EL CLIMA QUE VIENE Tras un ciclo neutro, las condiciones del Océano Pacífico
hacen prever un Niño “Hay grandes
probabilidades de que tengamos un Niño. Pero todavía no se conoce su
intensidad, eso se resolverá recién a fines de junio”, dijo a Valor Carne
Stella Carballo, investigadora del Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar.
débil a moderado que favorecerá con lluvias a la mayor
parte de las zonas ganaderas argentinas. Qué se espera para los otros países
productores de carne de la región y del mundo, según la especialista Stella
Carballo.
Los ciclos húmedos, secos o neutros que ocurren en el
Sudeste Sudamericano se definen por los fenómenos que se desarrollan en el
Océano Pacífico a partir de mediados de un año y persisten hasta la mitad del
siguiente. En particular, el Niño se produce por temperaturas superiores a lo
normal en las aguas de la zona central ecuatoriana de ese océano. Como
consecuencia, hay amplias regiones agropecuarias del continente favorecidas con
una mayor frecuencia de precipitaciones que derivan en registros por encima del
promedio histórico.
“Hoy estamos transitando una fase neutra, eso significa que
en los últimos meses la temperatura del océano ha oscilado en valores muy
próximos a lo normal, pero no llegó a elevarse en uno o dos grados, como ocurre
cuando se instala el Niño. De cualquier modo, los lapsos en que el océano
presentó valores ligeramente positivos favorecieron el ingreso de frentes a
nuestro territorio, con lo que aumentó la probabilidad de lluvias. De hecho,
octubre, noviembre y febrero últimos fueron muy llovedores”, explicó Carballo. Otra característica de los ciclos neutros es que hay
períodos en que no se registran precipitaciones. “Enero, por ejemplo, fue muy
seco, porque hay meses en que el océano se enfría. En cambio, durante un Niño,
las temperaturas se mantienen en forma sostenida por encima de lo normal, por
lo que hay más seguridad de que llueva, sobre todo en el verano, con los
beneficios que esto significa”, agregó.
Los modelos climáticos internacionales, que permiten predecir
lo que va a ocurrir en los meses venideros, son dinámicos, ya que se basan en
el cambiante comportamiento del océano y la atmósfera. “Para los próximos
meses, de acuerdo a lo que se ve en este momento, se prevé un otoño llovedor.
Luego, según la evolución esperada de las temperaturas del Pacífico, están
dadas las condiciones para que se produzca un Niño”, aseguró la investigadora.
Un capítulo aparte merece la posibilidad de inundaciones, ya
que la mayoría de los años en que éstas se registran coinciden con el proceso
Niño. “Si el otoño resultara muy llovedor y el suelo y subsuelo quedaran muy
cargados de humedad, se podrían dar fenómenos de ese tipo durante la próxima
campaña. Habrá que seguir en qué situación terminamos este ciclo neutro, ya que
en muchos lugares, tras las lluvias de febrero, los perfiles están saturados,
se ven encharcamientos, napas cercanas y falta de piso, y el margen para seguir
acumulando humedad es reducido”, advirtió Carballo. Y detalló que “esto se ve
en el Sur y Centro de Santa Fe y Sur de Córdoba, y en todas las zonas con
relieves más bajos donde ya hubo dificultades para mover el ganado y cortes de
rutas, entre otros problemas”.
En ese sentido, la experta subrayó que “es muy importante
confeccionar reservas con los pastos que disponemos hoy porque no sabemos el
alcance que tendrán las lluvias durante los próximos meses”.
En la región y el mundo
Para Carballo, la probabilidad de tener un Niño es algo que
habrá que considerar a la hora de estimar la evolución de la producción en los
principales países ganaderos.
De instalarse, el Sudeste Sudamericano y la mitad Sur de los
Estados Unidos -excluyendo la zona núcleo maicera- serán favorecidos por las
precipitaciones. La contraparte se verá en Oceanía y el Sudeste Asiático, donde
el fenómeno se correlaciona con lluvias menores a lo normal.
“En términos generales, el Sudeste y Sur de Brasil, Este de
Paraguay, Uruguay y la mitad Este de la Argentina, se verán beneficiados. En
tanto, la otra mitad de nuestro territorio, no muestra señal Niño”, precisó. Si bien existe el riesgo de pasarse de lluvias, todos los
años en que la Argentina tuvo cosechas récord coincidieron con procesos Niño.
“A pesar de que hay áreas donde no se puede sembrar, los rindes en los
ambientes más altos fueron muy buenos y compensaron las pérdidas”, contó
Carballo.
El último Niño muy fuerte fue el del 1997/98, cuando el
calentamiento del Pacífico superó los tres grados por encima de lo normal. “Si
en junio se definiera un Niño, por ahora, se prevé un fenómeno débil a
moderado, como el de 2009/10, que ocurrió tras una sequía espectacular.
Entonces, todo lo que llovió de más sirvió para recuperar los perfiles. Por
eso, uno tiene que ver sobre qué fase se monta un proceso nuevo para hacer
previsiones productivas”, concluyó. Fuente: Valor Carne – tomado de envío de pregón
agropecuario de ar
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