EL COCODRILO CUBANO Símbolo
de nuestra fauna El cocodrilo cubano solo habita en vida libre en la
Ciénaga
de Zapata y un número más pequeño en la Isla de la Juventud. La población en
total se calcula en alrededor de 6 000 ejemplares Ventura de Jesús García
Gutiérrez
En el criadero de la Ciénaga de Zapata tienen hoy cerca de 4
000 ejemplares de diferentes edades. Foto: Ventura de Jesús García
MATANZAS.—Todos le hemos escuchado contar a alguien el viejo
cuento del pariente que fue atacado por un cocodrilo y estuvo a punto de morir
en sus afilados dientes. Tampoco es mentira que a cierta distancia de él, uno
siente el pavor instantáneo del peligro de muerte. Y aunque en realidad no es
tan agresivo como lo pintan, la costumbre de asociarlo a crudas historias
agranda la curiosidad por este reptil. Ello explica que los cientos de turistas
que cada año visitan el exótico territorio de la Ciénaga de Zapata no dejen
pasar la ocasión de acercarse al Criadero de Cocodrilos, situado en las
inmediaciones del complejo turístico Boca de Guamá. Algunos viajeros, sin
embargo, no se abruman por esa impresión y consienten que un astuto cenaguero,
en una especie de número de circo, llegue al extremo de poner sobre sus hombros
a un joven cocodrilo en una treta que pone en aprieto al atrevido y hace las delicias
del resto de los presentes. En dicho lugar, según cuenta el máster en ciencias
Etiam Arturo Pérez Fleitas, mantienen en cautiverio cerca de 4 000 de esos
ejemplares de cocodrilo cubano. Es una especie en peligro de extinción y
protegerlos constituye una prioridad para los trabajadores de la instalación,
sostuvo el especialista. Dijo que la determinación de preservarlo, y así es
desde la creación del centro en 1959, no descarta la posibilidad de buscar
financiamiento para hacer realidad los necesarios estudios de la especie, como
es la genética molecular, biología, metabolismo y conducta, así como facilitar
su reproducción. El financiamiento se logra básicamente gracias al aporte del
Estado cubano, la exhibición de los animales a visitantes nacionales y
foráneos, y la exportación de los reptiles que una vez muertos se les aplica la
técnica de la taxidermia. Junto a los cocodrilos cubanos, en el criadero
convive una pareja de cocodrilo americano en encierros diferentes, con el único
propósito de facilitar las investigaciones y la obtención de los llamados
híbridos como consecuencia de la fusión entre ambas especies. Una actividad
cotidiana del pequeño colectivo en el criadero de ciclo cerrado es la limpieza
de los corrales, además de alimentarlos tres veces a la semana, cuenta Pérez
Fleitas. También es costumbre revisar bien cada área pues los reptiles suelen
aprovechar el menor resquicio para abandonar los cercados. Comentó que la
instalación reporta un 10 % de mortalidad en el primer año de vida de los
animales y que, aunque son muy exquisitos en la dieta alimentaria, no suelen
enfermarse con facilidad. Los problemas más frecuentes son de índole
digestivos, precisó.
El centro es conocido internacionalmente y es de los que más
interés despierta en los excursionistas junto al Museo Girón. “El cocodrilo
cubano solo habita en vida libre en la Ciénaga de Zapata y un número más
pequeño en la Isla de la Juventud. La población en total se calcula en
alrededor de 6 000 ejemplares”, expresó
Etiam Pérez Fleitas. Aunque insistió una y otra vez en la mala fama que
injustamente les conceden a los cocodrilos, antes de la despedida el también
biólogo del Criadero nos mostró varias marcas en su cuerpo, incluida una en el
rostro, lo cual achacó a gajes del oficio y a descuidadas maniobras sobre todo
con los ejemplares más jóvenes. Acepta orgulloso que esas huellas en su
fisonomía proclaman la voluntad de proteger y conservar a esta especie que es
todo un símbolo de la fauna cubana. Para el intruso, una simple sugerencia:
ante la presencia de estos corpulentos reptiles evite los arranques de
temeridad y el desdichado privilegio de llevarse, en el mejor de los casos, una
nada agradable estampilla en su cuerpo. TOMADO DE LA GRANMA DE CUBA
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