Para descreídos y negadores II, o el paciente 41
Por Osvaldo Nicolás Pimpignano
En plena pandemia de COVID-19, en muchísimas partes del
mundo y Argentina no es la excepción, incomprensiblemente escuchamos voces y
vemos actitudes privadas y de Estados que ceden a presiones contrarias al
mantenimiento de las medidas de precaución, imprescindibles para protegernos
individual y colectivamente. Voces que afirman que hay que privilegiar la
economía sobre la salud, o aprovechados que violan las normas con fines políticos
y económicos personales. Afamados comunicadores que afirman sin tapujos que
harán lo que quieran (en termínanos muy groseros) porque el Poder Ejecutivo no
es quien para decirles lo que deben hacer o conductoras de programas
televisivos que afirman que la pandemia se resuelve tomando Dióxido de Cloro,
(un desinfectante) en cámara, para ganar un punto de rating, dando lastimosas imágenes
que ponen en riesgo a algun incauto que les pueda creer.
Son actitudes que resultan incomprensibles a la luz de
las experiencias que esta pandemia deja día a día. Por ejemplo en Europa,
algunas naciones abrieron primero sus fronteras internas y posteriormente las
de la UE en su conjunto para “no desaprovechar la época vacacional”. En
realidad lo hicieron por las presiones de la industria turística que ven la
oportunidad de no dejar pasar una temporada veraniega, el resultado es que en
varios países la circulación de personas, que somos los vehículos de difusión
del virus ha dado lugar a lo que denomina segunda etapa de la pandemia. La
historia disponible de la medicina indica que todas las pandemias tienen un
rebrote, una segunda etapa, generalmente muy atenuada, pero no parece ser el
caso. Alemania, la estrella en la gestión de la Pandemia al sufrir un rebrote,
reconocieron que se apresuraron a liberar las “libertades individuales y el
comercio”.
No es creíble que los estados ignoren esto, como tampoco
es creíble, pero sucede, que existan personas que en nombre de sus derechos
individuales, entre los que parece han decidido enfermarse y eventualmente
morir, se permitan violar las normas de seguridad. La duda consiste en si estas
libertades incluyen también algun derecho a enfermar a otras personas.
En muchas ciudades de nuestra nación se observa una
circulación de personas que no parece justificadas, reuniones en parques,
negocios que abren sin estar incluidos entre los permitidos creando un fenómeno
esperable, aumento logarítmico de los contagios. Un Intendente del centro de la
provincia de Buenos Aires consultó a sus vecinos mediante una encuesta si
preferían el aislamiento o la libre circulación. Los vecinos mayoritariamente optaron
por el aislamiento, pero el intendente optó por la liberación. Dos vecinos
viajaron a la CABA por razones de negocios y entre otros artículos trajeron el
virus, resultado, municipio cerrado en cuarentena con una cantidad importante de
personas infectadas que pudieron no enfermarse. En estos días la provincia de
Santiago de Estero que había tenido solo 66 casos sospechosos radicados en la
Capital y La Banda, de los que solo 40 eran oriundos y disponía a comenzar el
dictado de clases presenciales y liberar otras actividades, pero se interpuso
una persona, a la que se identifica como, “Don Ávila” que con síntomas y sin
atender a indicaciones médicas causó un rebrote inimaginable. Este ciudadano
santiagueño no se privó de nada, asistió a todos los asados que pudo, visitó
familiares cercanos y parientes lejanos, fue a cumpleaños y festejo el Día del
Amigo. Esto a pesar de tener fiebre alta y tos seca. Don Ávila que es empleado
público rompió todos los protocolos indicados para personas con síntomas de
COVID-19 es conocido como el “paciente 41” en su provincia y, según las
autoridades sanitarias, es responsable de los últimos 19 contagios registrados
en el territorio.
Los resultados están a la vista, en total esparció el virus entre 94 familias que deben
estar aisladas. Se tuvieron que cerrar las oficinas de Rentas, Tribunales y el
Ministerio Publico Fiscal para desinfectar y se cree que podría haber
contagiado a más de 300 personas en la peor de las estimaciones.
