La labor agrícola, en
manos de los más viejos
Según el Perfil del Campesino Ecuatoriano realizado por el
INEC, el 62,06% corresponde a las personas comprendidas entre los 46 y 75 años.
Un porcentaje muy alto más aún si se añade el 9,49% de las personas mayores de
76 años que siguen labrando la tierra. La Costa representa la región con más
productores del país, equivalente al 57,70%.
Las labores de los agricultores en la zona rural de Ecuador
se reparten entre el hombre y la mujer de mayor edad. Esta actividad
constituye, en algunos casos, su única alternativa de ingresos económicos.
Foto: Roberto Chavez / El Telègrafo
Kléver Paredes B. “Este año fue malo para los que vivimos en
el campo. No tuvimos la voluntad de Dios. Con las primeras lluvias de octubre
nos apuramos a sembrar, sin pensar que luego vendría la sequía. Pensamos que
era ‘el veranillo del niño’. No fue así. Los aguaceros que cayeron desde fines
de enero ya no sirvieron de nada, el maíz ya estaba marchito; casi todo lo
sembrado se perdió”.
“Más de 200 dólares gasté en abono de gallina, más la
semilla, más el ‘beneficio’ de la deshierba; un peón, tanto buscar porque ya no
les gusta trabajar en la agricultura, cobra 12 dólares diarios. ¿Para qué tanto
trabajo, si el quintal de maíz se vende luego en $ 5, $ 10 o algo más y los
intermediarios se ganan luego el doble”. Enrique Chasi no para de lamentarse:
“Este año fue malo”. Él es de los pocos viejos que se dedican a la agricultura
para subsistir. Con sus más de 70 años, no tiene otra alternativa de ingresos
económicos y tampoco quien le ayude, porque los jóvenes dejaron el campo para
migrar a la ciudad o ganar un sueldo fijo en las plantaciones de flores. Este
año, para Enrique hasta el nombre de su parroquia perdió su sentido: La
Esperanza (cantón Pedro Moncayo, provincia de Pichincha). Ahora mira con
resignación su terreno y cosechar por lo menos algo de maíz. La actividad
agrícola en Ecuador es compleja, tanto en la Sierra como en la Costa y la
Amazonía. Los pequeños campesinos como Enrique corren con riesgos climáticos y
fitosanitarios, variaciones de precio y la persistente tendencia a la baja. Otras
dificultades que complican su situación es la desigual distribución de la
tierra y la escasa productividad promedio de la mano de obra, que redundan en
bajos ingresos para la mayoría de los agricultores y sus empleados. A ello se
suma la falta de capital físico, humano y social, así como la existencia de
mercados que dificultan la adopción de tecnologías modernas y de rubros más
rentables. En las zonas rurales, además,
persiste la migración de la población, en especial de la más joven en busca de
mejores oportunidades de estudio o de trabajo. La consecuencia de este fenómeno
ha sido el envejecimiento de la población rural y de manera especial de los
productores agrícolas. Según una
investigación sobre “Mercados de tierras agrícolas en América Latina y el
Caribe: una realidad incompleta”, realizada tiempo atrás por la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la tendencia a una menor
natalidad y a una mayor longevidad sucede en todos los países de la región,
aunque en cada uno con un ritmo diferente.
Tres grupos de países pueden distinguirse en lo concerniente
a envejecimiento de la población. El primero está encabezado por Uruguay, donde
17% de la población tiene 60 años o más, seguido de Argentina (13%) y Chile
(10%), y también de varios países del Caribe (Antillas Neerlandesas, Bahamas,
Barbados, Cuba, Guadalupe, Jamaica, Martinica, Puerto Rico y Trinidad y
Tobago).
El segundo grupo, en plena transición demográfica, está
formado por Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guyana, México, Panamá,
Perú, República Dominicana, Suriname y Venezuela. Los demás países se
encuentran en una transición que va de moderada a incipiente, con una cifra
entre 5% y 7% de adultos
mayores. Los campesinos de Santa Elena sufren por la
falta de agua, las desérticas tierras no son aptas para la agricultura y por eso la ganadería es su opción. Foto: Úrzula Reyes / El Telégrafo
En el medio rural, el porcentaje de los mayores de 60 años
de América Latina y el Caribe en su conjunto era del 7,6% en 2000, y se
proyecta que llegará a un 10,2% en 2015. La tasa de actividad de las personas
adultas mayores en el área rural es muy alta, mucho más que entre los grupos
etarios equivalentes del área urbana. En
el 2000, por ejemplo, el 83,1% de los hombres rurales entre los 60 y 65 años
eran económicamente activos, frente al 61,4% en el caso de los hombres urbanos.
Para los hombres entre los 75 y 79 años, los porcentajes son de 44% y 19%,
respectivamente. La proporción de los
mayores de 60 años en la Población Económicamente Activa (PEA) total rural en
2000 se estimaba en 7,8%, esto es, algo más de 3’900.000 personas. Se proyecta
que en 2015, si persiste la tendencia actual, las personas mayores de 60 años
llegarán a representar 9,1% de la PEA rural total de América Latina y el
Caribe.
En el caso de la PEA
urbana, estos porcentajes representaban 3,4% en 2000, es decir, algo más de
2’100.000 personas; en 2015 significarán 4,2%.
En el universo de la
Población Económicamente Activa general, la agrícola es la que muestra mayor
porcentaje de personas de 60 años y más. En el caso de los encargados de la
conducción del predio: se estima que, actualmente, más de 20% de estos son
mayores de 60 años, porcentaje que es aún más alto en países como Brasil,
Chile, Panamá y México o en zonas específicas de otros países. En cuanto a la composición de los hogares, el
estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe señala que un
número apreciable de los agricultores de 60 años y más vive solo o con su
cónyuge. En Brasil, el 29% de los productores vive solo y tiene 60 años y más;
el 10% de los campesinos vive únicamente con su cónyuge, y el 48% restante vive
con sus hijos u otros integrantes de la familia mayores de 18 años.
En Ecuador es notorio que el núcleo familiar en el campo
esté compuesto por marido y mujer, los dos de avanzada edad. Solo en algunos
casos son acompañados de sus hijos, también de edades superiores a los 30 o 40
años. Los más jóvenes dejaron el campo por la ciudad. TOMADO DE EL TELEGRAFO DE
ECUADOR
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