EQUIPO DE LA
UNIVERSIDAD DETECTÓ BROTE EN PERROS DE SALTO
Leishmaniasis: peligrosa zoonosis que se va extendiendo en
la región La noticia del sacrificio de dos perros
en el departamento de Salto a
raíz de su contagio con leishmaniasis activó la preocupación general a nivel
nacional por una enfermedad que no era tenida en cuenta, pero de la que en
realidad se conoce la presencia del vector que la transmite desde hace algunos
años en nuestro país (febrero de 2010). En
Bella Unión un equipo de investigación de la Universidad de la República viene
trabajando en el tema desde 2013, realizando controles de la presencia del
insecto vector que ya tenían previsto extender hacia Paysandú, lo que se ha
retrasado a raíz del hallazgo de este brote en la localidad salteña de Arenitas
Blancas.
La profesora agregada del Departamento de Parasitología de
la Facultad de Medicina, doctora Yester Basmadjian, es una de las docentes que
están al frente del equipo de investigación (integrado por docentes de las
facultades de Medicina y Veterinaria) que presentó un proyecto y que fue
aprobado por la Universidad. Ello les permitió acceder a los recursos con los
que han hecho la investigación con el trabajo de estudiantes que,
mayoritariamente, viajan los fines de semana a la zona a tomar las muestras de
insectos.
La cantidad de animales sacrificados ya asciende a cuatro,
pero según Basmadjian “la normativa de la OPS indica que hay que sacrificar a
todos los infectados”, con consentimiento de los dueños, porque es la forma más
efectiva de impedir la transmisión del parásito.
La doctora señaló a EL TELEGRAFO que si bien se trata de una
enfermedad exótica hasta el momento se interesó en este asunto por ser la
parasitología su orientación profesional. “Los expertos en el tema hablan de
las leishmaniasis”, aclaró, “unas enfermedades parasitarias producidas por un
protozoario parásito, transmitidas por un vector, y que además son zoonóticas:
afectan al hombre y a otros mamíferos que pueden ser tanto domésticos como
silvestres”.
En el ser humano hay tres manifestaciones clínicas
diferentes: la cutánea “que da úlceras en piel, muy desagradables. Si uno
googlea leishmaniasis ve unas fotos espantosas, pero esa manifestación clínica
no es mortal”; la mucocutánea, “que además de afectar piel afecta también
mucosas, suele dar lesiones invalidantes. En cara termina deformando, pero
tampoco es mortal”; y la visceral “que no da manifestaciones a nivel humano en
piel, pero sí da problemas, produce fiebre, visceromegalias, un cuadro general
que puede llevar a la muerte del paciente si no es tratado”.
Esta variedad, la más grave, “es la que está en franca expansión
en el continente americano. En el 2000 se detectó un brote de leishmaniasis en
la frontera entre Paraguay, Brasil y Bolivia; 15 años después ya la tenemos en
nuestro país. No tenemos casos humanos aún, pero ya tenemos circulación del
parásito en territorio nacional. En el 2006 se detectó en Argentina, que ya
tenía leishmaniasis cutánea, pero no tenía visceral”, señaló la médica. La
profesional hizo hincapié en que “lo que ha venido pasando en los países de
América es que primero se encuentra el vector, unos años después se detectan
los primeros perros infectados y después de un tiempo se encuentran personas
infectadas. Hoy no esperamos tener personas infectadas, pero si no limitamos y
tratamos de eliminar ese foco y de ver si no hay otros focos, dentro de dos o
tres años vamos a encontrar personas infectadas”. VARIANTES Un detalle que
explicó Basmadjian es que la enfermedad tiene rasgos propios en América que la
diferencian de Europa, que obedecen a las características del vector que la
transmite.
Por ejemplo en Europa el vector tiene un ciclo de actividad
de seis meses, mientras que en nuestro continente -al que el parásito
posiblemente ingresó en los perros de los conquistadores- el vector está
presente todo el año. También se comprobó que aunque la bibliografía dice que
el insecto no soporta temperaturas ambientes por debajo de los 17 grados, el
equipo de la UdelaR comprobó actividad del vector hasta con 13 grados en
nuestro país.
El insecto responsable de su transmisión -vector- es
Lutzomyia longipalpis, un díptero de hábitos crepusculares y nocturnos, de
apenas 2 o 3 milímetros, que -a diferencia del renombrado Aedes aegypti- vive y
se alimenta en la tierra, de materia orgánica y que se adaptó muy bien a vivir
en ciudades.
“Es una enfermedad que genera mucha polémica porque el único
mecanismo de control existente hasta el momento es el sacrificio de los
reservorios y el perro es el reservorio de la leishmania”, indicó la doctora.
