¿Por qué es importante el componente de adaptación en el
Acuerdo de París?
Uno de los grandes hitos que se reconocen mundialmente al
Acuerdo de París es que se haya dado al componente de adaptación un
reconocimiento con respecto al de mitigación. Países como Guatemala, Honduras,
El Salvador y Nicaragua – vulnerables al cambio climático – podrán aprovechar
las oportunidades para adaptarse y desarrollarse.(Foto: Javier Suay Anton) El
Acuerdo de París – adoptado por los 195 países de la Convención Marco de
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) durante la COP21 – es el
reflejo del compromiso de las naciones para trabajar en conjunto y evitar que
la temperatura del planeta continúe subiendo, con el fin de evitar graves
impactos en el clima. Uno de los aspectos que se destacan del acuerdo, porque
no había sucedido antes en ninguna Conferencia del Clima de la CMNUCC, es que
se menciona claramente, en el párrafo 4 del artículo 7, la relación entre
mitigación (reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero o GEI,
responsables del cambio climático) y adaptación (esfuerzos de los países para
adaptarse a los efectos del cambio climático). Así, el texto indica que “un incremento
de los niveles de mitigación puede reducir la necesidad de esfuerzos
adicionales de adaptación”. El punto en cuestión es importante dado que por
primera vez se incluye una meta cualitativa en adaptación, que consiste en
aumentar la capacidad de adaptación, fortalecer la resiliencia y reducir la
vulnerabilidad al cambio climático. Se establece como fin proteger a las
personas, los medios de vida y los ecosistemas, teniendo en cuenta las
necesidades urgentes e inmediatas de los países más vulnerables. Además el
acuerdo plantea que los países presenten de manera periódica reportes sobre
problemáticas y avances en adaptación. Tania Guillén, ingeniera ambiental y
especialista en cambio climático, sostuvo a ConexiónCOP que tras años de
negociaciones, en el Acuerdo de París, se logró un reconocimiento general a la
adaptación con respecto a la mitigación. “Lo que refleja el texto es
principalmente un trabajo para lograr un objetivo mundial relativo a la
adaptación, que es el resultado de la información contundente sobre los efectos
adversos del cambio climático que ya viven países y comunidades alrededor del
planeta. Era prácticamente imposible que adaptación fuera relegada en el
Acuerdo de París”, sostiene Guillén. El financiamiento para adaptación Durante la
COP20, desarrollada en Perú en el año 2014, el Programa de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (PNUMA) presentó el primer “Informe sobre la brecha de
adaptación” (Adaptation Gap Report), en el que se revelaba que, aunque se logre
limitar el incremento de temperatura del planeta por debajo de los 2°C en este
siglo, se proyecta que el costo de la adaptación al cambio climático de los
países en desarrollo alcance los US$ 150 mil millones de dólares de aquí a
2025/2030, y a entre US$ 250 mil y 500 mil millones antes de 2050. En el
artículo 9 del Acuerdo de París referido a financiamiento, se establece que se
debe de buscar un “equilibrio” entre el financiamiento para la adaptación y
mitigación. En el mismo párrafo se menciona que las subvenciones serán
destinadas a los países “particularmente vulnerables” y no solo a los países
menos adelantados (PMA) o los estados insulares (PEI). El acuerdo hace énfasis
en la necesidad de que el financiamiento para la adaptación sea en carácter de
“donación”, es decir, que los países vulnerables no deberían endeudarse para
hacer frente a los efectos negativos del cambio climático. Guillén explica que
hasta ahora la mayoría del trabajo y decisiones relacionadas a la adaptación
habían establecido beneficios o actividades particularmente para los PMA o para
los PEI, que han sido reconocidos como países de gran vulnerabilidad a los
efectos del cambio climático. “Países como los latinoamericanos no contaban con
las mismas ventanas de apoyo y/o financiamiento, por ello, se puede identificar
que en materia de adaptación – que es la prioridad de la región -, muchos de
las naciones todavía no cuentan con instrumentos tan importantes como los
Planes Nacionales de Adaptación. Con el Acuerdo de París, esperamos que el
esfuerzo técnico y la planificación de la adaptación – a todos los niveles – se
vea reforzada”, sostiene Guillén.
Sobre el mismo punto, Deissy Martinez Barón, coordinadora
científica del Programa de Investigación de CGIAR en Cambio Climático,
Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS) explica que el Acuerdo de París
plantea algunas alternativas como aquellas asociadas al financiamiento de
programas de desarrollo que incorporen medidas de defensa contra el cambio
climático y de resiliencia al clima. “En el
Acuerdo también se exhorta al Fondo Verde del Clima para que acelere la
prestación de apoyo a los países menos adelantados y a otros países – que son
países en desarrollo – para la
formulación de sus planes nacionales de adaptación. Por lo tanto, el
compromiso, voluntad y capacidad de los países en diseñar proyectos, planes y
programas integrales que consideren el clima como un componente esencial en la
planificación para alcanzar el desarrollo es la principal estrategia para
financiar la adaptación de manera coherente, especialmente en el sector
agropecuario”, indica Martínez Barón.
Adaptación en Latinoamérica A pesar de que
Latinoamérica solo es responsable del 10% de las emisiones globales de GEI, es
una de las regiones más afectadas por los efectos negativos del cambio
climático. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estima
que para un aumento de temperatura de 2.5°C, los costos ascenderían entre el
1,5% y el 5% del PIB regional. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha
estimado que para un aumento de temperatura de 2°C, el costo alcanzaría los US$
100 billones de dólares por año, monto superior al financiamiento necesario para
la mitigación y adaptación a nivel global. Los países como Guatemala, Honduras,
El Salvador y Nicaragua tienen retos muy importantes en temas de desarrollo
como la pobreza e indigencia, inseguridad alimentaria, inequidad social y
desigualdad que son prioritarios en la agenda nacional e incluso regional, pero
que se vuelven mucho más críticos al presentarse fenómenos como El Niño que
involucra disminuciones significativas en las precipitaciones y por lo tanto,
periodos secos más largos de lo normal. Deissy Martinez Barón explica que estos
fenómenos incrementan las crisis en materia alimentaria y nutricional vía los
ingresos familiares y vía el acceso y disponibilidad de alimentos, acentuando
los retos en lo social. “En este sentido, Guatemala, Honduras, El Salvador y
Nicaragua, tienen la oportunidad de aprovechar el marco internacional que
reconoce la importancia de la adaptación como un mecanismo para alcanzar el
desarrollo y que al mismo tiempo habilita escenarios en los cuales se articule
la financiación necesaria para aumentar resiliencia en los países más
vulnerables”, explica Martínez.
Tania Guillén explica que el trabajo pre 2020 relacionado a
mitigación es muy débil, por ende las necesidades de adaptarnos aumentarán. “Debe
aumentarse de igual manera el trabajo de adaptación y de mitigación, eso
ayudará a reducir las pérdidas y daños vinculados a los efectos extremos del
cambio climático, aspecto que no resultó totalmente satisfactorio en el Acuerdo
de París, y que es un aspecto a los que se tendrán que enfrentar especialmente
las comunidades”, finaliza. TOMADO DE CONEXIÓN COP , ENVIADO POR RED FOROBA
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