Para saldar el débito
ecológico
Granma fue tras el análisis oportuno de las causas y
condiciones que sirven de background al decrecimiento de pulmones verdes en
varios territorios del país Autor: Sheyla Delgado | Pinar del Río es una de las
provincias de mejores resultados en el 2014. Foto: Ronald Suárez Rivas
El 2014 resultó ser el año de mayor decrecimiento en los
niveles de plantación forestal dentro del último quinquenio (2010-2014) en
Cuba, al acumular solo 21 700 hectáreas, según datos oficiales de la Oficina
Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).La superficie plantada en esos
cinco años corresponde a 193 900 hectáreas, con un ritmo de decrecimiento anual
del 22 %. Si bien los dos últimos calendarios de ese periodo fueron los más
críticos, el 2014 se quedó muy por debajo de los registros precedentes, al
concretar apenas poco más de un tercio del área alcanzada en el 2010, cuando se
logró plantar unas 60 000 hectáreas. Para tener una idea de la concentración de
este indicador en pocos territorios del país durante el pasado año, cabe traer
a colación que los registros de solo cinco provincias superan el 60 % de la
cifra global cubierta. Ellas son: Santiago de Cuba, Pinar del Río, Matanzas,
Guantánamo y Holguín, en ese mismo orden. Aquí se debe tener en cuenta que el
índice de boscosidad de cada territorio depende del potencial de áreas
disponibles para dedicarlas a la actividad forestal. A ello se suma la discreta
producción de posturas que se constató en el quinquenio en cuestión, pues la
sumatoria resultante en materia de producción —tanto de forestales como de
frutales— se fijó en 357 millones de unidades. Ello se traduce en un ritmo de
decrecimiento promedio anual del 17,7 %. Y también dentro de este rubro
coincide la pauta negativa de descenso del 2014 respecto con los cuatro años
que lo anteceden. Los territorios con menor volumen de producción de posturas
en la etapa son: Isla de la Juventud, Mayabeque, Ciego de Ávila y La Habana. En
tanto, Santiago de Cuba, Pinar del Río, Guantánamo y Holguín garantizaron el
70,9 % de la producción total del país en ese lapso, o sea, más de 31 millones
de posturas producidas entre las cuatro últimas provincias. Sobre este
particular, es necesario aclarar que los volúmenes obtenidos no se traducen
necesariamente en un potencial limitado, sino responden a las cantidades
concertadas en los planes correspondientes. Otro de los indicadores con focos
rojos lo constituyó la reconstrucción de bosques. De acuerdo con el informe
publicado, si bien en el 2013 se experimentó cierta recuperación, en el
siguiente calendario no se pudo mantener el paso de aliento y se dio una brecha
entre ambos años en cuanto a los bosques beneficiados con la labor
reconstructiva, cuya diferencia equivale a 4 300 hectáreas. Sobre las trochas
corta-fuegos, trasciende en la publicación reciente de la ONEI —en forma de
números y estadísticas— que no se avanzó como se esperaba (a juzgar por la
disminución de casi el 6 % como promedio anual en el índice de ejecución); no
obstante, se realizaron en el lustro referido 280 400 kilómetros de esta
modalidad de sendero, concebida para impedir la propagación de incendios y
facilitar el control de los mismos. Lo que sí crece en el quinquenio —y
válganos— son las fajas verdes. Ideadas como áreas de plantaciones en forma de
cintas o cordones de especies arbóreas “siempre-verdes” que funcionan cual
pequeños pulmones. En este sentido, se sembraron más de 8 000 kilómetros y, por
año, acapara la atención el 2012, fecha en que se consiguió cubrir una
superficie mayor a los 2 000 kilómetros de fajas verdes, para un 25 % de la
cuota final ejecutada entre el 2010 y el 2014. Y en ese resultado hay que tener
en cuenta las buenas prácticas en la gestión forestal de Guantánamo,
territorio que obtuvo más del 45 % del cúmulo total de esos pulmones verdes en
el 2014… ¡casi la mitad de lo realizado! Tras la decodificación de gráficos y
las implicaciones “otras” de las cifras que se relacionan, Granma fue por el
análisis oportuno de las causas y condiciones que sirven de background a esta
situaciónNO HAY MAL QUE POR EXPERIENCIA NO VENGA…
¿Qué factores determinaron esos ritmos de decrecimiento?
¿Cómo se han comportado estos indicadores en lo que va del 2015? ¿Qué
estrategia sigue el sistema de la Agricultura para salir del bache forestal,
que es decir del adeudo ecológico? A esas dudas de nuestro diario respondió
Amable Sáez Martínez, director adjunto de la Dirección Forestal del Ministerio
de la Agricultura (Minag).
Según señaló el también jefe del Departamento de Fomento de
la mencionada dirección, el decrecimiento experimentado en los diferentes
indicadores analizados durante el quinquenio 2010-2014, estuvo dado —en sentido
general— por problemas asociados a la disponibilidad de recursos, la
preparación de tierras tanto de forma mecanizada como manual, los efectos de la
sequía en varias locaciones de la nación, entre otros. Asimismo, incidieron
causas de índole subjetiva, relacionadas con la violación de calendarios
silvícolas, la planificación inadecuada en algunos casos, así como la mala
calidad de determinados volúmenes de posturas, apuntó Sáez Martínez. “Es
importante decir —acotó— que la disminución en los índices de crecimiento
referidos, respondió al enfoque de mayor objetividad en los planes, que implicó
centrar los esfuerzos no en plantar más, sino en trabajar con mayor eficiencia
en el logro de las plantaciones. El ritmo promedio anual del país en el logro
de las mismas fue del 60 %, aproximadamente, en ese periodo”. Este elemento
deviene principio básico en la gestión forestal, según abundó en comunicación
telefónica con Granma Isabel Russó Milhet, directora forestal del Minag. “Esto
exige hacer planes que estén en sintonía con los recursos y aseguramientos
disponibles (…) Además, aun cuando disminuyeron las plantaciones en el
quinquenio, se intensificó el manejo de regeneración natural, lo cual ha
permitido mantener el incremento del índice de boscosidad”. Por otro lado, Sáez
Martínez insistió en que no obstante la disminución de los niveles de
plantación y otras dificultades que puedan existir, el patrimonio forestal de
Cuba históricamente (desde 1959) nunca ha decrecido. Al cierre del 2013, el
país contaba con el 28,95 % de su superficie cubierta por bosques. “Lo anterior
permite afirmar que se podrá cumplir el compromiso ante la Cumbre de Río, de
llegar al 29,3 % de superficie boscosa a nivel nacional hasta el cierre del
2015”. En lo que va de año, informaron los directivos, se ha venido avanzando
en la preparación de tierras y el fomento de viveros y microviveros (son
alrededor de 200 entre ambas modalidades, vinculados a esta actividad), con
vistas a garantizar la siembra de árboles a partir del 15 de mayo venidero. Y
añadieron que se trabaja en función del seguimiento a los proyectos de fomento,
tratamientos silviculturales, manejo de la regeneración natural, reconstrucción
de bosques, manejo de la fauna y prevención de incendios, entre otros tópicos. Para
el calendario en curso se prevé, en la agenda forestal, plantar un total de 26
000 hectáreas, puntualizó Russó Milhet. En coyunturas donde los efectos del
cambio climático se hacen más ostensibles al paso de cada minuto y en todos los
puntos del orbe, gestionar ese otro cambio más intrínseco a la praxis de los
hombres y mujeres de hoy —desde la planificación y la capacidad de previsión en
las diferentes estructuras decisoras de políticas y estrategias, sin cederle
espacio a la espontaneidad—, deviene premisa y colofón, desvelo y diligencia
con mira “pers” y prospectiva. Los recursos faltan, sí. Pero en la base, donde
están los hacedores —los silvicultores—, hay un enorme sentido de pertenencia y
compromiso para con los desafíos del sector. Saquemos esencias de lo vivido y
aprovechémoslas para desterrar sin compasión errores rancios. TOMADO DE LA
GRANMA DE CUBA
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