“En Europa no sacrifican los perros, pero en Europa hay una
realidad social y económica muy diferente. No tienen asentamientos como tenemos
nosotros, allá el número de perros es mucho menor al que tenemos en América y
la tenencia responsable de mascotas está mucho más arraigada que acá; uno tiene
que ser realista”, afirmó.
PERROS El proyecto financiado por UdelaR comprendía
establecer como centro nacional de referencia el Hospital de Facultad de
Veterinaria. Allí fue donde se confirmó el primer caso.
“Se detectó un perro sospechoso en la localidad de Arenitas
Blancas, porque la dueña fue persistente e insistió durante meses en intentar
identificar el cuadro que presentaba su mascota desde agosto, con diversas
manifestaciones clínicas y en la que no se llegaba a establecer el diagnóstico.
Surge así que alguien sospecha la posibilidad de leishmaniasis. Por eso llaman
al Hospital de la Facultad de Veterinaria, donde hay gente de nuestro equipo
trabajando. Se solicitó sangre de la perrita para hacer los estudios
serológicos y resultó que dio positivo a leishmaniasis”, relató la profesional.
El equipo se trasladó el primer fin de semana de febrero a
la localidad para hacer punciones de ganglios y de médula a la mascota, “para
ver si podíamos identificar el parásito. Estando allí detectamos la presencia
de un perro que estaba en muy malas condiciones, el animal estaba muriendo. Le
hicimos el test y dio positivo”, recordó.
“Uno tiene que entender que los perros sufren muchísimo con
esta enfermedad. Los animales pueden ser asintómáticos o tener síntomas. La
experiencia nuestra, ahora, en este brote, en el que hemos captado 11 perros
infectados, es que de los once 8 tenían síntomas, de los cuales por lo menos
tres o cuatro perros estaba muy graves y los demás ya tenían síntomas diversos
como alteraciones oculares graves o problemas de piel. Hay que entender que, en
poco tiempo, la sintomatología de esos perros iba a avanzar al estado que
presentaban los perros a los que se hizo eutanasia”, relató Basmadjian, y que,
mientras tanto, ellos ofrecen, en forma permanente, parásitos a los vectores.
La investigadora enfatizó que la medida más efectiva que se
puede tomar para frenar esta enfermedad es la indicada por los expertos en el
tema reunidos por la Organización Panamericana de la Salud: el sacrificio de
los perros infectados.
“Me angustió mucho decirle a los dueños, porque adoro los
perros y tengo varios canes; pero no hay medida de control en este momento
adecuada para los perros salvo la eutanasia. Eutanasiar al perro infectado no
es un acto sacrílego ni es un acto de maldad, sino que es acortarle el
sufrimiento al animal. Porque es una patología que, en los perros, y por ahora,
no tiene cura y además, con esa medida evitamos que el resto de los perros
sanos se infecte”, agregó. A diferencia de otras enfermedades, el parásito de
la leishmaniasis no se transmite desde el humano al vector, solo a partir del
perro.
La enfermedad en los perros no tiene cura. “En Europa tratan
con fármacos a los perros, pero no los curan. Sólo baja la cantidad de
parásitos que tiene el can, pero no mata a las leishmanias. Pero en Europa como
el flebótomo tiene actividad seis meses al año, uno le puede hacer ese
tratamiento al perro durante los meses de actividad del insecto sabiendo moralmente
que no lo está curando. El fármaco es nefrotóxico, o sea, enferma a los riñones
del animal, pudiéndole provocar una insuficiencia renal. ¿Qué hacemos en un
lugar donde el insecto está activo todo el año? Terminamos destruyendo los
riñones del perro y siguen existiendo los parásitos”, manifestó.
Para la profesional “el país se merece una discusión a fondo
sobre qué hacer con estos pobres animales. Nuestro equipo de trabajo viene
insistiendo desde el 2010, año en que se detectó el vector en las ciudades de
Salto y Bella Unión, en discutir este tema. No es lo mismo sacrificar 5 perros
para evitar la instalación de la enfermedad, a que la misma ya se instale y
sea, prácticamente imposible de controlar. Insisto: no es la misma realidad
epidemiológica la del 2010, con presencia sólo del vector, a la del 2015, donde
ya existe circulación del parásito. Ahora el control de la enfermedad deberá
ser discutido a fondo por las autoridades sanitarias, la sociedad civil y la
academia, pero siempre siguiendo los lineamientos dictados por los científicos
expertos regionales”. TOMADO DE EL TELGRAFO DE URUGUAY
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