estaciones húmedas.
• La reducción
de las precipitaciones y el aumento de la evapotranspiración conducirá
probablemente a una reducción de la escorrentía en la mayor parte de la región
centroamericana, con una disminución prevista del 20 % en la escorrentía de la
cuenca del río Lempa, una de las cuencas más grandes de América Central, que
abarca partes de Guatemala, Honduras y El Salvador. Esta notable alteración de
la escorrentía podría tener graves consecuencias en la generación de energía
hidroeléctrica en la región.
• Asimismo, se
prevé que los glaciares tropicales de los Andes se reduzcan aún más y que
algunos glaciares permanentes puedan desaparecer por completo en un intervalo
de entre 20 y 50 años, con una continua disminución de la disponibilidad de
agua durante los meses secos. Por ejemplo, se estima que el derretimiento glacial
completo en los Andes peruanos se traduciría en una reducción del caudal anual
de entre el 2 y el 30 %, lo que agravaría aún más la vulnerabilidad de la
región frente a la sequía.
• Los costes
estimados de la disminución de la capacidad de generación de energía
hidroeléctrica a consecuencia del derretimiento de los glaciares son de unos
100 millones de dólares estadounidenses para el suministro de agua de Quito
(Ecuador), y de entre 212 y 1500 millones de dólares estadounidenses para el
sector eléctrico peruano.
• Se espera
que la disminución de las precipitaciones y de la escorrentía asociada en el
centro y sur de Chile y en Argentina continúe, lo que se traducirá en un
significativo descenso en la disponibilidad de agua dulce.
• La
disminución de la disponibilidad de agua afectará sustancialmente a la
agricultura, con un impacto económico de tal magnitud que podría provocar
migraciones a gran escala en la región nordeste de Brasil.
Ecosistemas y
biodiversidad
América Central y América del Sur poseen una gran variedad
de ecosistemas únicos y la mayor biodiversidad del planeta. Desgraciadamente,
esta riqueza natural se encuentra amenazada por el efecto combinado del cambio
climático y el aumento de la agricultura y la industrialización. Aunque la
alteración de los ecosistemas naturales es la principal causa de la pérdida de
biodiversidad y de ecosistemas en la región (algunos lugares particularmente
afectados son Mesoamérica, la región de Chocó-Darién-Ecuador occidental, los
Andes tropicales, el Chile central y la mata atlántica y el Cerrado
brasileños), se prevé que el cambio climático eleve las tasas de extinción de
especies. La acción conjunta del cambio en el uso del suelo, el aumento de las
temperaturas y la alteración de los patrones de precipitación probablemente
obligará a las especies a abandonar sus hábitats actuales, con el consiguiente
peligro de extinción para algunas de ellas. En Brasil, por ejemplo, la
distribución de algunos grupos de aves y plantas terminará desplazándose hacia
el sur, donde hay un menor número de hábitats naturales.
• La reducción
de las precipitaciones, el aumento de las temperaturas y la escasez de agua
pueden dar lugar a una sustitución abrupta e irreversible de los bosques
amazónicos por vegetación de tipo sabana hacia mediados o finales de siglo, lo
que causará un gran impacto sobre el clima, la biodiversidad y los habitantes
locales.
• Algunas
especies de plantas y animales están disminuyendo rápidamente en América
Central y América del Sur, en parte como consecuencia del cambio climático.
Brasil está entre los países con un mayor número de especies de aves y
mamíferos amenazadas y con un elevado porcentaje de especies de peces
continentales con áreas biogeográficas restringidas, que corren grave riesgo de
verse afectados por el cambio climático.
• Las especies
de altura presentes en los sistemas montañosos de los Andes y Sierra Madre son
especialmente vulnerables al cambio climático debido a sus pequeñas áreas de
distribución geográfica y a sus elevados requerimientos energéticos y de
terreno.
• En Brasil,
se estima que las aves del bosque atlántico, las especies de aves endémicas y
las especies de plantas del Cerrado tendrán que desplazarse hacia el sur y el
sudeste, donde la fragmentación y pérdida de hábitat son más acusadas.
• El aumento
de las temperaturas y los cambios en la disponibilidad de agua pueden afectar
negativamente a los peces de agua dulce debido al impacto sobre la fisiología y
los ritmos biológicos de las especies.
• Las
interacciones entre dos o más especies también se verán afectadas por el cambio
climático. Así, se prevén cambios en los tiempos de floración, cría y
migración, la estructura y composición de los ecosistemas, la interacción entre
depredadores y presas y las relaciones entre organismos, con un impacto
variable según las especies. Algunas especies altamente vulnerables podrían
incluso llegar a desaparecer por completo.
