Argentina, el paraíso de la ilegalidad
CARLOS SIULA ENVIADO ESPECIAL
BUENOS AIRES, Argentina. Argentina se ha convertido en uno
de los principales puntos de tránsito de droga hacia Estados Unidos y Europa,
un nuevo centro de producción de clorhidrato de cocaína y en un paraíso para
blanquear capitales, actividad en la que -al parecer-incluso están implicados
la esposa y el hijo del exnarcotraficante colombiano Pablo Escobar.
Un informe de 150 páginas publicado en marzo pasado por la
Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la ONU confirmó esas
tendencias: “No se trata solo de un país de tránsito. Ahora también hay
producción de clorhidrato de cocaína y un alarmante aumento del consumo de esta
droga y de marihuana en especial entre los estudiantes secundarios, franja en
la que Argentina muestra una de las tasas más altas de Sudamérica”.
Esas nuevas tendencias fueron confirmadas por el primer
Estudio de Consumo de Sustancias realizado por la Secretaría de Políticas
Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar). El consumo de drogas
por parte de adolescentes de 12 a 17 años “aumentó en términos alarmantes desde
2010”, precisa.
Tomando en cuenta el total de la población, se calcula que
al menos 1.5% consumió al menos una vez cocaína en los últimos 12 meses, el
hábito asciende a 3.2% con el cannabis, a 0.9% con las anfetaminas, a 0.3% para
los opiáceos y 0.2% para el éxtasis. En términos concretos, eso significa que
al menos 1.8 millones de personas -sobre 40 millones de habitantes- tiene un
consumo de drogas relativamente regular.
Uno de los aspectos más inquietantes es el aumento del
tráfico por vía aérea y fluvial por el norte del país.
La situación alcanzó tales proporciones que algunos
tribunales norteños -donde están ubicados los corredores aéreos utilizados por
las avionetas procedentes de Perú y Bolivia- se encuentran saturadas y no
tienen lugar para alojar a los detenidos por narcotráfico, reconoce el juez
federal Aldo Alurralde.
“El contrabando ilegal por vía aérea se realiza a un
promedio de 50 vuelos por día, según el subsecretario de Lucha contra el
Narcotráfico, Martín Verrier. En algunos casos, las avionetas «bombardean»
marihuana y cocaína en campos alejados de las zonas urbanas. Cada vuelo
transporta hasta dos mil kilos de cocaína.
Mucho más interesante es realizar los envíos por vía
fluvial, donde cada barcaza puede transportar -en forma oculta- el equivalente
de la carga de 30 avionetas. La hidrovía que forman los ríos Paraguay y Paraná
constituye una auténtica autopista de tráfico clandestino de drogas, por la
cual ingresan en barcazas unas 10 mil toneladas anuales de cannabis y 700
toneladas de cocaína, destinadas esencialmente a la exportación. En ese
trayecto de tres mil 442 kilómetros hay más de 50 terminales fluviales sobre el
Paraná que constituyen puntos ideales de desembarco.
Como resultado de ese fenómeno, la cantidad de presos por
tráfico de alcaloides prácticamente se duplicó en los últimos 20 años hasta
llegar a 73 mil detenidos en 2016, según estadísticas de la Procuración
Penitenciaria de la Nación (PPN).En el caso de las mujeres, nueve de cada 10
extranjeras detenidas por delitos relacionados con drogas actuaban como
“correos” y la gran mayoría no tenía antecedentes.
Una parte de ese tráfico está controlado por clanes
peruanos, según reveló Cristian Alarcón en su libro “Si me querés, quereme
transa”.
Otro fenómeno de relevante importancia en el país es el
volumen de negocios realizados por traficantes colombianos y mexicanos para
blanquear narcodólares en Argentina. El último episodio fue la investigación
abierta a mediados de octubre a la viuda y el hijo de Pablo Escobar Gaviria.
Ambos están acusados de haber intervenido en una maniobra de lavado de dinero
de un grupodirigido por el zar colombiano José Piedrahíta Ceballos, que efectuó
importantes inversiones inmobiliarias en la Argentina.
Gracias a la “protección” del expresidente Carlos Menem,
ambos habían ingreso al país, donde recibieron las nuevas identidades de María
Isabel Santos y Sebastián Marroquín.
Ese fenómeno no es nuevo porque las posibilidades de lavado
o de residencia que existen en Argentina también fueron utilizadas al parecer
por Amado Carrillo, alias “El señor de los cielos”, y otros mexicanos o
colombianos que terminaron detenidos o acribillados a balazos, entre ellos Luis
Caicedo Velandia, Ignacio Álvarez Meyendorff y Henry de Jesús López Londoño,
alias «Mi Sangre», que poseían fastuosas viviendas en el lujoso barrio de
Nordelta.
Desde su residencia, el colombiano “Mi Sangre” manejaba una red
mafiosa que abastecía de droga a los grandes carteles internacionales, como el
mexicano Los Zetas, según confirmó el director de la Policía Nacional de
Colombia, el general José Roberto León.
La penetración del narcotráfico en Argentina bajo todas sus
formas fue posible gracias a la complicidad que tuvieron los mafiosos con
sectores del peronismo durante los gobiernos de Carlos Menem (1989-2003),
Néstor Kirchner (2003-2007) y su esposa Cristina (2007-2015), según revelaron
Virginia Messi y Juan Manuel Bordón en su libro “Narcolandia”.
Desde que asumió el poder en 2015, el presidente Mauricio
Macri intenta combatir o reducir las proporciones de ese fenómeno. Pero, en su
informe de marzo último, la ONU reconoció que la mayoría de los progresos
logrados fueron esencialmente “en el plano discursivo”. TOMADO DE EL SOL DE
PARRAL MEXICO
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