Las cloacas a cielo
abierto de Asunción El estado de
desaseo, desorden y abandono de Asunción y de sus zonas aledañas alcanza una
gravedad que difícilmente se podrá revertir en pocos años. La recolección de
desechos domiciliarios se realiza con cierta regularidad en los barrios
formales del área metropolitana; fuera de allí es nula. Cada vecino de los
sectores adonde no alcanza este servicio se ve en la necesidad de disponer de
sus desechos como pueda. Las esquinas de las calles, los baldíos, los cauces de
agua, los paseos centrales, todo esto es susceptible de ser convertido en
vertedero de desechos domiciliarios, de los de vendedores informales y de
transeúntes. Como las municipalidades no cumplen su función de educar a la
ciudadanía, y como tampoco son capaces de aplicar las sanciones previstas en
sus normas, la suciedad se acumula hasta formar volúmenes que no se podrán
eliminar sin gastar grandes cantidades de dinero de los recursos públicos. Esto
es lo que ahora mismo está ocurriendo en los cauces de agua de Asunción, donde
la inmundicia se fue acumulando hasta el punto de convertirlos en cloacas a
cielo abierto. EDITORIAL DE ABC El estado de desaseo, desorden y abandono de la
ciudad de Asunción y de sus zonas aledañas alcanza una gravedad que
difícilmente se podrá revertir en pocos años, suponiendo que las próximas
elecciones municipales sean ganadas por personas con verdadera intención de
realizar una buena gestión y encarar la solución de estos problemas, y no por
las que tenemos. La recolección de desechos domiciliarios se realiza con cierta
regularidad en los barrios formales del área metropolitana; fuera de allí es
nula. Cada vecino de los sectores adonde no alcanza este servicio se ve en la
necesidad de disponer de sus desechos como pueda. Como la cultura cívica así
como el respeto hacia la naturaleza y hacia las demás personas no son
precisamente virtudes ciudadanas extendidas en nuestra comunidad, lo que ocurre
es lo que se tiene ante la vista.Las esquinas de las calles, los baldíos, los
cauces de agua, los paseos centrales, todo esto es susceptible de ser
convertido en vertedero de desechos domiciliarios, de los de vendedores
informales y de transeúntes. Como las municipalidades no cumplen su función de
educar a la ciudadanía, y como tampoco son capaces de aplicar las sanciones
previstas en sus normas, la suciedad se acumula hasta formar volúmenes que no
se podrán eliminar sin gastar grandes cantidades de dinero de los recursos
públicos.Esto es lo que ahora mismo está ocurriendo en los cauces de agua de
Asunción, donde la inmundicia se fue acumulando hasta el punto de convertirlos
en cloacas a cielo abierto. En tímida respuesta a esta terrible situación, se
informa que la Municipalidad contrató a la firma unipersonal del Ing. Cristóbal
Cabral, por una suma cercana a los 3.000 millones de guaraníes, para proceder a
la limpieza de ocho cauces asuncenos, aguardándose la disponibilidad del
anticipo del 30% de esa suma para el inicio de los trabajos. No se conocen las
condiciones impuestas al contratista ni el modo como se van a realizar los
trabajos, ni el plazo que tiene para ellos.De cualquier manera, aun siendo
optimistas y pensando que este contrato de limpieza no se trata de un negociado
más entre “cuates”, sin contar con la concienciación y el apoyo permanente de
los vecindarios de cada cauce, esa suma gastada no significará otra cosa que
arrojar dinero a esas mismas cloacas. Los primeros causantes y responsables de
la acumulación de desechos y la contaminación consecuente es –hay que decirlo
sin tapujos y sin temor– ese vecindario inculto, imprudente e indiferente que
convierte cualquier espacio público en sus vertederos particulares. Es gente
que, al parecer, se acostumbró a vivir en medio de la roña y ya no la siente,
ya no le molesta ni percibe el peligro que ese ambiente degradado representa
para ellos y para algunos inocentes de todo esto, como son los niños. En cuanto
a la mayoría de las administraciones municipales del área metropolitana de
Asunción, es obvio que también están dirigidas y desempeñadas por funcionarios
negligentes e insensibles ante el lamentable espectáculo que presentan los
vertederos barriales. Afirmamos esto basados en un dato contundente y muy fácil
de confirmar: en cada campaña electoral municipal los candidatos priorizan las
promesas relativas a la salubridad ambiental y el aseo urbano, pero, al cabo de
su mandato, ambos problemas están en peor estado. El caso es que, si estos
intendentes inútiles e insensibles ante la suciedad y el deterioro ambiental de
sus ciudades y pueblos son vueltos a elegir, no cabe más que reafirmar el
aserto de que muchas personas se están acostumbrando tanto a vivir en medio de
la basura que este problema ya no afecta su decisión política en el momento de
votar. La historia reciente muestra los fracasos de los sucesivos experimentos
de limpieza ejecutados, por ejemplo, en el arroyo Mburicaó, el más céntrico de
la ciudad, que atraviesa barrios residenciales de alto valor inmobiliario y
están habitados por personas con suficiente nivel de educación cívica y
conocimientos específicos sobre los riesgos de la contaminación. Sucede que ni
la Municipalidad pone el empeño suficiente, manteniendo la presión sobre los
que ensucian ese cauce, aplicándoles multas rigurosas y disuasivas, ni los
vecinos del mismo son capaces de controlarse y denunciarse recíprocamente para
conservar limpio y sano un recurso del que podrían ser sus beneficiarios más
directos y que, en cambio, constituyen su problema. En cuanto al vecindario de
menores recursos y preparación intelectual que contamina toda la ribera
asuncena con sus desperdicios, no se puede esperar de ellos ni exigirles lo que
no se exige a los más pudientes y educados. El venturoso día en que nadie
arroje sus desperdicios a los espacios públicos, asumiendo con plena conciencia
los peligros de la contaminación, y que la Municipalidad sea capaz de mantener
un servicio de aseo eficiente, el problema estará superado. Pero uno de esos
factores sin el otro, nunca dará este resultado. Entretanto, nuestras sucias
ciudades acostumbrarán a las nuevas generaciones a tolerar la basura y mirar la
contaminación como algo natural. Deprimente futuro, si es que hoy mismo no se
comienzan a tomar las medidas más rigurosas que este problema reclama con
urgencia. Tomado de ABC de Paraguay
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