DE CANDIDATOS Y
CANDIDATURAS
El candidato es aquella persona
que tiene la aspiración de cubrir un lugar o una vacante, sea en el corazón de
una dama, en un empleo o en algún cargo electivo, entre otros supuestos.
La
palabra “candidatus” viene del latín, y significa ‘vestido de blanco’, de “candidus”, “blanco,
sin malicia, puro, sincero”. Con esta voz se designaba en Roma a los aspirantes
a cargos públicos, quienes debían usar una túnica blanca, llamada “candida”, al
parecer para destacar la pureza, probidad y honradez que cabría esperar de los
hombres de gobierno. Su raíz proviene de “candere” que significa: brillante,
brillo, destello.
Para
ostentar dicho carácter debía cumplir con una serie de requisitos, cualidades o
méritos que lo hagan merecedor al mismo.
A él,
se lo puede comparar con el candidato a la mano de una niña, el que antaño si
pretendía obtener los afectos de ella y formalizar esa relación, tenía que
desempeñar toda una tarea preparatoria (campaña) y estar revestido de
condiciones acordes al fin buscado.
Como
tal, se presentaba de la mejor manera a la consideración del entorno familiar
(especie de cuerpo electoral), quienes eran los encargados de consagrar o no al
mismo.
Para
ello debía exhibir; idoneidad, seriedad en la propuesta, antecedentes
profesionales y/o laborales con ingresos suficientes para el sostén de la
pareja, en otros casos se agregaba; historia familiar, religión, ideas
políticas, buena imagen (sin fhotoshop), ausencia de vicios, etc.
Al
fin, para merecer a la elegida, se necesitaba ser honorable y buena persona,
todo lo cual era debidamente analizado y evaluado por el electorado familiar; y
si se cubrían las expectativas, recién se le otorgaba el permiso para el
ingreso al seno de la misma.
Previo
al veredicto, se hacían largas campañas de buena letra, trato correcto,
habilidades varias, atenciones a la elegida y seducciones al resto del clan, lo
cual era escrudiñado por dicho grupo, en el que todos emitían su voto.
Hasta
algunos años atrás, me atrevo a afirmar, que el candidato político se debía
someter a rituales o reglas más o menos similares, aunque últimamente el
sistema se ha hecho añicos, tanto en lo amoroso como en lo político.
A
partir de estos cambios, las candidaturas políticas se han desvirtuado, ya que
históricamente para ser candidato se debía acreditar trayectoria, compromiso y
militancia pública reconocida en algún sector social. Ahora sólo basta con
hacer campaña, en la acepción militar del término (incursión), durante un corto
tiempo, con un buen equipo de
propaganda, mucha plata y contar con la bendición, por lo general, de
sectores de negocios públicos o privados.
Cuanto
más sumisión se muestre hacia esos grupos de poder, mejor es. El “es un amigo”,
dicho por algún influyente, es suficiente tarjeta de presentación.
Tanta
ha sido la variación que en la actualidad se han convertido en imágenes o
abstracciones, sin historias o trayectorias. Sólo un nombre, una foto o una
postal, reproducida hasta el hartazgo por medios de comunicación, previo pago
de sumas suculentas.
Generalmente no se le conocen escritos, proyectos, posiciones políticas,
principios ni pertenencias, con ello no afirmo que no los tengan, por lo menos
no son mayoritariamente conocidas por parte del electorado.
La
militancia y el objetivo de mejorar las condiciones de vida del conjunto social,
han sido sustituidos por el cotillón y el marketing, lo que permitió el acceso
como candidatos: de figuras del espectáculo, del deporte o del periodismo entre
otras, cuya máxima virtud es una exposición reiterada en los medios masivos de
prensa.
Puras imágenes, frases, consignas o
expresiones de deseos vacías de contenido y sin compromiso alguno, con los que
dicen que van a representar. Y así asistimos a una comparsa de Menganos y
Fulanos 2015 y no mucho más.
La
mercadotecnia electoral, para posicionarlos electoralmente, los vende cual si
fueran heladeras y muchos terminan haciendo honor al producto, ya que tienen
pocas luces, son fríos y no calientan a nadie.
Pese a
existir excepciones y de las buenas, a la mayoría le comprenden las generales
de la ley referidas.
He
preguntado a algunos, en el período previo al cierre de listas, candidatos de
qué partido o sector eran y no me han sabido responder.
El
requisito constitucional y fundamental de la idoneidad para el cargo, queda
para otro momento.
Lo
dejo, piense quien se puede calzar la “candida” y me despido hasta la próxima
aguafuertes. Ricardo Luis Mascheroni - Docente
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