"Cárceles son el principal foco de reproducción de
criminales"
En su columna de hoy en El Comercio, Gino Costa, presidente
de Ciudad Nuestra, analiza la sobrepoblación de los penales Foto referencial.
(Archivo El Comercio).
El principal problema de las cárceles peruanas es su
porcentaje de sobrepoblación, que el 2013 alcanzó el 118%. Nuestros 67 penales
pueden alojar un máximo de 31 mil internos, pero cuentan con 68 mil, un exceso
de 37 mil. Esta cifra es inédita y quintuplica el exceso de 7 mil internos de
hace una década, que correspondía a una sobrepoblación del 32%, ya superior al
límite máximo del 20% que establecen los estándares internacionales.
Tan dramático como el hacinamiento es la rapidez de su
crecimiento, especialmente a partir del 2010. En la primera mitad del gobierno
del presidente Humala, el incremento neto de internos al mes fue de 650, frente
a 220 durante el gobierno de García y 150 en el de Toledo.
Este es el resultado del progresivo endurecimiento de la
legislación penal de cara al deterioro de la seguridad, que se ha traducido en
penas más largas, recortes de beneficios penitenciarios y mayor proclividad de
los jueces a decretar la prisión preventiva. Baste recordar que el 54% de los
internos en el Perú no están sentenciados.
Frente al incremento de la población penal, la ampliación de
la capacidad de albergue ha sido, pese a los esfuerzos, modesta. Toledo creó
2.600 nuevas plazas para 9 mil nuevos internos, García 5.550 para 13 mil nuevos
internos y Humala, en lo que va de su gobierno, 3 mil nuevas plazas para 19 mil
nuevos internos.
El objetivo de este gobierno, de completar 15 mil nuevas
plazas en cinco años, si se cumple, no servirá ni para compensar los nuevos
ingresos ocurridos hasta este momento.
El mérito de México y Brasil ha sido frenar el hacinamiento
durante la última década, en niveles bajos en el primer caso (23%) y
relativamente altos en el segundo (72%).
Chile, en cambio, es el único país de la región que la ha
reducido, del 48% al 18%. Bajo la presidencia de Piñera, Chile ha combinado la
ampliación de su capacidad de albergue con la flexibilización de los requisitos
para el otorgamiento de beneficios penitenciarios, una agresiva política de
indultos y el fortalecimiento del sistema de penas alternativas a la cárcel.
Precisamente lo contrario de lo que venimos haciendo acá.
Especialmente grave es el radical recorte de beneficios
penitenciarios dispuesto por el Congreso en agosto del año pasado, sin
considerar su efecto sobre el sistema penitenciario. Los beneficios son el
instrumento por excelencia para estimular el trabajo, el estudio y la
disciplina en las cárceles. En pocos años, tres de cuatro internos no podrán
acceder a beneficio alguno.
Muchos piensan equivocadamente que la sobrepoblación solo
afecta a los internos, quienes no merecen contemplación alguna y prefieren
ignorar sus implicancias para la seguridad ciudadana. En cárceles hacinadas no
hay reeducación ni rehabilitación ni orden ni autoridad. En estas, los grupos
criminales mandan, reclutan y continúan operando. Lejos de ser la solución a la
criminalidad, se han convertido en su principal foco de reproducción. TOMADO DE
EL COMERCIO DE PERU
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