Yaneer Bar-Yam: "Si se hubieran tomado medidas
drásticas, se podría haber detenido la pandemia"
Yaneer Bar-Yam, físico del MIT y fundador de EndCovid.org,
coordina una red de más de 4000 voluntarios para controlar la pandemia Crédito:
gentileza EndCovid
Hace 15 años, el físico Yaneer Bar-Yam estaba analizando un
problema de dinámica de patógenos. Trataba de entender la relación entre la
irrupción de patógenos en cierta área geográfica y las conexiones humanas de
largo alcance. En especial, qué pasa cuando uno agrega más y más vuelos al
mundo. Lo que encontró es que una situación en la que las enfermedades son
problemas locales, puede convertirse en otra en la que se da la extinción
global. Y la razón no es simplemente que uno se puede mover más rápido de un
lugar a otro, sino que cuando están circunscriptas, las patologías más graves
no sobreviven, mientras que cuando se agregan conexiones de largo alcance, se
termina evolucionando hacia la extinción global. Y hay una transición muy
abrupta: no solo empeora un poquito durante un tiempo, sino que lo hace de
repente. Cuando observó eso en sus modelos, decidió dedicarse a advertir acerca
de ese riesgo y a trabajar en epidemias.
En enero de 2014, Bar-Yam habló en la sede de la
Organización Mundial de la Salud, en Ginebra, y advirtió cómo podían gestarse
futuras pandemias, y mostró un video de qué pasaría si el ébola llegara a un
aeropuerto y empezara a propagarse por el mundo. "Es una enfermedad muy
devastadora, pero hasta ese momento solo tenía brotes de cientos de casos,
menos de mil -cuenta, desde su casa en Boston-. Se asombraron, pero dos meses
más tarde empezó el brote en Africa occidental. Llegó a los 20.000 casos y
10.000 muertos".
Hoy, este científico, fundador del Instituto de Sistemas
Complejos de Nueva Inglaterra (Necsi, según sus siglas en inglés), encabeza
EndCoronavirus.org, una red global de más de 4000 voluntarios que proporciona
orientación y herramientas para controlar la pandemia. Su filial local está
encabezada por Zacarías Bustos.
"¿Por qué se sorprendieron? -prosigue-. Porque en
general uno piensa que el futuro será como el pasado, y esto está embebido no
solo en la visión que se tiene del mundo, sino también en la matemática que se
usa, la estadística: la distribución en el pasado y en el futuro es la misma.
Ese es un problema cuando se encuentran dinámicas en las que hay un cambio
dramático en el comportamiento del sistema".
-¿Podría el ébola transformarse en una pandemia como la
del coronavirus?
-La respuesta es sí, y de hecho yo estaba muy preocupado de
que ocurriera en 2014. En ese momento, la gente lo soslayó, porque pensó que la
atención de la salud occidental era muy adecuada y nada la iba a perturbar. Por
supuesto, ahora aprendimos que no es así. Creo que estuvieron muy equivocados
en descartar el problema. Nadie lo tomó en serio. No entendieron que hay una
tremenda vulnerabilidad en nuestros sistemas de salud para detener brotes.
-En general, se piensa que ese virus mata tan rápido que
no le da tiempo al paciente a transmitirlo. ¿Es cierto?
-No. Esa es la antigua matemática. La oportunidad es
detenerlo vigilando los síntomas tempranos. Pero no lo estaban haciendo, y sin
eso no se podía detener la propagación. Escapamos del ébola, pero podría haber
ocurrido.
-¿Preveía una pandemia como la que estamos viendo hoy?
-Lo escribí en un trabajo hace 15 años. Advertí que había
que tener cuidado con el ébola y con los virus tipo SARS.
-¿Podría suceder con otro virus?
-Sí. Estamos en una situación de debilidad. El punto es que
la gente, cuando piensa acerca de esto, cree que todo seguirá siendo como lo
que ya experimentó. Pero lo que pasará en el futuro estará determinado por la
naturaleza de nuestras vulnerabilidades.
-Usted estudió la respuesta de muchos países ante el
nuevo coronavirus, ¿cuál cree que fue la mejor?
-La única que tiene sentido y que realmente funciona es
hacer todo lo posible tan pronto como sea posible. Y la mejor estrategia. Fue
increíble lo que hizo Nueva Zelanda. Ellos se enfocaron en evitar que la gente
se enfermara y en asegurarse de que la enfermedad no se propagara, y la
eliminaron completamente. Pero hay otro país que estuvo incluso mejor y con
menos ventajas: Mongolia. Estaba muy cerca de los primeros brotes y tenían vías
de comunicación directas con China, Rusia y algunos de los lugares más
complicados del mundo. Son un país muy pobre y con ciudades de muy alta
densidad. Y no tuvieron ni un caso de transmisión doméstica.
-¿Cómo lo lograron?
-Tan pronto como escucharon sobre la enfermedad, tomaron
acción inmediata para detener el transporte y nunca dejaron que la enfermedad
ingresara al país. No hubo ni un viajero que no fuera puesto en cuarentena. Por
eso, el consejo que siempre doy es tomar acciones extremas. Lo que debió haber
pasado es que los viajes deberían haber sido interrumpidos desde el comienzo.
