Un negocio redituable
humanos está íntimamente vinculada con el tráfico de armas,
drogas, inmigrantes y lavado de dinero. La Argentina y Brasil son lugares de
origen, tránsito y destino, mientras Paraguay y Uruguay son específicamente
sitios de reclutamiento.
Por Muriel Balbi *
La trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual
está comenzando a ser tomada cada vez más en serio, especialmente por su
vinculación con el crimen organizado transnacional. Esto llevó a que algunos
países, como el nuestro, fueran alertados e “invitados” por otros, a tomar
cartas en el asunto. La venta de seres humanos está íntimamente vinculada con
el tráfico de armas, drogas, inmigrantes y lavado de dinero. Como observan
algunos especialistas en temas de seguridad, la trata suele ser incluso más
lucrativa, ya que las personas pueden ser “comercializadas” varias veces, a
diferencia de las armas y la droga.
Este fue uno de los temas convocantes del Foro Internacional
sobre los Derechos de las Mujeres, que se llevó a cabo en Mar del Plata el 12 y
13 del corriente. Del mismo participaron representantes de distintos organismos
que luchan y/o estudian este flagelo, en países de la región. En ese contexto
se presentaron los resultados de análisis cuantitativos y cualitativos.
El Mercosur es zona de origen de mujeres que son llevadas
hacia Europa y Asia. El principal destino es España, seguido por Italia (aunque
éste es mercado casi exclusivo de personas trans), Chile y Sudáfrica.
La Argentina y Brasil son lugares de origen, tránsito y
destino; mientras Paraguay y Uruguay son específicamente sitios de
reclutamiento. En el caso de Argentina como destino, las mujeres suelen
provenir principalmente de Paraguay, República Dominicana, Colombia, Brasil y
Uruguay. Pero este delito también se realiza de modo interno, con tráfico de
personas desde lugares más vulnerables del interior del país hacia
las grandes
urbes. Es en la trata interna donde se ve más la captación de niñas, algunas
desde sus 8 ó 10 años de edad.
En cuanto a las redes criminales, poseen distintas
dimensiones, complejidad y dinámica: desde pequeñas familias hasta complejas
organizaciones delictivas. El secuestro, por su parte, no figura como una
herramienta muy utilizada para conseguir jóvenes, sino que se recurre más al
engaño, con falsas promesas de trabajo, castings, supuestas agencias de
modelos, complicidad de personas conocidas por las víctimas e incluso miembros
de sus propias familias. El traslado es pagado por la red (luego suele ser
parte de la “deuda” que la víctima contrae con ellos), se le retienen los
documentos y suele haber una custodia que va controlando el trayecto.
¿El destino? Prostíbulos, whiskerías, departamentos privados
y pooles. A las mujeres se las obliga a trabajar entre 10 y 12 horas por día,
muchas veces deben vivir en el mismo lugar en el que reciben a los clientes y
entre sus obligaciones figuran los ‘pases‘, beber y hacer beber. La forma de
mantenerlas retenidas es por medio de fuertes intimidaciones, secuestro del
DNI, violencia física y psicológica, violaciones, alcohol y drogas, chantaje,
deudas, multas, restricción de comida, amenazas de hacerles daño a sus familias
o miedo a ser denunciadas por otros crímenes que también se les obliga a cometer
(como tráfico de drogas o inmigración ilegal).
En este sentido, también es muy importante aclarar que la
trata de personas no se reduce a reclutar sólo a mujeres pobres, altamente
vulnerables. Entre los destinos de explotación también está la llamada “prostitución
VIP” o “de lujo”. Por ejemplo, en nuestro país, el conocido cabaret VIP “Black”
ha sido denunciado por La Alameda por vínculos con la trata. El titular de la
ONG, Gustavo Vera, aseguró que en el local nocturno, no sólo se ejerce la
prostitución, sino que las mujeres que trabajan allí son obligadas a comprar y
revender cocaína porque si no “son sometidas a feroces palizas o violaciones”.
Según contó Vera en diálogo con el programa de radio Mitre,
“Sin Filtro” de Jorge Lanata, “el local es un centro de narcos y de
distribución de cocaína que está habilitado de forma fraudulenta”. La denuncia
de La Alameda ante la Justicia partió del testimonio de Carina Ramos, una mujer
que le contó a la revista Noticias que fue obligada a prostituirse en distintos
clubes nocturnos, entre ellos, “Madaho’s” y “Black”, clubes a los que recurren
funcionarios, miembros de la Side y de embajadas y comisarios. “Black” es
propiedad de Alberto Fernández, quien integró la comitiva de empresarios y
emprendedores que acompañó al secretario de Comercio a Angola.
Por supuesto, cuando hablamos de trata de personas en el
Mercosur es imposible omitir la delicada situación de la Triple Frontera por
donde pasa gran parte del tráfico de mujeres y niñas. Por si esto fuera poco,
como advierte Cynthia Bendlin, una paraguaya con gran experiencia y
reconocimientos por su labor en esta lucha, “además de las complicidades de
funcionarios de la Triple Frontera con las redes criminales, se suma la
dificultad de que, cuando trabajás contra la trata, del lado paraguayo te
atiende un fiscal, del argentino, un juez, y del brasileño, la Policía, esto
complica la comunicación y el trabajo en equipo”. Por último, en cuanto a la
respuesta institucional, los especialistas coincidieron en la sensación de que
los criminales están siempre un paso más delante de las respuestas de los
gobiernos para apresarlos. “Los captadores vuelan por Internet y las redes
sociales”, afirmaron.
Pero el principal desafío sigue siendo para todos la
reinserción de las víctimas de trata. “No conocemos ninguna organización que
esté logrando hacerlo con éxito”. Hasta el momento, son contados los casos en
que la mujer ha logrado salir de las redes criminales y rehacer su vida. Muchas
de ellas, después de años de esfuerzos por emerger de la explotación, suelen
ser nuevamente coaptadas por las redes. Esto por la falta de herramientas
propias para poder liberarse de la dominación, no solo física, sino también
mental a las que fueron sometidas y por la escasez de ayuda institucional para hacer
frente a la monumental tarea de desprenderse de una red criminal y de encontrar
el modo de reinsertarse en la sociedad y de ser autónoma (especialmente en los
casos en los que han sido capturadas desde la infancia, por lo que carecen de
educación y lazos de solidaridad).
Frente a este panorama, los expertos coincidieron en que el
rol de cada uno de nosotros, desde la sociedad civil, es crucial. “Debe
lucharse contra el machismo que naturaliza el delito”. Por otro lado, “la
connivencia política, policial y judicial hace que se termine echando o
castigando a aquellos funcionarios que realmente luchan contra la trata”. Allí
debe estar la sociedad civil, involucrada y comprometida, haciendo presión para
respaldar a los que trabajan y apartando y condenando a los cómplices de la
explotación y la esclavitud de mujeres y niñas, en pleno siglo XXI.
* Nota publicada en infobae.com
Tomado de el litoral de ctes ar
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