La posible diseminación de coronavirus que produjo Don Ávila,
tuvo su comienzo el 16 de julio (el día que publicamos Para descreídos y negadores I) cuando el hombre empezó a sentirse
afiebrado, con una tos seca grave. Se tomó la temperatura y el termómetro le
indicó que efectivamente tenía 38 grados.
Según contó en una entrevista informal con la policía,
cuatro días más tarde, el martes 21, fue a visitar a un médico, pero no le dio
importancia a su estado.
El cruce de datos entre distintos trabajos realizados por
la policía santiagueña, los análisis de los dos celulares secuestrados a Don Ávila
y las entrevistas con distintas personas de su círculo íntimo arrojaron que el
acusado estuvo presente en distintas fiestas y reuniones luego de esa consulta
médica: al menos se contabilizan dos asados realizados el fin de semana del 25
de julio, una fiesta por el Día del Amigo y varias cenas y reuniones con su
familia.
Don Ávila que trabaja en un organismo del Estado, siguió
con su vida social como si no existiera el coronavirus hasta el viernes pasado,
cuando los síntomas ya eran inocultables y su estado de salud empezó a
empeorar. Ahí fue a visitar a un médico que inmediatamente le indicó que fuera
a hacerse un hisopado. “Creemos que ese día no concurrió a hacerse el análisis
a pesar de los síntomas, trató de evitar ser analizado” comento una periodista
santiagueña. Una vez más rompiendo las reglas. Recién fue al hospital dos días
después, es decir el domingo, cuando se sentía muy mal y quedo internado.
“Eso es lo que dice él. No sabemos si nos está mintiendo
o no; como oculta información, es difícil saber cuándo dice la verdad. Como la
causa recién se está formando, aún no tomamos las declaraciones
correspondientes, pero el médico va a ser llamado a declarar para saber si es
verdad lo que dice J.A.”, aclararon fuentes de la oficina del fiscal Sebastián
Robles, que es quien lleva la causa contra el hombre, hoy internado.
Pero la historia se extendió, ya que el último médico que
lo atendió trabajó ese mismo día en Malbrán, un pueblo de 1.100 habitantes, que
queda a 366 kilómetros de la capital santiagueña. Las autoridades tuvieron que
aislar a 60 familias porque se cree que puede estar infectada la mitad del
pueblo.
Tanto es el escándalo que el propio gobernador Gerardo
Zamora, hizo una conferencia de prensa para hablar al respecto: “Anduvo en
asados y reuniones, no se privó de nada y por lo tanto hoy hay dos médicos, dos
gendarmes, toda su familia en aislamiento. 250 hisopados y muchos aislamientos
más porque todavía no sabemos qué hizo durante los 15 días anteriores, porque
además, es reticente a explicar sus actividades. Este ‘caso 41′ es todo lo que
no tiene que ocurrir.
Pero hay más enemigos de la salud pública. Jujuy una
hermosa pero pequeña provincia en pocos días que llegó a estar entre las que no
tenían ningún caso, superó los 300.000 contagiados entre una población que
escasamente supera el millón de habitantes. Las autoridades jujeñas sospechan
de alguna persona que pudo haber ingresado sin control ni aislamiento
preventivo o de algun transporte que les ingreso la pandemia y se convirtió en la quinta provincia en esta triste tabla.
Mientras tanto un Congresista de la Nación que ejerce su mandato desde 2017,
destacándose por su escasa actividad parlamentaria, denunció penalmente al
Presidente de la Nación por Decretar medidas de prevención, que “atentan contra
la intimidad de las personas y las libertades individuales”. El tiempo dirá si
se trata de una pieza magistral de las Ciencias Jurídicas o de la miserabilidad
humana en busca de cinco segundos de fama. Sera todo lo expuesto la afirmación
de Albert Einstein cuando afirmo que, “Dos cosas son infinitas: la estupidez
humana y el universo; y no estoy seguro de lo segundo".
Por Osvaldo Nicolás Pimpignano
Periodista de Investigación – FLACSO
Para: ASOCIACION ECOLOGISTA RIO MOCORETA
Las imágenes fueron tomadas de la Web
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