¿Por qué no se hizo? La razón de que se fallara es porque se pensó en términos
de dinero. Si se hubiera comenzado por tomar las medidas más extremas, se
hubiera ahorrado mucho. Uno debería estar loco hoy para decir que no hubiera
sido mejor gastar unos miles de millones de dólares en ese momento y evitar que
el coronavirus escapara de China. Tendríamos unos pocos casos en el mundo, pero
sabríamos cómo manejarlos. Pero no lo hicimos. Si se hubieran tomado medidas
drásticas, se podría haber detenido la pandemia. Es lo menos costoso. Los
lugares que lo hicieron no son los que entendieron la ciencia, sino los que se
preocuparon acerca de la gente y quisieron evitar que muchas personas se
enfermaran y murieran.
-Hay un número de medidas que se tomaron en todos los
países. ¿Cuál diría que es la más efectiva?
-La más importante es la restricción de la movilidad. Y lo
vemos porque si hubiéramos tenido restricciones a la movilidad, directamente no
se hubiera desatado la pandemia. Una vez que las implementamos, tenemos que
combinarlas con la supresión de la enfermedad. Aquí, la pregunta es qué suprime
la enfermedad. Y la respuesta es que la siguiente medida más importante es
cortar las conexiones entre las personas, el distanciamiento social. Y eso es
un conjunto de cosas: incluye no juntarse con otros, pero también usar
máscaras, porque cualquier cosa que prevenga la transmisión es parte del
distanciamiento. En general, asegurar que toda interacción que uno tenga no
transmita el virus. Por ejemplo, ser cuidadoso acerca del proceso de adquirir
alimentos también es muy importante.
-Cuando menciona las restricciones a la movilidad, ¿se
refiere también a las que se dan dentro del propio país?
-Sí. Cada localidad que restrinja el ingreso de personas
también previene el ingreso de la enfermedad. Lo segundo es el distanciamiento.
Lo tercero es identificar a los individuos que están enfermos o pueden estarlo,
y aislarlos. Si nos separáramos todos, nos libraríamos del virus en dos
semanas, porque dejaría de transmitirse. Pero no podemos hacerlo, entonces
tenemos que aislar a los individuos que están enfermos de los demás, incluyendo
a las personas con las que viven. Pero para hacerlo, tenemos que ver cómo
identificar a los que están infectados. Y para eso, tenemos un conjunto de
herramientas: una de ellas es el testeo y la otra, el rastreo de contactos.
-En sus charlas menciona la tomografía de pulmón como un
medio de detección temprana.
-Lo más importante es no "pasar por alto" a nadie
que tenga la enfermedad. Podemos identificarlo con una revisión clínica, por la
pérdida del gusto y el olfato, con oximetría (medición del oxígeno en sangre).
o con una tomografía de pulmón. No quiere decir que no usemos las otras, pero
tenemos que saber que queremos atajar a los enfermos tan pronto como sea
posible; eso es super importante para detener los brotes. Todo lo que podamos
hacer es fantástico. Pero tenemos que asegurarnos de detener la enfermedad. Si
no tenemos muy buenos tests para detectar a los infectados rápido, tendremos
que hacerlo simplemente basándonos en los síntomas.
-¿Qué aconsejaría para la Argentina?
-Lo más importante es que todos trabajen juntos y entiendan
que cada uno debe hacer su parte. Porque no hay gobierno que pueda actuar sin
que las personas acepten que es su responsabilidad hacer lo necesario para
interrumpir la circulación del coronavirus. No hay presidente ni militar que
logre que la gente haga lo que se necesita a menos que decidan que eso es lo
importante. Lo primero es que todos sepamos que esta es una situación
increíblemente peligrosa, que puede originar enorme sufrimiento y muerte, y que
todos tenemos que trabajar juntos, y no solo escuchar instrucciones, sino también
tomar la iniciativa.
-Hay personas que no piensan lo mismo.
-Parte de la dificultad es que al comienzo los brotes tienen
números muy pequeños comparados con otras enfermedades, como los ataques
cardíacos. Pero crece muy, muy rápido. Unas semanas más tarde, puede
multiplicarse por 10, uno tiene tantos casos que todo el mundo está enfermo,
muchos morirán, y muchos más estarán gravemente enfermos. No se puede actuar
basándose en lo que se ve en un momento, sino en lo que pasará si no se actúa.
La Argentina fue más inteligente que muchos otros países. Se dieron cuenta de
que tenían que actuar rápido porque vieron lo que otros experimentaban. Pero
basta un pequeño aumento semana a semana para que la situación se descontrole.
Si se liberan todas las restricciones, es como dejar que algo explote.
-¿Hay que identificar al ciento por ciento de las
personas infectadas o basta con un porcentaje menor, como el 80% o el 70%?
-Si uno identifica a alrededor del 85%, se asegura de que
los números comenzarán a bajar. Pero hay que hacerlo muy cuidadosamente, porque
hay que detectar a la mayoría.
-Si, como es lógico, algunos países hacen lo correcto y
otros no, ¿en un mundo tan interconectado será posible terminar con este virus?
-Los países que hacen lo correcto, pueden volver a la
normalidad y viajar solo a otros países que también hayan logrado normalizarse.
Los que no lo hagan tendrán muchas oportunidades de hacerlo porque les llevará
un largo tiempo y estarán viviendo en el infierno con el virus propagándose en
la población. Hay algunos que lo están experimentando. Esta es una prueba de la
voluntad de vivir. Vida y muerte de individuos y, en algunos sentidos, de
sociedades. Porque el bienestar económico y social
no será sostenible en el
contexto de esta enfermedad.
Por: Nora Bär
Tomado de la nación de ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario