Contragolpe a la corrosión atmosférica
Un estudio realizado por la Dirección de Medio Ambiente del
Centro Nacional de Investigaciones Científicas y la Facultad de Ingeniería
Civil de la Cujae, evaluó el impacto de ese proceso sobre las estructuras de
hormigón armado en zonas del litoral de La Habana Autor: Orfilio Peláez | El Doctor en Ciencias Técnicas Abel Castañeda
muestra los daños ocasionados por la extrema corrosión atmosférica en un edificio
ubicado en la calle Primera, del capitalino municipio de Playa. Foto: Silvia
Diéguez
Capaz de destruir los más diversos metales, aleaciones y el
hormigón armado, la corrosión atmosférica es considerada el enemigo más
importante de las edificaciones expuestas a la acción directa del agresivo
ambiente costero en cualquier parte del mundo. En el caso particular de La
Habana, una rápida mirada al malecón y otras áreas de la ciudad cercanas al
mar, permite apreciar de inmediato el marcado deterioro que sufren buena parte
de las construcciones asentadas en tales espacios, en particular aquellas
desprovistas de algún tipo de protección de origen natural o artificial, capaz
de atenuar tan perjudicial influencia. La relación de inmuebles afectados
incluye viviendas familiares, instalaciones hoteleras, culturales, recreativas
y deportivas, en las cuales se han combinado la falta de mantenimiento
sistemático con la calidad del hormigón armado empleado, que no siempre es la
apropiada para tan adverso escenario, además de la insuficiente aplicación de
los trabajos destinados a caracterizar la corrosividad del entorno. BONDADES DE
UN MAPA
Tomando en cuenta tan apremiante problema, especialistas del
Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC) y de la Facultad de
Ingeniería Civil de la Cujae, desarrollaron de manera conjunta el proyecto
de investigación Estudio del ambiente agresivo costero en La Habana y su
impacto sobre las estructuras de hormigón armado. Igualmente colaboraron en su
ejecución expertos del Centro de Investigaciones de la Construcción,
perteneciente al ministerio de esa rama, de la Universidad Autónoma de
Campeche, en México, y del Laboratorio de Diagnóstico de la Oficina del
Historiador de la Ciudad. Como señala a Granma el Doctor en Ciencias Técnicas
Abel Castañeda Valdés, jefe del Grupo de Protección de Materiales, de la
dirección de Medio Ambiente del CNIC, y uno de los autores principales junto
al también doctor Juan José Howland Albear, investigador titular de la Cujae,
se pudo precisar que las variables con mayor incidencia en la corta vida útil
de las instalaciones analizadas son la deposición sobre ellas de un elevado
porcentaje de partículas de sales de iones cloruro, la fuerza y dirección del
flujo de viento predominante del nordeste, y el tipo de hormigón armado
utilizado. “Pudimos confirmar la presencia de niveles de agresividad corrosivas
catalogados entre muy altos y extremos, en particular en las zonas del litoral
capitalino sometidas al embate permanente del aerosol marino sin ninguna
protección”. De acuerdo con los resultados del proyecto, el promedio anual de
la velocidad del viento a partir del cual ocurre un incremento en el aporte de
las sales de iones cloruro es de tres metros/segundo, mientras en dependencia
de su peso y tamaño pueden penetrar hasta distancias de alrededor de 40 metros
del mar. Ese indicador ha sido estimado en muy pocas naciones del orbe y
constituye un elemento de suma utilidad en los mencionados estudios. Resulta
oportuno añadir que en nuestro país se han llevado a cabo otras investigaciones
vinculadas al impacto de la corrosión atmosférica costera en metales, pero no
había ningún antecedente referido al hormigón armado. Un aporte a destacar es
la elaboración del Mapa de Agresividad Corrosiva de la Atmósfera específico
para dicho material, algo que por primera vez es logrado en Cuba. Según
manifestó el doctor Abel Castañeda, ello constituye una herramienta
científica segura y eficaz, que al poner en conocimiento de los inversores los
niveles de corrosividad imperantes en cada tramo del litoral habanero,
propiciará diseñar diferentes combinaciones de mezclas de hormigón más
resistentes a la penetración de las sales de iones cloruro. Lo anterior
aumentará la durabilidad de las nuevas construcciones, evitando el deterioro
anticipado de las estructuras, además de disminuir y alargar en el tiempo las
costosas acciones de reparación. Incluso se evidenció que una relación adecuada
de agua/cemento podría extender el buen estado técnico del hormigón armado más
allá de los 50 años, aun bajo condiciones ambientales sumamente agresivas. Otra
ventaja del estudio es que propiciará la adopción de medidas orientadas a la
reducción de las importaciones de aditivos, tecnologías y productos de elevado
costo en el mercado internacional, usados hasta ahora en la recuperación de
viviendas y demás obras sumamente dañadas por la corrosión. Respaldado por
numerosos avales emitidos por diferentes empresas vinculadas al sector de la
construcción en el país, y la publicación en diez revistas especializadas de
alto prestigio internacional, los resultados de la investigación sirvieron para
elaborar las normas cubanas NC 345:2011 y NC 967:2013, relacionadas con la
calidad del hormigón armado antes de recibir la influencia del agresivo
ambiente marino. Asimismo, permitió modificar la NC 120:2015, que establece
los criterios de vida útil para ese material. Debido a su significativo impacto
económico y social, el trabajo obtuvo uno de los Premios Nacionales de la
Academia de Ciencias de Cuba 2014, en la categoría de Ciencias Técnicas. Próximamente
será presentado en el VI Simposio Internacional de Medio Ambiente, que tendrá
lugar en el Palacio de las Convenciones del 22 al 26 de junio, dentro de la
agenda del XVI Congreso Científico Internacional del CNIC, institución que el
venidero 1ro. de julio cumplirá 50 años de fundada. Las perspectivas, subrayó
el ingeniero Abel, apuntan a la conveniencia de realizar estudios similares en
zonas de alto potencial para el desarrollo acelerado del turismo, y la
ejecución de importantes inversiones en el sector de la industria, la energía,
y el transporte. TOMADO DE LA GRANMA DE CUBA
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