La vista aérea muestra la magnitud del área protegida.
Abajo, imágenes de su riqueza hídrica y de fauna y flora. FOTOS JAIME
PÉREZ Y ESTEBAN VANEGAS
POR GUSTAVO OSPINA ZAPATA | PUBLICADO HACE 1 HORA
Infografía
246 árboles en total tiene en pie el humedal El
Trianón, según el Área Metropolitana.
1.411 de los individuos arbóreos pertenecen al parque
lineal La Heliodora.
EN DEFINITIVA
A unos pocos pasos de las casas y edificios de Envigado
están el humedal El Trianón y el parque La Heliodora, que juntos conforman un
área protegida de gran riqueza ambiental y ecológica.
Agua, flora, fauna, aire puro y los colores y olores de la
naturaleza en su esplendor, tan escasos en este mundo de edificios y avenidas,
afloran en plena zona urbana de Envigado, donde están ubicados el parque lineal
La Heliodora y el Humedal El Trianón, declarados hace un mes como Área
Protegida de Recreación Urbana.
La declaratoria corrió por cuenta del Área Metropolitana del
Valle de Aburrá -Amva-, en un proceso en el que participaron la Alcaldía de
Envigado, la comunidad de la comuna 7 y el Instituto Von Humboldt, que obtuvo
recientemente las competencias para autorizar estas declaratorias.
Son 25.58 hectáreas de espacio natural, de las cuales 23.31
constituyen el parque lineal ambiental La Heliodora y el resto (3.57 hectáreas)
conforman el Humedal El Trianón, cercano a las montañas del oriente de
Envigado.
Hilda Elena Castaño López, una habitante de esta
localidad y quien dice llevar cerca de 15 años trabajando en la defensa de El
Trianón, cuenta que en ese proceso se lograron frenar dos proyectos de
construcción de apartamentos: uno para 120 viviendas en 2007 y otro para más de
400 apartamentos en 2011. Nada fácil en una ciudad asediada por el apetito de
los urbanizadores y a la que muchos habitantes del Valle de Aburrá quisieran
tener como morada.
De allí lo valioso de tener este espacio libre de amenazas
constructivas y destinado solo al disfrute ciudadano y como zona de
conservación. Es un pulmón verde que se ganaron Envigado y el Valle de Aburrá,
tan agobiados por el mal aire y las congestiones vehiculares.
-Al principio éramos trece personas unidas para luchar para
que en ese lugar no se construyera nada. La lucha fue dura, nos tocó empezar a
documentarnos acerca de la historia para sustentar nuestro clamor de que se
conservara el humedal; y en esa búsqueda descubrimos que al sitio le decían La
Laguna, porque había un espejo de agua y hasta iban los niños de las escuelas a
coger ranitas para sus experimentos de biología-, recuerda Hilda Elena, que hoy
es coordinadora general de Ecohumedales, una organización cívica que nació para
luchar por la defensa de este humedal y otros que, asegura, existen en la
localidad y que tal vez no son tan visibles.
Los sonidos del silencio
Parece exageración, pero no lo es. Un envigadeño residente
en cualquier casa o edificio en barrios como El Dorado o El Trianón puede, en
menos de cinco minutos, dejar de escuchar el ruido, a veces infernal, de los
carros y motos, y pasar a disfrutar la paz que emana del sonido de una quebrada
que baja cristalina entre las montañas o el sonido musical que emiten las ramas
de los árboles y los arbustos cuando los sacude el viento.
Ese mismo ciudadano también puede cambiar, si desea, los
pitos de los autos por los cantos de más de 22 especies de aves que vuelan
entre las copas de las árboles de La Heliodora. Y puede pasar, en ese mismo
tiempo, de una calle en la que esquiva motos que suben y bajan raudas por la
vía, a estar parado en las piedras de una quebrada escuchando el sonido
melodioso de unos guaduales que se mecen en los bordes del afluente, como
sucede en La Heliodora.
Ambos lugares están conectados, pero el acceso para los
ciudadanos empieza en el parque lineal La Heliodora, que está al borde de la
calle 41B sur con la carrera 34. El ingreso es libre.
