Argentina: La cultura
del despojo 0+ En una de sus muy ingratas batallas contra la “cultura del
despojo”
Argentina enfrenta esa paradoja retorcida en la que el dueño verdadero
de todo no termina de sacudirse a una oligarquía rancia empeñada en tratarlo
como visitante en su propia tierra, en su propia casa y en su propia cabeza. O
dicho de otro modo, la víctima del despojo ha sido educada para entregarlo todo
a punta de sangre e ideología chatarra; a punta de violencia bancaria y
desamparo político; a punta de recortes presupuestales, “lecops”, “patacones” y
helicópteros modelo 2001, escapando entre las llamas de las luchas en las
calles. Pueblo saqueado a punta de bayonetas televisivas y monopolios
mediáticos golpistas. El neoliberalismo rabioso. Toda la derecha argentina se dispone a
disfrazarse de “buena onda”, con globos y bailes cumbiancheros, sin importar en
cuánto ensanchen los márgenes de lo patético y lo ridículo, para hacerle creer
a todo un pueblo que se acabó la fiesta del “populismo”, que es hora de
devolverlo todo, “devolver lo que no es suyo” y que (en “buena onda”)
mantendrían algunas concesiones luego de restaurar el reino de las
privatizaciones que ha sido mancillado por las estatizaciones y las
intervenciones de un “poder popular” al que la burguesía llama “relato” y al
cual –dicen ellos- se le acabaron los tiempos. A mañana, tarde y noche los
ventrílocuos del monopolio Clarín (y sus secuaces) se desgañitan con la
cantaleta del “final de partida” como recurso histriónico para hacer invisible
el verdadero plan oligarca que es demoler sin compasión todo lo logrado por los
trabajadores en los años recientes de la “década ganada”. De las miradas
turbias y las palabras ponzoñosas de los “chirolitas” Clarín, escurre el tufo
fétido del odio de clase que anhela venganza de urnas para el asesinato de las
victorias populares. Sienten que son la vanguardia espiritual del sur que
recoge el alma del golpismo continental y por eso se reúnen con Uribe, con
Aznar, con Felipe González, con Capriles… y desde luego con Vargas Llosa y
jaurías similares. El sueño burgués de máxima es (además de recuperar lo
“perdido”) dar un ejemplo correctivo a toda esa generación que se atrevió a
pensar un mundo distinto. Una reprimenda y un castigo ejemplar en la “plaza
pública” al que decidió que el agua es suya y no de las empresas francesas que
la tenían privatizada. Castigo al que sintió suyos los trenes, al que sintió
como propias las jubilaciones, los servicios médicos y la educación. Reprimenda
enérgica al que pensó en democratizar la comunicación. Castigo sin clemencia al
que pensó que la justicia no puede, ni debe, seguir siendo arma de oligarcas
para “disciplinar” a los pueblos. Sanción y purga al que anheló un continente
integrado, liberado de los yanquis, de las deudas con el FMI y dispuesto a
mirarse como hermanos en el rostro de los pueblos hermanos de Latinoamérica y
de todo el mundo. El odio burgués se ha maquillado de fiesta democrática. Anda
colorido y escandaloso rellenando páginas de diarios y televisoras con su
palabrería vacía. Andan en “buena onda”, no quieren conflictos, rehúyen los
debates y se exhiben como “hermanas de la caridad” reconciliadores y serenos
(así lo mandan los cánones de las agencias de imagen Durán Barba, contratadas
ex profeso) lo que se dice “buena onda” para la foto. Todo mientras llegan las
fechas de los votos. Mientras tanto se reúnen y se reparten la estrategia del
“rescate”. ¿Quién se quedará con las jubilaciones? ¿Quién se quedará con YPF la
petrolera nacional? ¿Quién le meterá mano de nuevo a los ferrocarriles? ¿Quién
regenteará al Banco Nación? ¿A quien de darán los negociados en salud,
educación y vivienda? ¿Cómo se arreglarán con el “narco”, con los jueces, con
las mafias policiales y de seguridad privada? ¿Quién gerenciará la compra-venta
de las “cámaras de seguridad” que todos prometen como solución mágica al crimen
organizado? Claro que de eso no hablan cuando hablan por la tele. Por ahora ya
asoma la oligarquía un “plan de trabajo” que descargará en sus lebreles de “la
política” para que deroguen todo lo que deba ser derogado por el sólo hecho de
contener alguna idea de justicia social. Por ejemplo la “asignación universal
por hijo”, los controles cambiarios y los grandes logros históricos en materia
de Derechos Humanos. Derogar la cárcel a los dictadores y las indagatorias
sobre empresas cómplices… sin hablar de convenios para el desarrollo de
infraestructura e industria. Los logros de la “Década Ganada” ni son perfectos
ni son suficientes. Una larga lista de tareas de profundización está sobre la
mesa y está en juego la oportunidad de cumplir con semejantes tareas sin
dilaciones y sin algunos de los pretextos que han sido odiosos para propios y
para extraños. El modelo propuesto por el gobierno actual no resuelve la
derrota del capitalismo, está lejos de eso, pero ha dignificado a sectores de
la clase trabajadora que unos nunca habían conocido y otros en décadas no
pudieron recuperar tras el infierno de las dictaduras con asesinatos flagrantes
de todo tipo incluso a la libertad y a la democracia. Uno no debe anestesiarse
con los perfumes del “posibilismo” ni del “mal menor” tal como lo dibuja
–incluso- la oligarquía. La justicia social es impensable bajo el capitalismo
pero eso no habilita a separarse del debate político y la movilización de la
clase trabajadora en defensa de sus logros, estén en el estado provisional en
que estén, para defenderlos hombro con hombro en la situación actual de sus
luchas. Especialmente en esa lucha en la que los pueblos, que deben ser dueños
de todo, viven los estragos de una guerra psicológica e ideológica que quiere
convencerlos de entregar o “devolver” mansamente toda riqueza a una oligarquía, como la argentina,
depredadora, criminal e insaciable. Es urgente derrotar el plan mediático
burgués inspirado en tatuarnos su moral de esclavos felices de enriquecer al
amo y felices de recibir todos los azotes… siempre agradecidos y convencidos de
merecerlos. Devolver la “Década Ganada”. ¿Por quién votas? . TOMADO DE www.teleSURtv.net
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