domingo, 24 de febrero de 2019

PLAN AAMBIENTAL PARA TURISMO EN CABO POLONIO


Sin mayor intervención estatal durante décadas, esta temporada un plan ambiental para crear un paseo costero enfrenta a pobladores y visitantes
José Totah
CABO POLONIO.- La historia cuenta que en los 80 un francés de la Legión Extranjera conoció en un hospital parisino a una tal Olga, enfermera uruguaya nacida en Valizas, departamento de Rocha. Que se enamoraron, vinieron juntos a Uruguay y que entre 1985 y 1987 ese hombre fue el primero en llevar turistas al Cabo Polonio, a donde sólo se accedía en jeeps 4x4, derrapando sobre dunas espesas y lunares.
Al principio, nadie lo quería demasiado al "Francés" (así lo apodaron): le cortaban los caminos, le tiraban piedras cuando pasaba con veinte tipos colgados del jeep. Pero al cabo de un tiempo el pueblo le encontró gustito al turismo y así empezó todo.
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Hoy el Cabo es, quizá, el paraíso más contradictorio del planeta: un edén natural en donde los ranchos sin luz ni agua corriente se alquilan desde 150 dólares para arriba durante enero.
Cada verano, miles de argentinos eligen llevar esa vida antisistema durante quince días, aunque esta temporada la cantidad de visitantes bajó cerca del 40%, según cifras que manejan quienes cortan los tickets de ingreso a este parque nacional. Además, sus pobladores están en pie de guerra por un polémico plan ambiental que propone reubicar cerca de 25 casas que están sobre las rocas.
Un faro solitario en una punta rocosa con lobos marinos aquí y allá, una playa que llaman Norte y otra Sur. En el medio, un pueblito sobre calles de arena y en las dos costas unos 450 ranchos desparramados: algunos sólo tienen cuatro paredes, un techo para aguantar tormentas y un par de colchones, sin electricidad ni agua corriente; otros, más sofisticados, se alquilan con paneles solares, heladera y televisión por cable. Ninguno baja de los u$s 150 la noche durante enero y algunos llegan a costar arriba de 400.
El paisaje es uno de los más cautivantes de Uruguay y, dirán los fanáticos, del hemisferio. Los mejores atardeceres, las lunas más redondas y emocionantes que se puedan contemplar sobre un ecosistema de médanos y playas interminables, son sólo postales de un páramo que durante décadas creció de espaldas al Estado (que nunca garantizó un tendido eléctrico ni ningún servicio básico). Por las noches, la mayor concentración de guitarreadas de amigos por metro cuadrado de arena en este lado del mundo.
Actualmente, sólo viven aquí 50 pobladores estables pero del 1 al 15 de enero se hospedan hasta 4000 Actualmente, sólo viven aquí 50 pobladores estables pero del 1 al 15 de enero se hospedan hasta 4000
Amparados por esta oscuridad y esta función de estrellas operaban, hace cuatro siglos, los famosos gauchos negros, que encendían fogatas en la costa para confundir a los barcos (simulando un faro falso), hacerlos estrellar contra las rocas y desplumarlos al alba.
Actualmente, sólo viven aquí 50 pobladores estables pero del 1 al 15 de enero se hospedan hasta 4000, a los que se suman las 1200 personas que llegan por el día en enormes camiones todoterreno (cobran unos 260 pesos argentinos ida y vuelta). Como en tiempos del Francés, se sigue llegando al Polonio en 4x4.
A comienzos de la década funcionaba una decena de hostels, pero ahora son más de 50, "de los cuales menos de la mitad están registrados", denuncian varios vecinos consultados. Para algunos, esa falta de control estatal moldeó tanto la mística del Polonio como su crecimiento caótico.
"Entre 1985 y 2000 esto fue una locura, pero una locura linda. Era la vuelta de la democracia en la Argentina y Uruguay, y había una especie de liberación: sin clases sociales, autoridad ni idea de progreso", se acuerda Walter, un nativo que evoca esos días con ojos vidriosos por la emoción.
No toquen al Cabo
La semana pasada, después de más de un año de discusiones, la ministra de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Eneida de León, rubricó el Plan de Manejo de Cabo Polonio, que contempla remover (y reubicar) cerca de 25 casas que están sobre las rocas, con la idea de liberar esa franja para convertirla en un paseo costero. Tanta es la resistencia que hasta el cantante Jorge Drexler grabó un video que lleva 25.000 reproducciones en el que pide: "Por favor no toquemos al Cabo Polonio".
Todo el debate es seguido de reojo por los lobos marinos de la franja en cuestión. Ahora están muy relajados tomando sol, pero durante casi medio siglo (hasta 1994) fueron masacrados por la lobería estatal que funcionaba en el lugar, con casi 90 empleados temporarios entre noviembre y enero. "Se procesaba el cuero y se producía un aceite que servía para combustible, grasa de jabones y cosmética fina", cuenta Sebastián, otro poblador del Polonio, que nació en Aguas Dulces pero vive aquí desde hace cinco años.
El proyecto contempla remover unas 25 casas de la costa El proyecto contempla remover unas 25 casas de la costa
Sebastián trabaja en el hotel y restaurante La Perla del Cabo, el más sofisticado del balneario en alojamiento y gastronomía. "En un destino de rusticidad también se puede ofrecer un servicio de calidad", explican Gustavo Huertas y Rosario Calimaris, dueños de La Perla, ubicado en Playa Norte (el restaurante ofrece un sashimi de pámpano y un pulpo de condiciones épicas, de la mano del joven chef Pablo Fridman).
Esta temporada, Huertas trabajó a lleno completo en su hotel, pero a otros no les fue tan bien. "Vendí la mitad que el año pasado", afirma Pancho Lujambio, de uno de los almacenes más viejos. Sin embargo, mantiene sus esperanzas para marzo: "Quizás hasta sea mejor que enero porque vienen muchos israelíes y chilenos", se ilusiona.
Por: José Totah // TOMADO DE LA NACION DE AR

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