“A pesar del exceso de lluvias estamos obteniendo uva de muy
buena calidad”, dijo Leonardo Falcone
El exceso de lluvias
y las complicaciones para curar correctamente a las plantas de los distintos
viñedos de la zona “no fue impedimento para que obtengamos uva de muy buena
calidad”, señaló a EL TELEGRAFO Leonardo Falcone, quien aseguró que “cumplir
correctamente con los distintos tratamientos nos permite hoy sacar muy buenos
vinos”.
El principal de la bodega sanducera --cuyos vinos están
entre los 1.000 mejores del mundo-- reconoció que “es un año muy atípico”.
Argumentó que “se dice que el año 2014 fue de los más llovedores del siglo. Sucedió
que un día nos llovía 100 milímetros y al otro día teníamos que salir a curar,
peludeando y enterrándonos en el barro para que las plantas no se nos vengan
abajo”.
“Es como cuando tenés que tomar una medicación recetada.
Tenés que tomarlo ese día y no podés dejarlo para otro día. Algunos me
reprochaban por qué hacía eso, de trabajar hasta las 12 de la noche, pero lo
que quería era salvar la cosecha”, graficó. Sostuvo que, de todas formas, “algo
de pérdidas se tiene a causa de las lluvias y el fuerte viento. Que caigan 15 o
20 milímetros es normal, pero que en un rato sean 100 impacta, más cuando tenés
todo pronto para efectuar la cosecha de alguna determinada variedad”.
Falcone opinó que “eso fue de gran ayuda. El cumplir bien
con los tratamientos nos permite hoy poder sacar un producto de muy buena
calidad, a pesar del exceso hídrico”. “Es muy extraño los grados que estamos
sacando actualmente, porque desde hace unos cuatro años que no obteníamos
alrededor de 15 grados”, explicó mientras la zorra que hacía minutos había
llegado de uno de los viñedos de la empresa, descargaba la variedad de uva
Marcelan, una de las apuestas fuertes de Bodega Falcone.
Para el principal de la empresa el cuidado que se realizó en
las plantas “es lo que hoy nos permite llegar a estos grados de calidad de la
uva”, y sonríe al recordar que la semana anterior su esposa no sabía en dónde
estaba y lo ubicó en la chacra curando los viñedos, a las 23 horas. “Tengo 70
años y me crié entre las viñas, por eso lo hago con cariño, tanto el viajar y
poder ver otros emprendimientos productivos en el mundo, como agarrar la
camioneta y andar entre los surcos de las viñas. Todo lo que se hace con gusto,
cariño y amor tiene su buen resultado”, añadió. TECNIFICACIÓN La bodega ha realizado diversas inversiones, principalmente
en su planta, que le permite hoy automatizar buena parte del proceso, incluso
con la construcción de una planta de frío que permite tener los jugos sin
trasladarse a otro lugar de la ciudad. “Simplificar y no cansar a la gente”, lo
definió Leonardo Falcone. “Fijate que si cosechás 2.000 cajones de uva, los
tenés que cargar y después descargar y duplicás la cantidad cajones que
levantás”, acotó.
“Hoy la zorra llega desde la chacra con una carga que oscila
entre 4.500 y 5.000 kilos de uva. Da marcha atrás, cae la uva en la fosa en
donde los sinfines la llevan hasta el próximo proceso --ahora no se saca más
escobajo-- y nos brinda una gran tranquilidad”, detalló.
Respecto al combustible, Falcone comentó que “por ocho o
nueve horas adentro del barro en el tractor con una atomizadora de 1.500 litros
y un turbo al mango, comía entre 80 y 90 litros de gasoil, lo que tenés que
multiplicarlo por cuatro. Más los camiones, el otro tractor, disparan los
costos”.
“Actualmente a la máquina no la hago parar. Cuando el
funcionario termina nos hacemos cambio de luz, y voy con una zorra, el tractor
y una moto-bomba ya con el remedio preparado. Para echarle 1.500 litros a la
máquina demoro entre 10 y 12 minutos, porque no quiero que el funcionario ni se
baje del tractor. Es colocar la manga, prender el motor y está”, aclaró el
empresario.
“Son aspectos que se dan en veranos como este, en donde el
tiempo es tirano y hay que ser rápido. Si preparás la máquina te lleva una hora
y es tiempo perdido”, señaló Falcone. “Ha sido una inversión costosa, pero
estoy contento que se vayan cumpliendo las metas”, agregó.
MERCADOS Falcone reconoció que hoy el mercado de Canadá es
un cliente fijo para la exportación de los productos de la bodega y que está
“creciendo a paso lento pero ininterrumpidamente”. “A esa gente tenemos que
cuidarla”, acotó. A eso se suman “buenos clientes en Buenos Aires y otras
ciudades de Argentina”, que prefieren los vinos de la bodega local. “Se da algo
curioso con el espumoso (champagne). Han venido coleccionistas de Buenos Aires
a llevarse varias botellas, y les doy una determinada cantidad. Tengo reserva,
pero cuanto más añejo, mejor es y por lo tanto no vendo todo lo que tengo”,
afirmó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario