jueves, 22 de noviembre de 2018

INTENTO DE COMUNICACIÓN INTERESTELAR


Intento de comunicación interestelar
Por Osvaldo Nicolás Pimpignano
(dibujo doble helice) La humanidad desde los orígenes de los tiempos ha tenido entre sus prioridades la comunicación con otros seres. Primero entre sus semejantes, para esto debió superar barreras culturales e idiomáticas. Mientras tanto miraba al “cielo” con singular curiosidad e incomprensión. Con el tiempo  descubrió señales que le indicaban el cambio de las estaciones, lo orientaban en sus migraciones, terrestres y posteriormente marinas y lo que no es menor, encontró una variedad de dioses. Sin embargo en los últimos tiempos (unos 4000 años) antiguas civilizaciones contaron con estudiosos que a sus observaciones las mejoraron con instrumentos que les servían tanto para confirmar sus teorías como para  encontrar nuevos elementos. El dominio de las matemáticas fue una herramienta fundamental.   No conforme con esto en los últimos dos siglos el avance en el conocimiento del espacio exterior creció, pero sin develar todos los misterios que encierra o creemos que existen. Desde la mitad del siglo XX el avance tecnológico le permitió al hombre aventurarse, todavía tímidamente en el espacio desconocido, varias  máquinas automáticas y unas pocas tripuladas se aventuran hacia lo desconocido. 
Pero la sola exploración “geográfica” no nos conforma y volvimos a los orígenes de los tiempos en busca de comunicarnos con otros seres. Seres que suponemos deben existir pero que no podemos 
imaginar como son. Solo la certeza de que la inteligencia ( dibujo ser humano) no puede ser un privilegio de los humanos y comenzamos a imaginar formas de comunicarnos. Para esto hay que superar dos obstáculos primarios, encontrar alguna forma de lenguaje inteligible para ambos y las distancias, que en astronomía son inmensas y que hasta el presente solo pueden ser intentadas mediantes señales de radio que son capaces de viajar a 300.000 Km por segundo. En cuanto al lenguaje, se recurrió a las matemáticas que suponemos no varían en ningún punto del universo.
La fascinación del hombre por el espacio lo llevó primero a intentar entenderlo, después a tratar de conocerlo, más tarde a plantearse conquistarlo y por último, a elucubrar, y dar por supuesto, que en algo tan inabarcable como el Universo  debía haber  vidas tan inteligentes o más que nosotros, con los que poder comunicarnos.
"En el universo deben existir otras sociedades inteligentes porque en la naturaleza no se dan fenómenos singulares y la especie humana no debe ser una excepción", afirma Nikolai Kardashev, del Instituto Lebedev de Moscú. Uno de los pioneros en las actividades SETI que iniciara  en 1960 fue el radioastrónomo ( mensaje completo ) estadounidense Frank Drake.
SETI es el acrónimo del inglés search for extra terrestrial intelligence (búsqueda de inteligencia extraterrestre). Existen numerosos proyectos SETI, que tratan de encontrar vida extraterrestre inteligente, ya sea por medio del análisis de señales electromagnéticas capturadas en distintos radiotelescopios, o bien enviando mensajes de distintas naturalezas al espacio, con la esperanza de que alguno de ellos sea contestado.
Desde entonces, científicos de todo el mundo intentan descubrir mensajes artificiales entre la ingente información sobre estrellas y galaxias que los radiotelescopios captan del cielo.
Puede ser una fórmula química, una ecuación matemática o incluso una señal de televisión procedente de algún rincón del espacio. Muchas veces han creído encontrar algo sospechoso, pero en todos los casos han sido pulsaciones procedentes de fenómenos naturales o de algún satélite artificial. "No hemos encontrado nada aún", dice Kardashev, y comenta que no hay información secreta en este sentido.
Además de escuchar las telecomunicaciones terrestres, una hipotética inteligencia en otro lugar del universo, podría haber captado el mensaje, que el 16 de noviembre de 1974 se emitió al espacio desde el gran radio-telescopio de Arecibo, en Puerto Rico. Su contenido, preparado y discutido por un grupo de científicos, se transcribió en código binario e informaba de cuestiones como la posición del Sistema Solar y la Tierra o datos bioquímicos de la especie humana.
El mensaje tenía una longitud de 1679 bits y fue enviado en la dirección del cúmulo de estrellas llamado M13 (Cúmulo Globular). Este objeto celeste, situado en la dirección de la constelación de Hércules, a una distancia de unos 25 000 años luz está formado por unas 400 000 estrellas.
El número 1679, fue elegido porque es el producto de dos números primos y por lo tanto sólo se puede descomponer en 23 filas y 73 columnas o 23 columnas y 73 filas, de forma tal que quien lo lea, decida organizar los datos en forma de cuadrilátero. Hay 8 posibles configuraciones y de ellas sólo la información organizada de la segunda manera (23 columnas y 73 filas), con los unos y ceros ordenados de izquierda a derecha y de arriba abajo genera información coherente. En realidad, con los unos y ceros ordenados de derecha a izquierda y de arriba abajo se obtiene la misma información. Cualquiera de las dos configuraciones contiene información coherente.
Se trató de la transmisión más potente jamás realizada al espacio. Esta acción de intento de comunicación con el exterior formó parte de la conmemoración de la actualización del Telescopio de Radio de Arecibo, denominado así por estar situado en la localidad puertorriqueña del mismo nombre.
Debido a que al mensaje tardará, según los conocimientos que disponemos en la actualidad, unos 25 milenios en llegar a su destino (y una hipotética respuesta otros 25), el mensaje de Arecibo fue más una demostración de los logros tecnológicos humanos que un intento real de establecer conversación con extraterrestres.
Pero la idea no resulta descabellada, ya que existió la llamada señal Wow! equivalente a la onomatopeya castellana o española ¡guau!, es la denominación por la cual, se conoce en círculos astronómicos, a una captación de radio que podría tener un origen extraterrestre y haber sido emitido por seres inteligentes. Esto sucedió el 15 de agosto de 1977 a las 23:16, el radiotelescopio Big Ear recibió una señal de radio de origen desconocido durante exactamente 72 segundos proveniente de la zona oriental de la constelación de Sagitario y alcanzando una intensidad 30 veces superior al ruido de fondo. Hay otras señales, como la procedente de la estrella HD164595, pero de ella nos ocuparemos en otro momento.
Por su parte, la compañía francesa Cosmos Art Initiative, canaliza los mensajes al espacio que los particulares quieren enviar y los lanza desde una gran antena. "Ayudamos a entender el secreto de nuestra existencia", propuso una persona y su petición está ya viajando por el universo hacia millones de estrellas. Seguramente en algun momento recibiremos una respuesta.
Por Osvaldo Nicolás Pimpignano
Periodista de Investigación – FLACSO
Para: ASOCIACION ECOLOGISTA RIO MOCORETA
osvaldopimpignano@gmail.com
Las imágenes fueron tomadas de la Web

No hay comentarios: