Cuando el enemigo es
la propia Naturaleza ¿Por qué Cuba es menos vulnerable a las catástrofes que
otras naciones? ¿Cuál es el secreto para enfrentar a la naturaleza? Con qué
medios cuenta para detener o desviar un golpe brutal de esos eventos? Autor:
Lisanka González Suárez
El ejercicio Meteoro se realiza cada año para perfeccionar
las labores de protección.
No existe ningún país en el planeta exento de los embates de
la naturaleza cuando se desata con intensidad, provocando huracanes, terremotos
y otros fenómenos atmosféricos que dan origen a desastres como tsunamis,
deslaves de tierras o enormes inundaciones, eventos que generalmente cobran
vidas y dejan elevadas pérdidas materiales. La mano del hombre no puede
evitarlos, pero sí prepararse para mitigar sus efectos. Y eso solo puede
lograrse si es capaz de crear un sistema de defensa contra desastres que le
permita poner en práctica con la mayor rapidez, medidas para resguardar la vida
de las personas y sus bienes. En la actualidad muchas de las naciones más
pobres y por consiguiente menos desarrolladas, generalmente son sorprendidas
por los fenómenos atmosféricos y sus brutales secuelas, con enormes cantidades
de víctimas mortales. Es imposible no recordar el gran terremoto de Haití en el
año 2010. Cuba vivió una situación muy triste en 1963, azotada por el huracán
Flora, un fuerte y curioso fenómeno que durante cuatro días mantuvo una
errática trayectoria, penetrando el 3 de octubre por las costas de la provincia
más oriental de la Isla, Guantánamo, y entrando y saliendo por diferentes
puntos del oriente posteriormente. A su paso abrió carreteras, pasó por encima
de puentes tendidos sobre ríos, algunos de los cuales sacó de su cauce, llevándose
en sus turbias aguas la vida de más de mil víctimas y dejando a más de cien mil
personas sin casas y otros bienes. El Flora representa la segunda mayor
catástrofe natural ocurrida en Cuba, después de la provocada por el brutal
huracán de noviembre de 1932, en Santa Cruz del Sur, Camagüey, que causó
alrededor de 3 500 muertos, a causa fundamentalmente de la marea de tormenta o
ras de mar que destruyó el poblado. Y en este siglo, no puede dejar de
mencionarse el paso de tres huracanes consecutivos en el 2008: Gustav, Ike y
Paloma. Según los especialistas, han sido los más devastadores en la historia
de estos sucesos meteorológicos en el país. CERRARLES EL PASO POR TODO LOS
CAMINOS Como se sabe, Cuba está geográficamente ubicada en el camino que suelen
transitar tormentas tropicales que, en muchos casos, se convierten en potentes
huracanes. De ahí que nuestra nación ha acumulado una amplia experiencia en la
lucha contra ese enemigo. La Defensa Civil, institución responsabilizada con
los planes de protección ante esos fenómenos, durante más de 40 años ha
trabajado, corrigiendo errores, organizando hasta el detalle los planes de
contingencia, llevando a la población a lugares seguros, protegiendo sus vidas
y sus bienes. La institución ha estructurado un sistema de defensa contra
desastres, incluidos huracanes, sismos, fugas de productos perjudiciales,
incendios, inundaciones, penetraciones del mar u otro evento de calamidad que
pueda azotar a la nación, donde el aviso temprano conlleva el comportamiento de
sus ciudadanos, la disciplina con que sigan sus instrucciones, la evacuación
preparada, así como otras importantes medidas de aseguramiento que constituyen
los elementos esenciales para preservar el mayor tesoro del país, su pueblo. De
ahí que anualmente, al comenzar la temporada ciclónica, que tanto nos afecta,
se realiza un bien pensado ejercicio para poner a prueba el conocimiento de las
personas encargadas de echar a andar el engranaje de los mecanismos
establecidos, y a la población involucrada en lugares de riesgo; el
entrenamiento de qué hacer, cómo comportarse, dónde ir, en qué lugares
evacuarse; quiénes se responsabilizan con que los albergues estén
acondicionados y seguros, a dónde llevar a los evacuados, qué personas con
viviendas sólidas están en disposición de colaborar, cuáles bienes deben llevar
los albergados; que toda la población en riesgo esté al tanto del aviso
temprano, así como la importancia de seguir las informaciones emitidas al
respecto. Las estadísticas reflejan que gracias a que llegado el momento la
institución actúa en los diferentes niveles como un solo mecanismo, el país ha
acumulador una preparación reconocida por los organismos internacionales que se
ocupan del tema, lo que se traduce en el bajo número de personas fallecidas por
esa causa. Para ello se realizan entrenamientos lo más similar a una situación
real bajo la premisa de que la vida es irremplazable, por eso la seguridad del
pueblo está en el primer escalón de los planes de la Defensa Civil en la nación
caribeña El Estado Mayor de la Defensa Civil Nacional desarrolla anualmente el
Ejercicio Popular Meteoro consciente de que las medidas preventivas y los
trabajos organizativos adoptados para atenuar los desastres pueden ser aún más
eficaces Ejercicios realizados arrojaron unos 3 millones de personas evacuadas
a lugares seguros, muchas de ellos con sus bienes materiales, de ellas, cerca
de medio millón se albergó en centros de evacuación, en tanto el resto recibió
el abrigo solidario de familiares y vecinos. La Defensa Civil continúa
trabajando en el perfeccionamiento de su objetivo esencial: prevenir, en el
difícil intento por reducir los golpes que suele asestar la naturaleza sin
previo aviso. Los impactos más letales causados por estos fenómenos se centran
generalmente en la vivienda: cientos de miles son dañadas, buena parte de ellas
con pérdidas parciales y totales de techo, además de otras averías, mientras
miles quedan derrumbes totalmente. Estos daños resultan mayores debido a la
difícil situación de la vivienda en el país, cuya solución ha avanzado con
bastante lentitud y no se ha solucionado aún, no obstante se trabaja
fuertemente en esa dirección. Informes oficiales indicaban que las afectaciones
de la vivienda pueden calificarse como el tipo de problema más complejo, no
solo porque las destruidas deja a cientos de miles personas sin ellas por un
tiempo, y a algunos cientos de miles más cuyas casas requieren reparación, sino
porque construir y rehabilitar implica inversiones financieras y en recursos
verdaderamente millonarias, y obligadamente años de trabajo intenso. Miles de
toneladas de alimentos almacenados se dañan. El servicio eléctrico se afecta
prácticamente en todo el país, que queda a oscuras a causa de los vientos y las
lluvias intensas y por las medidas de protección que se aplican para evitar
perjuicios mayores. . Puede decirse que prácticamente el país queda en ruinas,
con una economía muy deteriorada, pero a pesar de que las viviendas, las
cosechas, los sistemas eléctricos, las estructuras industriales, queda
prácticamente arruinada, la vida sigue y el país no puede retroceder en lo que
ha logrado. En lo inmediato lo que sigue luego de la calamidad es un duro
trabajo de recuperación. La importancia de tener un sistema de defensa contra
los desastres está en prepararse en todos los sentidos. No es fácil recuperarse
luego de un golpe de gran magnitud, pero cuando se planifica la recuperación,
el aviso a tiempo, seleccionados los lugares de evacuación mejor protegidos y
se organiza al pueblo, de manera de no dejarse llevar por el pánico y tener
confianza en la protección que se le brinda, no hay desbandadas ni
amontonamientos que entorpezcan el trabajo de protección.
PREVENCIÓN + ALERTA TEMPRANO, HE AHÍ LA CLAVE
Los organismos vinculados directamente con la preparación del ejercicio, la
dirección del país, los Consejos de Defensa de los gobiernos locales,
instituciones económicas, sociales, escuelas, hoteles, hospitales en toda la
nación ejecutan las acciones previstas dentro de los planes de la Defensa Civil
en sus respectivos territorios, con el fin de fortalecer la capacidad de
respuesta ante la ocurrencia de sismos de gran intensidad, maremotos y otras
situaciones extremas de desastres. Inundaciones en La Habana por penetraciones
del mar en la zona del Vedado. El
incremento de actividad sísmica que se registra en la mayor de las Antillas,
particularmente en la región oriental ha llevado en los últimos entrenamientos
realizados a abordar situaciones generadas por eventos de esa índole. Desde
hace años, prepara a la población, organiza las respuestas adecuadas, detecta
las vulnerabilidades del sistema en los diversos territorios, y ejercita las
acciones previstas en los planes de contingencia. El pueblo cubano está
psicológicamente preparado para enfrentar huracanes, por lo que ha adquirido
una cierta cultura en ese sentido. La mayoría de sus habitantes tienen claridad
en que a causa de su posición geográfica, le acecha el peligro de ser tocado
por uno de ellos. Esto lo ha llevado a acumular una gran preparación, que ha
sido reconocido por los organismos internacionales. A través del tiempo, la
isla ha vivido muchos eventos de ese tipo de alta peligrosidad, con la secuela
de inundaciones inherentes al fenómeno, que han permitido valorar la
solidaridad y alta disciplina de sencillos hombres y mujeres de su pueblo
vinculados de una manera u otra, al problema, Para nosotros de tan frecuente
resultan habituales esas actitudes, que muchas veces en situaciones normales no
apreciamos, Hemos reflexionado en ocasiones sobre la pérdida de algunos valores
esenciales en la sociedad que forman parte de tradiciones heredadas de nuestros
abuelos, pero son estos difíciles momentos de temor e incertidumbre que nos
percatamos que esa tradición de ayuda y solidaridad con el prójimo, germinó y y
aflora cuando llega el momento. En las últimas semanas, el clima de la Isla ha
sufrido cambios poco habituales:,tormentas severas con fuertes lluvias, inundaciones
costeras, producto del fenómeno el Niño, y casi con regularidad durante varios
días movimientos telúricos perceptibles en las provincias
orientales.particularmente en Santiago de Cuba, cuyas familias se han visto a
salir de sus casas y aguardar en parques y plazas que cesen las sacudida ante
los movimientos sísmicos en diversos puntos de esa zona, donde al parecer la
corteza terrestre se está acomodando. Mientras observaba algunas imágenes de
los difíciles momentos que ha vivido la población santiaguera, sin que pasara
de un susto, pero con el temor de que más tarde podría sobrevenir un terremoto
de proporciones mayores.Escuché que un miembro de la comunidad subió a su
edificio corriendo para colar café y que sus vecinos pudieran beber un traguito
de esa bebida que el cubano estima le ayuda a resistir los malos momentos. La
ocurrencia de grandes terremotos, afortunadamente no son frecuentes en la Isla,
mas esa actividad sísmica, la hace permanecer alerta en la necesidad de estar
en capacidad de reducir en lo posible los daños derivados de una situación
extrema de este tipo. La mayor de las Antillas cuenta con el Centro Nacional de
Investigaciones Sismológicas (CENAIS), una red conformada por varias
estaciones, que monitorea continuamente la actividad telúrica en el país, en
tanto que el Instituto de Meteorología, por su parte, dispone de un servicio de
más de 60 estaciones y ocho radares.También se presta atención a la instalación
de unidades médicas de emergencia y su capacidad operacional, experiencia
acumulada por los cooperantes médicos en varios países, entre ellos los de la
brigada Henry Reeve. TOMADO DE LA GRANMA DE CUBA
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