• Se espera
que los ecosistemas altoandinos, especialmente aquellos de los trópicos, que
proporcionan una serie de servicios ecosistémicos cruciales a millones de
personas, deban hacer frente a efectos del cambio climático excepcionalmente
fuertes durante el siglo XXI. En consecuencia, el bienestar socioeconómico de
la región se verá negativamente afectado por los cambios en su biodiversidad,
acentuándose en el caso de las comunidades más vulnerables,.
Sistemas costeros y
marinos
El aumento del nivel del mar ha afectado y seguirá afectando
a los sistemas costeros y marinos de toda América Central y del Sur. Por
ejemplo, los estados costeros de América Latina y el Caribe tienen una
población de más de 610 millones de habitantes, el 75 % de la cual vive a menos
de 200 kilómetros de la costa y puede verse afectada por el cambio climático.
Además, más del 30% de la población de El Salvador, Nicaragua, Costa Rica,
Panamá, Colombia, Venezuela y Ecuador vive en zonas costeras directamente
expuestas a los fenómenos climáticos. Los ecosistemas marinos adyacentes a
grandes poblaciones costeras también están experimentando importantes transformaciones
como consecuencia del efecto combinado del cambio climático y de agentes
agresores no climáticos. El aumento del nivel del mar y las actividades humanas
sobre los ecosistemas costeros y marinos suponen una grave amenaza para las
poblaciones de peces, las formaciones coralinas, los manglares, el ocio y el
turismo y el control de enfermedades. La combinación del cambio climático y la
sobrepesca, la contaminación, las especies invasoras y la destrucción del
hábitat podría tener un efecto negativo en la biodiversidad y la prestación de
servicios de los ecosistemas y dar lugar a pérdidas que planteen importantes
desafíos y costos para las sociedades, especialmente a aquellas de países en
desarrollo. La decoloración coralina asociada al calentamiento del océano y la
acidificación es frecuente en muchos lugares, pero su incidencia es
particularmente grave en el Sistema Arrecifal Mesoamericano y en todo el
Caribe.
• Se prevé que
las zonas que ya han sufrido una subida del nivel del mar de más de un 40%
experimenten un aumento de las inundaciones en el futuro. Entre ellas están las
costas del sur de Cuba, República Dominicana, Haití y la costa norte de
Jamaica, Islas Caimán, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia y
Venezuela.
• Los mayores
niveles de inundación en la región se dan en el Río de La Plata, un estuario
formado por la confluencia de los ríos Uruguay y Paraná en la frontera entre
Argentina y Uruguay, y se espera que aumenten con el cambio climático.
• Las áreas
urbanas a lo largo de la costa este de Brasil también han experimentado algunos
de los mayores incrementos en los niveles de las inundaciones costeras y se
prevé que aumenten en el futuro.
• La erosión
de las playas es un grave problema para muchos países costeros que se agravará
con el aumento del nivel del mar y las inundaciones litorales. Las zonas que
actualmente presentan un mayor riesgo son la costa norte de Cuba, Haití,
República Dominicana, la costa este de Antigua y Barbuda, Dominica, Santa
Lucía, Barbados, Guyana, Surinam, la Guayana Francesa, algunas partes de Brasil
y algunas partes de la costa oeste de Chile, México y Colombia.
• Olas más
grandes y violentas causadas por la elevación del nivel del mar podrían dañar
significativamente la infraestructura y las estructuras costeras de varias
ciudades en la costa oeste de América Central y del Sur.
• El aumento
de la temperatura de los océanos, su acidificación y la destrucción de los
arrecifes de coral reducirán significativamente la abundancia de pesca marina,
lo que tendrá consecuencias negativas para el sustento y las comunidades de las
zonas costeras. Algunos estudios estiman, por ejemplo, que el Sistema Arrecifal
Mesoamericano podría desaparecer hacia mediados de siglo (entre 2050 y 2070),
lo que causaría importantes pérdidas económicas a la región, especialmente a
Belice, Guatemala y Honduras. Se estima que el arrecife mesoamericano, a través
del turismo marino, la pesca y la protección del litoral, reporta entre 395 y
559 millones de dólares estadounidenses por año a Belice.
• Muchos
bosques de manglares de gran importancia ecológica y económica, especialmente
aquellos presentes a lo largo de las costas atlántica y pacífica de América
Central, podrían desaparecer en los próximos 100 años si las actuales amenazas
climáticas y no climáticas, tales como la deforestación, el cambio en el uso
del suelo y las prácticas intensivas de cría de camarones, continúan.
• La continua
destrucción y degradación de los bosques de manglares derivará probablemente en
el colapso del ecosistema, la reducción de la pesca y tendrá graves
consecuencias sobre el sustento de los países de Centroamérica, Brasil, la
Guayana Francesa y Colombia.
