La cacería, el chivo expiatorio de nuestro problema
ambiental Juan Pérez / Articulista | Qué fácil y práctico resulta atacar a la
cacería y a los cazadores legales, para justificar ante una parte de la opinión
pública que se están tomando acciones en pro del medio ambiente. Resulta
irónico que mientras las personas que cumplen con todos los requisitos que las
leyes de Nicaragua piden para actuar en un marco de legalidad y que se pueda
desarrollar la libre empresa, en este caso las touroperadoras cinegéticas, son
precisamente estas y a los cazadores legales, a quien de una manera desmedida,
maliciosa y mal intencionada, se les ataca casi como a unos criminales. En
pleno siglo XXI, en un mundo donde todos los días se hacen campañas y grandes
esfuerzos para tratar de sensibilizar y crear tolerancia hacia grupos
minoritarios, llámese estos de carácter religioso, sexual, ideológico,
culturales y de cualquier otro tipo, donde cada quien es libre de pensar y
actuar de la manera que mejor le parezca, aun cuando no sea del todo
comprendido o aceptado por la mayoría. La cacería de inmediato es
criminalizada, satanizada y se crea un revuelo de sensibilidad casi enfermizo,
pero la doble moral, de muchas de estas mismas personas en temas como el
aborto, es totalmente contraria, para ellos es horrible y terrible matar una paloma,
pero no es horrible y no es absolutamente criminal abortar, entonces a qué
jugamos en este país. El poeta y prosista español Antonio Machado expresaba lo
siguiente: “Todo lo que se ignora, se desprecia”, y es precisamente esto lo que
no permite, o no ha permitido, una reflexión técnica de asuntos como la cacería
y otros temas ambientales. Siempre parece que hay una única verdad y solo un
tipo de opinión, y es precisamente el de la mayoría que no conoce de lo que
está hablando, y que sus acciones son productos de sensibilidades de novela y
no tienen ningún estudio técnico, menos un argumento válido y solo reaccionan
de manera radical, lo que imposibilita de manera seria poder desarrollar una
legislación técnica y no pasional. Cualquier estudiante de biología, de
ecología o de cualquier otra carrera afín, sabe que en la cadena de daño
ambiental primero está la tala de bosques, los desastres naturales como los
huracanes, las inundaciones o las erupciones volcánicas, quemas, la destrucción
de suelos boscosos para siembra y ganadería, la contaminación, la basura que a
diario arrojan miles de personas, la cacería de subsistencia, la ilegal y de
manera muy debatible la cacería sustentable. Si nos basamos en un documento que
se llama “Recopilación de la Información sobre la Biodiversidad de Nicaragua”,
de Ricardo Rueda Pereira, del 31 de enero del 2007, auspiciado por la
UNAN-León, Norwegian Ministry of Foreing Affairs e INBIO, Costa Rica; las
estimaciones en este documento, efectuadas por el Marena, dice que pueden
existir en Nicaragua unas 9 mil especies de plantas y unas 262 mil especies de
animales. Si tomamos en cuenta el cuadro de vedas, que publica el Marena, para
el 2014, se dividen en indefinidas, para aquellas especies en peligro y las
parciales para las especies que no están en peligro, se podrían aprovechar para
el consumo, la cacería, la pesca, la extracción y otros, 56 especies de las 262
mil que existen, lo que equivaldría a un 0.0002% de nuestras especies y si
tomamos en cuenta que a los cazadores les interesa para aprovechamiento
controlado, unas 26 especies. Esto equivaldría a 0.0001% del total de nuestra
fauna y flora. Cuando se tala y se quema el bosque desaparecen el 100% de las
especies, muy poco se habla de esto, tampoco se habla de las mafias madereras,
de los tomatierras y de las mafias de tráfico de tierras, que ocurre
precisamente en las áreas protegidas y parques nacionales como Bosawas y río
Indio-Maíz. Por esas cosas que no se dicen, pero que son perjudiciales,
deberíamos dejar de ser hipócritas y realmente enfocarnos en evitar que 60 mil
hectáreas de bosques al año y las 262 mil especies que habitan en ellas,
desaparezcan para siempre. “Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no
todos ignoramos las mismas cosas”, dijo Albert Einstein. TOMADO DE NUEVO DIARIO
DE NICARAGUA
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