El balance fiscal primario, el cual no considera el elevado
gasto en intereses, pasó de un superávit de 2,2% del PBI en el 2012 a un
déficit de 1,3% en el 2017.
Bolsonaro recibe un país con grandes retos económicos, como
un débil crecimiento, cuentas fiscales deterioradas y una limitada apertura
comercial
El 28 de octubre, Jair Bolsonaro fue elegido presidente de
Brasil en segunda vuelta por un amplio margen. Bolsonaro recibe un país con
grandes retos económicos, como un débil crecimiento, cuentas fiscales
deterioradas y una limitada apertura comercial. Brasil es la economía más
grande de América Latina, por lo que las medidas tomadas en los siguientes años
pueden tener gran impacto en la región.
El primer reto es
impulsar la economía brasileña. Entre el 2012 y el 2017, Brasil retrocedió
0,5%, mientras que los países del MILA (Chile, Colombia, México) crecieron 2,7%
y las economías emergentes del mundo aumentaron alrededor del 4,4%.
Entre el 2015 y el 2016, Brasil enfrentó una fuerte recesión
desencadenada por los escándalos de corrupción, crisis política, bajos precios
de commodities y alta inflación. La recesión culminó en el 2017 con un
crecimiento de 1,0% explicado, principalmente, por la fuerte expansión del
sector agrícola (13,0%). Para el 2018, tras los desalentadores resultados del
primer semestre, las proyecciones de crecimiento del gobierno se redujeron a
1,6%.
El segundo reto es
revertir el deterioro de las finanzas públicas. El balance fiscal primario,
el cual no considera el elevado gasto en intereses, pasó de un superávit de
2,2% del PBI en el 2012 a un déficit de 1,3% en el 2017.
Este incremento se ha atribuido, principalmente, a que los
ingresos como porcentaje del PBI disminuyeron de 34,5% a 30,1% en el mismo
período de tiempo. No obstante, incluso con esta caída, los ingresos del
gobierno brasileño se mantienen muy por encima de Chile (22,8%) y México
(24,8%), por ejemplo.
Esta situación ha puesto el foco del debate en la eficiencia
del gasto público y en la sostenibilidad de la deuda pública, que ha pasado de
60,2% del PBI a 84% en solo cinco años, según cifras del FMI. El problema más
serio es el gasto del sistema de pensiones, que representa cerca del 35% del
gasto total, y que resulta un gran desafío debido a tres factores.
El primero es la inexistencia de una edad mínima de retiro.
Para recibir una pensión en Brasil es necesario haber contribuido 15 años;
mientras en los países de la OCDE, el promedio es 26. Esto explica que los
trabajadores en Brasil se jubilen, en promedio, a los 53 años.
El segundo es la alta tasa de reemplazo –proporción entre la
pensión recibida y el último ingreso– que permite que los trabajadores reciban
el 70% del último salario percibido.
En tercer lugar, se observa gran desigualdad en la
distribución de las pensiones. Según el Banco Mundial, el 20% de los
pensionistas más ricos reciben 9 veces más que el 20% más pobre.
Adicionalmente, se espera que, debido al envejecimiento de
la población, la proporción de personas mayores de 65 años se triplique en las
próximas cuatro décadas, con lo que se elevaría aún mas el gasto en pensiones.
Otro de los retos que afronta Brasil es la limitada apertura
comercial. Según el Banco Mundial, las exportaciones representan solo el 12,6%
del PBI. Esto lo ubica como el segundo país en Latinoamérica con menor
participación de las exportaciones en proporción a su producción total, solo
por detrás de Argentina (11%). Por su parte, las importaciones representan el
11,6% del PBI, lo cual lo ubica en el último puesto de la región.
Según un estudio realizado por investigadores del Banco
Mundial, si bien es cierto que en países con economías grandes el comercio
exterior tiende a representar una menor proporción del PBI, en las ocho
economías más grandes del mundo las exportaciones equivalen en promedio al 26 %
del PBI y las importaciones, al 25%, cifras bastante mayores a las de Brasil.
El estudio indica que esto se debe a que Brasil no ha podido integrarse a las
cadenas de valor internacionales.
La escasa integración se debe principalmente a las elevadas
barreras arancelarias y a los elevados costos logísticos. Por ejemplo, 450
partidas comerciales de textiles, ropa y vehículos en Brasil se gravan con una
tasa arancelaria de 35%. En relación con los costos logísticos, según el Doing
Business 2019, Brasil se ubica en el puesto 106 de 190 países en la facilidad
para realizar comercio transfronterizo.
Según este reporte, el costo de cumplimiento fronterizo de
las exportaciones, que incluye los costos en puertos, aduanas e inspecciones,
es de casi US$ 862, lo que representa más del doble del costo en México (US$
400) y triplica el costo en Chile (US$ 290).Así, el flamante presidente
Bolsonaro se enfrenta a una tarea que no es nada fácil y en la cual han
fracasado los últimos gobiernos. Esperemos que en esta oportunidad se logre. //
TOMADO DE ENVIO DE MERCOPRESS
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