Es un espacio con gimnasios, aula ambiental, auditorio al
aire libre y senderos para caminar. Todo enmarcado en jardines y árboles que
sirven de morada a decenas de especies faunísticas, entre aves, insectos y
roedores, como ardillas, zarigüeyas y murciélagos.
-Ese pájaro que ven ahí es un barranquero andino, tiene los
ojos rojos para poder ver de noche y cazar grillos y culebras-, dice un
vigilante del lugar.
-El concepto de área protegida de recreación tiene que ver
con la combinación de servicios ecosistémicos para que haya preservación de la
biodiversidad y, hasta cierto punto, de las especies nativas, pero también
abrir espacios para la educación, la recreación y que las personas tengan
contacto con los animales y las plantas, apunta Brigitte Baptiste,
directora del Instituto Alexánder Von Humboldt.
Por eso, en el parque hay lugares especiales: uno es una
caseta ecológica hecha con botellas de plástico, en la que los niños y jóvenes
de los colegios de Envigado aprenden sobre temas ambientales y de reciclaje. El
otro es un orquideorama que poco a poco se ha ido convirtiendo en un santuario
para la Restrepia, una orquídea nativa de la reserva y de la que hay
identificadas cerca de 32 especies.
En la actualidad se trabaja en la adecuación de un sendero
para llegar a la quebrada La Heliodora, buscando que la gente pueda disfrutar
del afluente caminando entre sus piedras o para que se detenga en sus aguas a
escuchar el sonido del bosque nativo, que poco a poco ha ido creciendo después
de un tiempo en el que se había perdido.
Nora Elena Moreno Rave, socióloga ambientalista y
coordinadora de Parques de la Secretaría del Medio Ambiente, pide que la gente
acuda al parque y lo disfrute.
-No se puede proteger lo que no se conoce, por eso la
invitación a la gente es a que venga a conocer el parque, que participe en los
talleres artísticos y culturales, que se encuentre y disfrute. Este parque
tiene cosas muy bellas cuando hace cuatro años estaba abandonado; trajimos mariposas,
que no había, hay abejas, ha bajado hasta el zorrito-, dice con emoción.
Yarumos, balsos, guaduales, ceibas de la especie cocodrilo y
palmas de cera, entre otras, son algunas de las más de 300 especies de flora y
los 1.657 individuos arbóreos que tiene la reserva.
La fauna incluye 116 especies, entre ellas la Pollita de
agua, que permitió identificar el humedal, y la Guacharaca, que sobresalen
entre en un total de 70 especies de aves.
-En el mantenimiento de estas áreas, en la presente
administración, hemos invertido cerca de $1.000 millones, son lugares de muy
alto valor ecológico-, recalca el secretario del Medio Ambiente de
César Mora Arias.
Envigado,
Los habitantes del Valle de Aburrá no deben perderse la
oportunidad de disfrutar este sitio. Solo como terapia vale la pena la
experiencia. Tan espléndido es el paisaje, que hasta su silencio fue declarado
bajo protección, es decir, los sonidos acústicos que emanan de los seres vivos
que habitan este lugar, este oasis... .
CONTEXTO DE LA NOTICIA
¿QUÉ SIGUE?BUEN CUIDADO Y NO MÁS VÍAS
Además del aprovechamiento que las comunidades pueden hacer
de la reserva, Hilda Castaño, vocera de Ecohumedales, advierte que el municipio
debe frenar el proyecto de extender las vías hacia el cerro tutelar, pues esto
constituye una amenaza para el humedal y para las fuentes hídricas, dado que
allí fueron declarados como objetos de conservación el recurso hídrico del
humedal y las quebradas La Heliodora y La Seca, al igual que la vegetación
ribereña cercana a los cuerpos de agua y el paisaje acústico.
Periodista egresado de UPB con especialización en literatura
Universidad de Medellín. El paisaje alucinante, poesía. Premios de Periodismo
Siemens y Colprensa, y Rey de España colectivos. Especialidad, crónicas. //
TOMADO DE EL COLOMBIANO
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