Una vez nos infectamos de ciertas enfermedades, como el
sarampión, o nos vacunamos una vez contra ellas, desarrollamos inmunidad de
por vida. En cambio, hay otras, como la gripe, que requieren de una nueva
versión de la vacuna cada
año. La pregunta ahora es qué pasará con el SARS-CoV-2: ¿será posible una inmunidad permanente
ante el Covid-19, la enfermedad que causa el nuevo coronavirus?
Para encontrar la respuesta, hay que observar lo que ocurre
dentro de nuestro cuerpo. Esto es lo que dicen dos inmunólogos -uno en Estados
Unidos, otra en Europa- sobre el tema y sobre por qué la vacuna es
clave para lograr la inmunidad.
Los anticuerpos son clave en la lucha contra las
infecciones. Crédito: CHRISTOPH BURGSTEDT/SCIENCE PHOTO LIBRARY
Tus células tienen memoria
"Cuando hablamos de inmunidad, nos referimos a ser
capaces de generar una respuesta inmune que nos proteja. Y esa respuesta puede
ser duradera o no", le dice a BBC Mundo Sheena Cruickshank, inmunóloga y
profesora de ciencias biomédicas de la Universidad de Manchester, Inglaterra.
Los linfocitos pueden reconocer una infección en particular
antes de que la desarrollemos en nuestro cuerpo. "Algunos de ellos
fabrican anticuerpos que pueden permanecer en nuestro organismo durante un
largo periodo de tiempo", apunta Marc Jenkins, director del Centro para la
Inmunología (CBI, por sus siglas en inglés), de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Minnesota, Estados Unidos.
La vacuna contra el Covid-19, aunque sea estacional, podría
salvar muchas vidas. Crédito: Peter Dazeley/GETTY IMAGES
"Así, si volvemos a infectarnos o nos ponemos una
vacuna, esos anticuerpos pueden eliminar la infección inmediatamente, antes de
que desarrollemos síntomas, de manera que tenemos inmunidad", añade
el académico.
"Eso es muy, muy importante, porque hay una fase en la
que tienes lo que se llama"inmunidad protectora" -esta parte de la
respuesta inmune puede ayudar a matar el germen- y luego las células de memoria
[o células T] recuerdan lo que ha pasado y saben cómo luchar contra a él en el
futuro", dice Cruickshank.
¿Pero cuánto tiempo permanecen en nuestro cuerpo? La
respuesta varía según la enfermedad.
"Hay evidencia de que, durante la epidemia de la gripe
española (1918 -1920), las células de memoria de algunas personas pudieron
producir anticuerpos hasta 50 o 60 años después", dice la inmunóloga.
"Sin embargo, a medida que nos hacemos mayores también
puede desvanecerse la capacidad de esas células de recordar aquellos gérmenes
porque nuestros sistema inmunológico se vuelve menos efectivo". Cuando eso
ocurre, nuestro cuerpo ya no reconoce el patógeno y, por lo tanto, no sabe cómo
luchar contra él.
Como una carrera armamentista
Pero no todo tiene que ver con cómo evoluciona tu sistema
inmunológico: "Las infecciones también evolucionan", dice
Cruickshank.
"Muchas de ellas han desarrollado estrategias para
esconderse de nuestro sistema inmunológico, y pueden hacerlo de muchas formas:
ocultándose dentro de nuestras células; 'robando' proteínas humanas para
asemejarse a ellas; transformándose con fragmentos de nuestra información...
Tienen muchas estrategias".
Y cuando las usan, a nuestro sistema inmunológico le cuesta
más combatir la infección. "Es muy complejo, es como si fuera una
constante carrera armamentista entre nuestro sistema inmunológico y esos
gérmenes", ilustra Cruickshank. Según la experta, hay ciertos
gérmenes que, o bien no hemos descubierto cuál es la mejor forma de desarrollar
inmunidad protectora frente a ellos, o bien no podemos hacerlo.
Y pone como ejemplo la malaria, una enfermedad para la que
no desarrollamos inmunidad permanente. "Es habitual que una persona esté
bien protegida frente a ella, pero se vaya a otro lugar, vuelva años más tarde
y pierda esa inmunidad, siendo tan vulnerable a ella como si nunca hubiera
estado expuesta".
Cruickshank dice que eso ocurre porque el parásito ha
mutado, pero también por el hecho de que esa enfermedad en concreto requiere
una respuesta inmune muy compleja, con muchas fases en nuestro cuerpo para que
la lucha sea efectiva.
Algunos virus cometen muchos errores al replicar su genoma y
eso complica nuestra reacción a ellos porque se transforman. Crédito:
GETTY IMAGES
Los virus cometen "errores"
"Los virus tienen material genético (ARN o ADN) que
replican en nuestro organismo para causar la infección. Al hacerlo,
cometen errores, en mayor o menor medida. Y esos errores pueden cambiar la
estructura del virus", explica el profesor Jenkins.
