LA SEGURIDAD ALIMENTARIA PROTAGONIZA NEGOCIACIONES
CLIMÁTICAS La esperanza se mantiene porque muchos países van a buscar que se
incluyan garantías específicas dentro del sector de mitigación, dirigidas a una
protección contra una futura apropiación de tierras para combustible
climático.
Por Denise Fontanilla y Chris Wright
FOTO Las negociaciones climáticas de la ONU en la ciudad
suiza de Ginebra, durante su sesión inaugural. GINEBRA, 15 feb 2015 (IPS) - La
seguridad alimentaria se transformó en un tema clave en las negociaciones
celebradas en esta ciudad, para avanzar en el texto de un nuevo tratado sobre
el clima y en las que participaron 194 delegaciones de gobiernos y observadores
de la sociedad civil. Durante la reunión, entre el 8 y el 13 de este mes,
diferentes países y observadores expresaron su preocupación por las amenazas a
los avances alcanzados en ese trascendental tema durante la 20 Conferencia de
las Partes (COP 20) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio
Climático, celebrada en Lima en diciembre. La ronda negociadora de Ginebra fue
la primera del año de un cronograma de encuentros destinados a consensuar el
texto del nuevo tratado universal y vinculante sobre el cambio climático que
deberá adoptarse en diciembre en París, durante la COP 21, y que entrará en
vigor en 2020.
La seguridad climática es un objetivo fundamental de la
Convención y tradicionalmente las discusiones sobre el tema lo han vinculado a
la adaptación ante al cambio climático. “Si se pregunta a cualquier país
africano qué es la adaptación, la respuesta va a ser la agricultura”, indicó
Teresa Anderson, de la organización no gubernamental Ayuda en Acción
Internacional.
Añadió que 90 por ciento de los países que han desarrollado
planes nacionales de adaptación han incluido como elemento fundamental a la
agricultura. En el borrador del acuerdo climático que salió de Ginebra se
incluye la seguridad alimentaria en las propuestas de adaptación y se reconoce
la necesidad de “aumentar la resiliencia de los más vulnerables vinculados a
los subsidios (o bolsas de pobreza), los medios de subsistencia y la seguridad
alimentaria en los países en desarrollo”. El lenguaje sobre este tema fue
reforzado durante las negociaciones de Lima, donde muchas naciones del Sur en
desarrollo consideraron una pequeña victoria que se incluyeran disposiciones
específicas para impulsar la seguridad alimentaria en el borrador para el nuevo
tratado. “Desde Lima hemos trabajado duro para que la seguridad alimentaria sea
tomada en cuenta. Finalmente, la seguridad alimentaria fue incluida en la
sección de adaptación, y ahora estamos luchando mucho para que la seguridad
alimentaria sea incluida también en las negociaciones sobre mitigación”,
explicó el negociador de Níger, Abdou Bonguéré. Según lo establecido, el nuevo
tratado climático, que sustituirá al Protocolo de Kyoto, tendrá tres pilares:
adaptación, mitigación y daños y pérdidas.
Pero durante la semana de negociaciones en Ginebra,
delegados gubernamentales y observadores de la sociedad civil coincidieron en
expresar su preocupación de que lo avanzado en seguridad alimentaria esté en
peligro. La activista Anderson consideró que los cambios de lenguaje en las
discusiones sobre mitigación podrían tener un impacto negativo a largo plazo
sobre la seguridad alimentaria, en especial en los países en desarrollo y los
menos adelantados. La preocupación surgió cuando “algunos países propusieron
acoger una meta de emisiones ‘cero neto’ para la mitigación a largo plazo”, en
una propuesta considerada muy positiva porque ampliaba el ámbito negociador.
Pero algunos países plantearon entonces posibles compromisos a largo plazo,
para reducir las emisiones de combustibles fósiles para el año 2050 hasta el
‘cero neto’ o ‘cerca de cero’. Esos términos suenan similares, pero Anderson,
como otros participantes en las negociaciones, cree que “significan exactamente
lo contrario”. El objetivo de emisiones próximas a cero es crítico, mientras
que el de “cero neto” a largo plazo, significaría que los países
industrializados podrían “continuar generando emisiones habituales, “pero
utilizando alternativas, enfoques no renovables para absorber el carbono en el
aire”. Entre esos enfoques, “los mayormente disponibles se basan en la tierra y
usan grandes cantidades de tierra “, recordó la activista.