• Perú y
Colombia son dos de los ocho países más vulnerables a la incidencia del cambio
climático sobre el sector pesquero debido los efectos combinados del
calentamiento observado y previsto, las alteraciones en las especies y en la
productividad de los sistemas de surgencia, el peso de la industria pesquera en
las economías y dietas nacionales y la limitada capacidad de las sociedades
para adaptarse a los posibles impactos y sus oportunidades derivadas.
Producción
alimentaria y cambio de uso del suelo
La región de Centro y Sudamérica está desempeñando un papel
cada vez más importante en la economía mundial debido a que países como Brasil,
Chile, Colombia y Panamá se están desarrollando rápidamente y convirtiéndose en
emergentes potencias económicas. Sin embargo, la región también está cada vez
más expuesta a presiones relacionadas con el incremento de cambio de uso del
suelo, la industrialización y la creciente necesidad de alimentos. Gran parte
de la riqueza natural de la zona se encuentra ya amenazada por el desarrollo y
el rápido crecimiento agrícola, ganadero y de la producción bioenergética y el
cambio climático supone un factor desestabilizante más. Asimismo, la
deforestación y la degradación del suelo agravan también los nocivos efectos
del cambio climático y están dando lugar a la destrucción del medio ambiente en
toda la región. Se prevé que el cambio climático repercuta en la productividad
agrícola, lo que tendría importantes consecuencias en la seguridad alimentaria
en algunas partes de la zona. Por ejemplo, en el sector sudeste de América del
Sur, los pronósticos auguran un incremento de las lluvias, lo que
previsiblemente dará lugar a una productividad sostenida o en aumento hasta
mediados de siglo. En cambio, se estima que en América Central, el nordeste de
Brasil y ciertas partes de la región andina se producirá un aumento de las
temperaturas con una reducción asociada de las precipitaciones y que estas
regiones podrían experimentar una disminución de la productividad que pondría
en peligro la seguridad alimentaria, especialmente vulnerable en el caso de los
más desfavorecidos. Los cultivos y zonas que predeciblemente se verían más
afectados por el aumento de la temperatura y el estrés térmico serían el arroz
en el sudeste de Brasil, el maíz en toda Centro y Sudamérica y la soja en la
región central de Brasil. El cambio climático podría afectar gravemente a las
poblaciones más pobres y a su seguridad alimentaria, elevando el índice de
desnutrición crónica. En la actualidad, Guatemala es el país de la región con
mayor inseguridad alimentaria (alcanza al 30,4% de la población), un problema
que se ha agudizado en los últimos años.
• El aumento
de las precipitaciones y de la humedad del suelo ha llevado a la mejora de los
cultivos de estío y la productividad de los pastos y a la ampliación de las
áreas agrícolas en la región sudeste de América del Sur. Así, el incremento de
la humedad observada durante el período comprendido entre 1970 y 2000 (en
relación al período 1930-1960) condujo a un aumento en el rendimiento de los
cultivos de maíz y soja (entre un 9% y un 58%) en Argentina, Uruguay y el sur
de Brasil, una tendencia que podría continuar en el futuro.
• Unas
condiciones más cálidas y húmedas podrían favorecer a los cultivos de las zonas
sur y oeste de la región pampeana y el sur de Brasil. Se prevé que la
producción de arroz de regadío y la productividad del frijol aumenten.
• La
producción de caña de azúcar podría igualmente verse beneficiada por el
calentamiento, pues permitiría una expansión de los cultivos hacia el sur,
donde las bajas temperaturas son hoy un factor limitante.
• El aumento
de la productividad de los cultivos en el estado de São Paulo podría alcanzar
el 6% en el año 2040. Sin embargo, las estimaciones para los rendimientos de la
soja, el maíz y el trigo en Paraguay son más variadas.
• La
disminución de las precipitaciones podría hacer peligrar la sostenibilidad de
los sistemas agrícolas en regiones ya marginales y las prácticas agrícolas
continuas en estas áreas podrían producir fuertes tormentas de polvo, un
incremento de la mortalidad del ganado, la pérdida de cosechas y la migración
rural.
• En Chile y
el oeste de Argentina, los rendimientos agrícolas podrían reducirse por causa
de las limitaciones de agua. En el centro Chile, el aumento de las
temperaturas, la reducción de horas de frío y la escasez de agua podrían
reducir la productividad de los cultivos de invierno, frutas, viñas y pino
insigne (Pinus radiata).
• La
disminución de las precipitaciones y la consecuente reducción del flujo hídrico
en la cuenca del río Neuquén (norte de la Patagonia, Argentina) podría afectar
negativamente a la producción de frutas y verduras.
• En la parte
norte de la cuenca de Mendoza (Argentina), la combinación del cambio climático
y el aumento de la demanda de agua, debido al crecimiento de la población,
podría comprometer la disponibilidad de agua subterránea para el riego y
posiblemente forzar a muchos agricultores a abandonar la agricultura en el año
2030.
• El aumento
de las temperaturas durante la estación de cultivo en algunas regiones
tropicales de América del Sur, el este de los Andes y América Central afectará
probablemente de manera negativa a la productividad agrícola y al bienestar
humano.
• Se prevé una
disminución de los rendimientos agrícolas de los cultivos de subsistencia,
tales como los frijoles, el maíz y la yuca, en el nordeste de Brasil y las
áreas actualmente favorables al cultivo del frijol caupí probablemente se
reducirán.
• La
producción de café en Minas Gerais y São Paulo (sudeste de Brasil) puede ser
inviable en escenarios extremadamente cálido, por lo que es posible que su
cultivo deba de ser trasladado a regiones más australes, donde las temperaturas
sean más bajas y el riesgo de heladas, menor. Así, la previsión es que, con un
aumento de la temperatura de 3ºC, el cafeto arábigo se expanda hacia el extremo
sur de Brasil, cerca de la frontera con Uruguay y el norte de Argentina.
• La
producción de café es muy sensible a los cambios climáticos y al menos 1,4
millones de personas en Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua dependen
de este sector para su subsistencia.
• El cambio
climático podría reducir el tamaño del hábitat del árbol de pequi (Caryocar
brasiliense), un árbol frutal de Cerrado de gran importancia económica, lo que
tendría consecuencias nefastas para las comunidades más pobres del Brasil
central.
• Las
previsiones más funestas auguran una reducción del 44% en el rendimiento de la
soja en la región amazónica para el año 2050.
Salud humana
Los cambios en el clima y en los patrones climáticos están
teniendo consecuencias negativas para la salud humana en América Central y del
Sur, como el aumento de la morbilidad, la mortalidad, la discapacidad y la
aparición de enfermedades en zonas donde antes no eran endémicas. Factores de
tipo climático, tales como alteraciones en las temperaturas y precipitaciones,
están asociados a enfermedades respiratorias y cardiovasculares, enfermedades
transmitidas por vectores y a través del agua (malaria, dengue, fiebre
amarilla, leishmaniasis, cólera y otras enfermedades diarreicas), hantavirus y
rotavirus, enfermedades renales crónicas y traumas psicológicos. La
vulnerabilidad frente a estas enfermedades varía en función del área
geográfica, la edad, el género, la raza, la etnia y el estatus socioeconómico,
y está aumentando en las grandes zonas urbanas. Tomando en consideración las
tasas de crecimiento de la población de la región y las vulnerabilidades
existentes en materia de salud, agua, saneamiento y sistemas de recogida de
residuos, nutrición, contaminación y producción de alimentos en las regiones
pobres, es posible afirmar que el cambio climático incrementará los riesgos
actuales y futuros para la salud humana.
• Los
huracanes provocados por el cambio climático y las inundaciones pueden afectar
a la salud y la supervivencia de miles de personas en la región, como pudo
observarse en 1998 con los brotes epidémicos de enfermedades transmitidas por
vectores y a través del agua provocados por el huracán Mitch y con las
inundaciones en Colombia en 2010-2012, que causaron la muerte a cientos de
personas y obligaron a miles a abandonar sus territorios.
• El número de
casos de malaria ha aumentado en Colombia y en otras zonas urbanas y rurales de
la región amazónica durante las últimas cinco décadas. Sin una prevención
significativa, los casos de malaria seguirán incrementándose con el cambio
climático.
• La
transmisión de la malaria también está aumentando en altitud en los Andes
bolivianos y encontramos vectores en zonas cada vez más altas desde Venezuela a
Bolivia.
• La
incidencia de la fiebre del dengue, igualmente sujeta al cambio en las
condiciones climáticas, se ha intensificado en la América tropical en los
últimos 25 años, causando unas pérdidas económicas anuales de 2100 millones
dólares estadounidenses.
• Pese a las
importantes campañas de vacunación, el riesgo de brotes de fiebre amarilla se
ha extendido principalmente en los entornos urbanos pobres y densamente
poblados de la América tropical.
• Es probable
que la incidencia de la esquistosomiasis aumente con un clima más cálido,
especialmente en las zonas rurales de Surinam, Venezuela, el altiplano andino y
las regiones urbanizadas rurales y periféricas de Brasil.
• Las altas
temperaturas y el deterioro de la calidad del aire en los entornos urbanos
están acrecentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares y respiratorias
crónicas y la morbilidad por asma y rinitis.
• Otras
enfermedades, como el cólera, la enfermedad de Chagas, la leishmaniasis cutánea
y la leishmaniasis visceral, se ven igualmente afectadas por variaciones
climáticas como El Niño y La Niña y pueden empeorar con el cambio climático.
TOMADO DE ENVIO EN RED FOROBA
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