Se suman sombras para exportar carne
En los últimos meses, la cuota Hilton cayó de 15.000 a
12.000 dólares al igual que otros cortes de exportación de menor valor; junto a
un tipo de cambio menos competitivo por la inflación esto complica el negocio
de los frigoríficos
Alejandra Groba Los
márgenes de la ganadería se fueron recortando con la inflación. Foto: Archivo
El segundo semestre aparecía como la tierra prometida para
el negocio de la carne vacuna, uno de los más dañados por el kirchnerismo. En
diciembre pasado, justo cuando se cumplía una década de la instalación de
derechos de exportación, la actividad sintió que se abría el horizonte: el
sinceramiento del dólar y la quita del 15% de retenciones que dispuso el
macrismo hicieron que, de pronto, cada dólar despachado se transformara en un
90% más de pesos. Un aumento jugoso, aunque las artes de Guillermo Moreno
habían hecho caer el volumen de la carne que se exporta de más del 20% a menos
del 8% del total.
Para que la fiesta fuera completa sólo restaba superar la
fase crítica de los reacomodamientos, que analistas y operadores imputaban a la
primera mitad del año. En enero, el aumento del precio de la carne fue el tema
favorito de los medios de comunicación (pese a que se había producido un mes
antes y ya se había aquietado), y hubo un desfile insólito de opinólogos en los
medios, desde la vicepresidenta, amenazando con importar carne, y al ministro
de Agroindustria, Ricardo Buryaile, poniéndole precio al asado, en 90 pesos,
hasta el autotitulado "rey de la carne" Alberto Samid criticando las
políticas del gobierno anterior, que tanto lo habían beneficiado.
Todo ese ruido social se sumaba a las presiones
extraoficiales para bajar los precios, al aumento del valor del maíz (alimento
principal de los novillos engordados en corrales), a la escasez y aumento del
precio del novillo y a la necesaria reactivación y búsqueda de clientes
externos. Esa "parte mala" del buen momento económico tenía un
horizonte: el de llegar arrancar la segunda mitad del año con los pedales ya
rodando solos.
Pero las cosas están resultando más complejas de lo que
parecía. "Toda la cadena de la carne está tensa, desde la tranquera hasta
la carnicería, con márgenes de intermediación reducidos y cobranza muy difícil
a los carniceros", sostuvo el analista Ignacio Iriarte. Aunque todavía no
hay deudas incobrables, "todo el sistema de comercialización de carne está
crujiendo", porque los precios que se pagan por la hacienda en pie no son
convalidados luego en el mostrador.
La Hilton, US$ 2500
menos
Tranqueras afuera, las cosas no están como para descorchar.
El negocio de los frigoríficos es desarmar el vacuno y vender cada pedacito en
el mercado que mejor lo paga. En el mercado externo, dividen sus mercados en
los de calidad y los de volumen.
Entre los primeros, el precio que los europeos pagaban por
el Rump&Loin (lomo, cuadril y bife) de la Cuota Hilton se derrumbó desde
los cerca de US$ 15.000 antes de las Pascuas, a US$ 12.500 la última semana. Y
como todavía no llegó la tradicional caída de la demanda del verano europeo, la
caída podría acentuarse. La Cuota 481, de carne de feedlot, no está siendo un
buen negocio por los precios internos. Y la reapertura de Estados Unidos, que
tras 15 años se esperaba cuanto mucho para inicios de 2016, no se concretará
hasta el último trimestre, porque había temas de control sanitario local
irresueltos.
Muchos cortes de la rueda (bola de lomo, nalga de adentro,
cuadrada, peceto, tortuguita y garrón), que durante enero y febrero se habían
vuelto negocio exportar dentro de la Hilton o la cuota 481, con los actuales
valores de exportación y tipo de cambio son inviables.
Para los cortes del cuarto delantero, el mejor mercado,
Israel, bajó los precios, mientras que en Chile -el otro gran cliente- se hace
muy difícil competir con Brasil y Paraguay.
Brasil, que es el primer exportador del mundo y está muy
necesitado de exportar y muy competitivo con su última devaluación, viene
provocando una caída de precios en los mercados de menor valor, como China, que
es el mayor cliente en volumen de la Argentina. A su vez, esto presionó hacia
abajo los precios de los importadores de Brasil, mercado adonde va toda la tapa
de cuadril (picanha) de la Argentina, comentaron desde uno de los grandes
frigoríficos de Buenos Aires.
Tranqueras adentro,
el desafío
Para los especialistas, como Víctor Tonelli, lo que pasa
afuera no es tan complejo como lo que ocurre tranqueras adentro. "Hay una
suma de factores preocupantes: la caída del valor del dólar, que es la moneda
que recibe el exportador, tiene fuerte impacto: cuando arrancó el gobierno de
Macri, el dólar estaba en $ 15,50 y hoy está cerca de $ 13,70", indicó.
La inflación no se contuvo, y el aumento de los servicios
públicos, junto con los salarios y la hacienda, les pega fuerte a los
frigoríficos.
En uno de los más grandes de Santa Fe la tarifa mensual de
luz fue de $ 1,5 millones, casi el triple que antes. Por estos temas, los
exportadores nucleados en el consorcio ABC se reunieron con Macri la semana
pasada. Para la industria exportadora, que está más forzada a tener todo en
blanco, con el sobrecosto que implica, competir con los frigoríficos informales
del mercado interno está siendo un gran problema, ya que estos, al tener mayor
margen por lo que ahorran en impuestos, pueden pagar más los novillos y
abastecerse mejor. Por eso le piden al Gobierno una cruzada en serio contra
estas empresas, muchas veces disfrazadas de cooperativas de trabajo, que suelen
contar con el favor de muchos funcionarios e intendentes. "Hay un
crecimiento de pseudo cooperativas de trabajo que son una pantalla para que
operadores saquen de la cancha a los exportadores que hacen las cosas
bien", dijo Tonelli. TOMADO DE LA NACION DE AR
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