“En África necesitamos tierra para cultivar nuestras
cosechas, no se puede resolver un problema, creando otro problema”, planteó Augustine
Njamnshi, miembro ejecutivo de Desarrollo de Recursos Biológicos del Programa
de Conservación de Camerún y parte de la Alianza Panafricana de Justicia
Climática. “Hacemos un llamado a emisiones cero, a reducir realmente las
emisiones. Cero neto significa continuar la contaminación en algunos países,
mientras hay un almacenamiento de dióxido de carbono en otros países, lo que no
sería útil para las comunidades de África”, añadió. Aparte de las implicaciones
sobre la seguridad alimentaria, la propuesta también incidiría en “el uso de la
tierra”, otro tema incluido en Ginebra en el capítulo de mitigación. “Como
ahora se propone el uso de la tierra en el texto sobre mitigación, existe el
temor de muchas organizaciones no gubernamentales y los países sobre el
excesivo énfasis que pueda darse en la mitigación a lo relacionado con la
agricultura y la tierra” y que estos temas pierdan prioridad en el sector de la
adaptación, dijo Anderson. Existe el peligro, adujo, de que los países
industrializados puedan cumplir sus metas de mitigación mediante tierras
cultivables y destinarlas a la producción de biocombustibles o biocarbono. Eso
afectaría negativamente a la subsistencia de los más pobres, especialmente en
países en desarrollo.“Lo que hemos aprendido de la apropiación de tierras para
biocombustibles, es que siempre los que más sufren son los más hambrientos, los
más pobres, los más marginados. Al final, ellos se ven obligados a abandonar
sus tierras y se ven sumidos en la pobreza, porque no pueden pagar el precio de
los alimentos”, planteó Anderson. Sin embargo, algunos negociadores, incluso de
países en desarrollo, consideraron exageradas estas preocupaciones. “No creo
que esa es la forma como lo vería (la Unión Europea), porque en realidad hay
una serie de medidas que pueden adoptarse en el sector de la agricultura que
tienen beneficios para la seguridad alimentaria, la adaptaciónón y mitigación”,
afirmó la delegada irlandesa Gemma O’Reilley. Para O’Reilley se está ante una
posibilidad “de ganar-ganar” a largo plazo, de la que excluye que se produzca
la apropiación de tierras temida por algunos. En todo caso, las negociaciones
sobre mitigación siguen abiertas y después de Ginebra quedan nuevas
negociaciones antes de llegar a París. La esperanza se mantiene porque muchos
países van a buscar que se incluyan garantías específicas dentro del sector de
mitigación, dirigidas a una protección contra una futura apropiación de tierras
para combustible climático. “Si tenemos éxito en incluir la seguridad
alimentaria dentro de la mitigación, podremos decir que se tuvo en cuenta una
de las mayores preocupaciones de los países del Sur”, dijo el nigerino
Bonguéré. En igual sentido se pronunció Alicia Ilaga, directora de Asuntos
Climáticos del Ministerio de Agricultura de Filipinas. “La adaptación es
nuestra prioridad, si hay beneficios colaterales con la mitigación, está bien,
mejor aún, ¿por qué no? Y hay beneficios colaterales para la seguridad alimentaria”.
“La seguridad alimentaria es la adaptación, peor hay estrategias de adaptación
con potencial de mitigación”, insistió. En Ginebra los grupos que promueven la
justicia climática recordaron a los negociadores que la mayor amenaza a la
seguridad alimentaria sigue siendo la falta del esfuerzo necesario para reducir
drásticamente las emisiones de carbono antes de 2020, cuando entrará a regir el
nuevo tratado. Para estos grupos, en lugar de retrasar lo que puede convertirse
en una futura crisis climática inevitable para agricultores y pescadores, los
países deben “escuchar la llamada de las comunidades locales para transformar
nuestros sistemas de energía hoy”.
Un enfoque que se basa en una rápida y gradual incorporación
de las energías renovables y de las prácticas de cultivos agroecológicos, con
los que posiblemente se podrían alcanzar los beneficios colaterales para la
seguridad alimentaria mencionados por Ilaga y se evitará un mayor cambio
climático. Editado por Estrella
Gutiérrez
Fuente: Agencia IPS TOMADO DE ENVIO DE PREGON AGROPECUARIO
DE AR
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