Catastro de Sernageomin:
Chile acumula 520
faenas mineras abandonadas sin remediación ambiental
Helmuth Huerta
Un estudio de
Sernageomin caracterizó los yacimientos que siguen contaminando agua, suelos y
aire. Al menos 14 de estas faenas significan un riesgo para la integridad de
poblaciones cercanas.
La Cordillera de
Los Andes ya tiene 520 grupos de agujeros que han sido abandonados, luego de
que se agotara el recurso minero o éste dejara de ser rentable de explotar. El Catastro
de Faenas Mineras Abandonadas y Paralizadas, elaborado por el Servicio
Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), ha descrito la condición
particular de impactos sobre el agua, el suelo o el aire, que permanecen
activos.
En orden
decreciente, la mayor cantidad está en las regiones de Atacama, Coquimbo,
Antofagasta, Metropolitana y Valparaíso, aunque hay faenas mineras abandonadas
en todas las regiones. Se ha fijado un puntaje de 5 a 15 para caracterizar las
de alto riesgo, que en teoría deberían someterse a medidas de precaución como
seguimiento continuo e investigaciones detalladas.
Aquí se incluyen
hundimiento de tierra, tranque de relaves que filtran metales pesados hacia
napas subterráneas o tienen riesgo de colapso, botaderos de estériles, obras
derrumbadas, generación de material particulado o polvo en suspensión sobre
ecosistemas naturales y glaciares (lo que acelera su derretimiento).
Nancy Yáñez,
abogada del Observatorio Ciudadano y autora del libro La gran minería y los
derechos indígenas en el norte de Chile (Editorial LOM, 2008), ha dicho que
la minería está comprometiendo fuertemente la disponibilidad de agua en Chile:
“¿Cómo los compromete? Uno, por sobrexplotación, porque no hay minería sin
agua. El segundo gran impacto es la contaminación, toda vez que los tranques de
relaves, fundamentalmente en la zona cordillerana, permean las capas
subterráneas de los acuíferos alto andinos y van a contaminar cursos de agua.
Lo digo tan categóricamente porque esa ha sido la experiencia y los casos más
emblemáticos son el río Loa y el Copiapó, ambos saturados respecto de la
explotación y de los niveles de contaminación”, explicó.
Por su parte, el
director del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA),
Lucio Cuenca, cuestionó el soporte institucional que privilegia a la minería:
“Las condiciones en que se desarrolla la minería en nuestro país tienen
garantías y están concebidas desde el diseño de la Constitución del ’80, de la
dictadura de Pinochet. Incluso, la minería es la única actividad económica
mencionada con una serie de protecciones dentro de la Constitución. Eso ha
permitido que, desde que se inició la transición en el ’90, se haya dado un
proceso de expansión de la actividad minera de manera muy agresiva”, dijo.
Para remediar la
situación de nuevas minas abandonadas, está vigente desde noviembre de 2011 la Ley
20.551de Cierre de Faenas e Instalaciones Mineras, aunque, según
informa el director del Sernageomín, Julio Poblete, “a la fecha no existen
procesos de cierre iniciados al amparo de esta nueva ley, sin perjuicio de
haberse aprobado planes de cierre elaborados de conformidad a los nuevos
requisitos”. La normativa obliga a depositar una garantía financiera al iniciar
la explotación de un yacimiento, para así disponer de fondos al final de la
explotación.
Las 14 faenas
mineras más peligrosas son: La Planta San Carlos en Arica; faena Castilla en
Pica; Planta Tarapacá en Pozo Almonte; faena Incomin en Antofagasta; mina
Montecristo en Tal Tal; planta río Huasco en Caldera; planta Ojancos en el
centro de Copiapó; planta las Cascadas en Diego de Almagro; faena La Higuera en
la comuna del mismo nombre; planta California en Illapel; minera La Paciencia
en Rinconada; Planta Lo Águila II en Curacaví; minera Las Palmas en Pencahue; y
la mina Central Plegarias en Curanilahue.
Tomado de uchile
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