Es lo que también conocemos como mutaciones. "Algunos
virus, como los de la influeza (gripe), tienen un mecanismo muy sofisticado
para mutar. Cometen muchísimos errores y pueden cambiar aleatoriamente su
información genética", añade el inmunólogo.
"Eso es un problema para nuestro sistema inmunológico
porque si, por ejemplo, el año pasado desarrollaste una respuesta inmune a
cierta forma del virus, y éste muta y cambia, esa respuesta ya no es buena para
ese tipo de virus. Por eso hace falta una nueva vacuna cada año".
Los virus que pueden cambiar su material genético
fácilmente -como el de la influenza o el VIH- han sido problemáticos para
desarrollar vacunas en el pasado, apunta Jenkins.
¿Qué ocurre con el Covid-19?
"Lo que sabemos hasta ahora sobre el nuevo coronavirus
es que no comete muchos errores al replicarse. Eso es algo sin duda positivo
para nosotros porque, históricamente, en ese escenario sí hemos podido
desarrollar buenas vacunas", le cuenta Jenkins a BBC Mundo.
"Pero todavía no podemos afirmarlo", añade el
inmunólogo. "¿Cuán mutable es el coronavirus?¿Cuán fácilmente puede
cambiar su material genético? Eso va a ser clave". Ese es también para
Cruickshank el gran interrogante sobre el Covid-19, que nos permitirá averiguar
si somos o no capaces de desarrollar una respuesta inmune a largo plazo.
"El SARS-CoV-2 parece comportarse de manera similar
al SARS, lo cual es bueno porque hay evidencias que demuestran que tenemos
inmunidad si nos exponemos a él, pero todavía no lo sabemos con certeza. Eso
no quiere decir que tengamos inmunidad a largo plazo frente a el
Covid-19", dice la inmunóloga. "Ojalá que sí, pero todavía no lo
sabemos. Solo con más tiempo podremos saber si seguimos estando protegidos
varios meses después".
Lo que sí sabemos, dice Cruickshank, es que nuestro cuerpo
responde al nuevo coronavirus fabricando tres tipos de anticuerpos -AGM (el más
genérico); AGG (mejor y más potente); y AGA (el más importante)- cuyos niveles
van descendiendo de forma gradual.
Todavía no sabemos si nuestra reacción inmune al nuevo
coronavirus es permanente. Crédito: GETTY IMAGES
Y no debería sorprendernos que los niveles de anticuerpos
bajen. De hecho, si no lo hicieran sería peligroso. "Todas las respuestas
inmunes 'normales' tienen esa curva de tendencia: fabricamos muchos anticuerpos
entre las semanas y el mes después de la infección, y luego esos niveles caen a
los dos o tres meses", explica.
"Pero ese descenso no quiere decir que nos quedemos
a cero, sino a un nivel estable que incluso podría darnos inmunidad
permanente", aclara. "Llevo muchos años estudiando
respuestas inmunes y ese descenso es totalmente previsible". "Esa es
la parte crítica de nuestra respuesta inmune: está diseñada para reaccionar
cuando lo necesita, y desactivarse cuando debe hacerlo" explica
Cruickshank.
"No nos interesa (ni necesitamos) que el cuerpo siga
generando anticuerpos porque eso podría tener un efecto inflamatorio, muy
dañino para nuestro organismo. De hecho, en algunos pacientes con Covid-19 la
reacción inmune es exagerada, y por eso se ponen muy enfermos".
La importancia de la vacuna
"Las vacunas replican una infección para darle al
sistema inmunitario la información que necesita para poder generar inmunidad
protectora a largo plazo", explica Cruickshank.
"Científicos de todo el mundo trabajan muy duro para
averiguar las estrategias del nuevo coronavirus en nuestro cuerpo y saber si
podemos tener inmunidad permanente frente a él. Estamos aprendiendo cada vez
más sobre él a un ritmo espectacular. Eso me da la esperanza de que, al final,
le ganaremos la batalla", dice la inmunóloga.
Ambos científicos alertan sobre la desinformación y del
riesgo que implicaría que, una vez hallada una vacuna efectiva, parte de la
población no quisiera aplicársela.
"Eso significaría que nuestra lucha contra el
coronavirus no sería tan efectiva, porque necesitaremos que muchos se
vacunen para proteger a aquellos que no pueden hacerlo, o a personas mayores,
para quienes su efecto podría ser menor", señala Cruickshank.
"Las vacunas son uno de los medicamentos más seguros que
existen. Gracias a ellas hemos erradicado globalmente infecciones como la
viruela, y prácticamente también la polio (poliomelitis)", añade Jenkins.
"Cuando tengamos una vacuna efectiva contra el
coronavirus, incluso aunque su efecto sea temporal, como el de la gripe
estacional, será necesario que se vacunen cuantas más personas mejor para poder
combatir la infección y evitar más muertes y enfermos graves".
BBC / TOMADO DE LA NACION DE AR
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