Energías renovables, un imperativo
De acuerdo a lo
manifestado por el director nacional de Energía, Ramón Méndez, en el reciente
seminario iberoamericano de energías renovables, con la producción de energía
eólica prevista para 2015 en algunos momentos del día toda la demanda de
electricidad que requerirá el país será suministrada a través de esta fuente de
energía.
Actualmente la matriz
energética uruguaya se compone principalmente de energía no renovable, con el
petróleo participando en un 48,2 por ciento en el total de la matriz primaria,
pero el Uruguay está apostando fuertemente a las energías autóctonas y
renovables y, dentro de ellas, la que se lleva las preferencias hasta ahora es
la eólica.
Actualmente la
potencia eólica instalada en el país es de unos 50 megavatios, pero se espera
que para 2015 esta cifra se sitúe en el entorno de los 1.150 megavatios, de
acuerdo a los emprendimientos energéticos de este tipo que ya están en
desarrollo, previéndose que para ese año la matriz energética estará compuesta
en un 55 por ciento de generación hidráulica, en un 28 por ciento de eólica, 10
por ciento de biomasa y 7 por ciento de energía térmica.
El impulso se
inscribe en el contexto de la política energética 2005-2030, que fuera aprobada
por el Ejecutivo en 2008 y ratificada por la comisión multipartidaria de
energía del parlamento dos años después.
Esta apuesta apunta a
diversificar las fuentes de energía para así disminuir la dependencia del
petróleo, que plantea los principales lineamientos en materia de energía, con
las miras puesta en el largo plazo.
Uruguay cuenta con
cuatro parques eólicos, que son los de Nuevo Manantial, con una capacidad de
generación de 13 MW, Agroland (450 KW), complejo Ingeniero Emanuele Cambilargi,
propiedad de UTE, con 20 MW, y el parque Magdalena, de la empresa Kentiluz, de
diez megavatios.
Pero a la vez UTE ha
llevado a cabo tres grandes licitaciones para emprendimientos eólicos, que
están en plena etapa de implementación y con ellos se espera superar los mil
megavatios en 2015.
Las buenas
condiciones climáticas de Uruguay para esta producción, junto con la política
gubernamental que la promueve, ha convertido en atractivo para inversores
apostar a la instalación de un parque eólico, para cuya instalación se necesita
conjugar factores como disponibilidad de vientos, logística y conexión
eléctrica.
A juicio de los
operadores del sector, Uruguay está atravesando la mayor reestructura de toda
su historia en el campo eléctrico, en tanto este año comenzaron a llegar los
equipamientos que darán forma a los parques que ya fueron adjudicados.
Igualmente, tras este
empuje, todo indica que no van a entrar más de 100 a 150 megavatios por año
desde 2015, lo que aparece como un desafío a superar para seguir con una
tendencia si bien no tan marcada, por lo menos sostenida.
Estas ofertas sin
dudas han sido posibles porque UTE estableció nuevas condiciones para captar
las licitaciones que habían quedado afuera de la segunda licitación para
parques eólicos, mediante un precio sostén de 63,5 dólares el megavatio hora,
en el entendido de que es realmente positivo que se busquen alternativas
energéticas en base a inversiones en energías limpias y renovables.
Precisamente, toda
incorporación de potencia eléctrica es bienvenida además en un país en el que a
menudo la falta de agua en los embalses nos sigue afectando, lo que obliga a
UTE a importar electricidad a precio de oro en los países vecinos o generarla
en base a petróleo, a un precio similar.
Por lo tanto la
energía eólica se presenta a esta altura como el impulsor alternativo de mayor
proyección respecto a los embalses hidroeléctricos y a las centrales térmicas
para la generación eléctrica. Se considera que tiene una potencia posible de
unos 2.300 megavatios en nuestro país, teniendo en cuenta los emplazamientos de
líneas de UTE y los departamentos donde el viento tiene mayor potencial de
aprovechamiento, que son fundamentalmente los de la franja sureste del país.
Y en este contexto el
uso de recursos nacionales y renovables es un imperativo para un país altamente
dependiente, afectado por factores negativos como los altos costos y la
dependencia energética.
Ello indica que el
promover energéticos que no sean de origen fósil ni importados responde al
interés nacional, y es además un adicional nada despreciable que en su
instalación se puedan obtener créditos de carbono para mejorar la viabilidad de
los proyectos.
Tomado de el telégrafo de Uruguay
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