"El fondo de un río que desemboca en el Paraná tiene
más glifosato que un campo de soja" 29/04/2019 | Un estudio del Conicet
detectó la presencia alarmante de agroquímicos y metales pesados en la cuenca
de uno de los principales ríos del país.
"No existe razón de Estado ni intereses económicos de
las corporaciones que justifiquen el silencio cuando se trata de la salud
pública", decía Andrés Carrasco (1946-2014). El reconocido científico
argentino desafió al establishment político �y
a sus pares� al
denunciar los efectos nocivos del uso de glifosato en cultivos transgénicos
cuando nadie lo hacía.
Esa misma frase recordó el doctor Damián Marino,
investigador del Conicet y profesor de la Facultad de Ciencias Exactas de la
Universidad Nacional de la Plata (UNLP), durante una charla en el Chaco, donde
expuso los resultados de estudios que comprobaron la presencia de residuos de
agroquímicos y metales pesados en las aguas del Río Paraná.
"Los niveles de glifosato y de AMPA (metabolito en la
degradación del glifosato) halladas en la cuenca son unas cuatro veces las
concentraciones que pueden encontrarse en un campo sembrado con soja. Hoy, el
fondo de un río que desemboca en el Paraná tiene más glifosato que un campo de
soja".
En cuanto a los detalles, el biólogo añadió que en el tramo
superior hay concentraciones de distintos insecticidas de uso agrícola,
mientras que desde la media hacia la baja existe una contaminación múltiple con
algunos metales y principalmente con glifosato. "Son los sitios más
afectados. El glifosato es una molécula dominante. El Paraná está en
problemas".
También explicó que si se toman en cuenta los parámetros
internacionales, las muestras superan por amplio margen los niveles de
presencia tolerables con respecto al insecticida endosulfán (prohibido en el
país en 2013), y sus posteriores reemplazantes: clirpirifós y cipermetrina.
"La publicación científica validada a nivel mundial
dice que todas las muestras de agua superaron para, al menos alguno de los
plaguicidas, el nivel guía recomendado para toda la biota acuática y recomienda
articular políticas inmediatas. Hoy, en el mercado mundial, el 90 por ciento de
los plaguicidas es glifosato y el 10% restante se reparte entre clirpirifós,
cipermetrina y endosulfán", sostuvo y mencionó que se obtuvieron
resultados similares en el Río Paraguay, que también se incluyó en el trabajo.
Los monitores ambientales sobre las cuencas del Paraná se
plasmaron en tres etapas: la primera fue en 2013, la segunda en 2016 y la más
reciente en enero de 2017, con las que se ratificó la presencia de agroquímicos
tanto en el agua como en los sedimentos (barro del fondo).
"Las muestras se tomaron en las desembocaduras de los
arroyos o ríos que drenan desde el interior del país hacia el Paraná, con el
objetivo de ver el goteo permanente sobre el gran río", contó Marino, que
durante cinco años (2010-2015) llevó adelante un trabajo de investigación sobre
el estado del recurso hídrico en la zona de Pampa del Indio, junto a la doctora
Alcira Trinelli, especialista química de la UBA y el Conicet.
De las muestras obtenidas, se analizaron los efectos letales
(organismos muertos) y subletales (alteración del desarrollo y la
reproducción). "Lo relevante que se obtuvo es que las concentraciones de
metales no superaban los niveles guías", reveló Marino, y puntualizó que
sólo el plomo hallado en casi todas las muestras de sedimentos, en cantidades
inferiores a las aceptadas, comprobaba la incidencia de las actividades
antrópicas de ciudades que recorre el Paraná en su cuenca.
Como ejemplo, mencionó que las aguas de los ríos San
Lorenzo, Saladillo y Pavón tienen sedimentos con concentraciones superiores que
provocaban efectos letales en organismos. En tanto, implicancias subletales se
notaron en la cuenca alta (provincia de Buenos Aires), con alteraciones en el
crecimiento vinculadas a altos niveles de plaguicidas.
"Mirando los resultados, vimos que el glifosato estaba
pegado en partículas en suspensión o formando parte del sedimento. A partir de
la cuenca media empezaba a aumentar la concentración, sobre todo a la altura de
Luján".
Incluso, de acuerdo al estudio, todas las muestras de agua,
material en suspensión y sedimento de fondo tenían presencia de insecticidas.
"Esto muestra que los insecticidas están distribuidos a lo largo de toda
la cuenca", indicó el investigador.
Biodiversidad en caída
El contexto inicial en que Marino ubicó su presentación fue
el informe de Planeta Vivo, una organización internacional que elabora un
índice que mide la biodiversidad del planeta. Ese índice fue hecho sobre 10 mil
especies de distinto tipo.
"Se ve que entre 1970 y 2010, hubo un decaimiento del
52% de las poblaciones a nivel mundial. Pero en América Latina el valor es 80%.
No es que hay menos especies, sino que los grupos poblacionales son más
chicos", graficó, y trasladando a la experiencia cotidiana explicó que la
gente puede observar la presencia de menos cantidades de ranas o de peces.
Como concepto emergente del informe, resaltó que en menos de
dos generaciones humanas se destruyó la mitad de la población de especies que
había en la Tierra durante toda su evolución. En tanto, utilizando el concepto
de Huella Ecológica, que se mide en varios países, dijo que "Argentina
tiene esencialmente una huella basada en los sistemas agroproductivos".
Luego, apuntó otro dato gráfico: tomando la biocapacidad, es
decir cuánto puede ofrecer el planeta respecto de lo que se está usando, y
cruzando con información de la evolución poblacional, puede verse que el 8 de
agosto de 2016 la humanidad consumió todos los recursos naturales de ese año.
"A partir de ahí consumimos recursos a crédito, se los estamos sacando a
las generaciones futuras. La última vez que salimos hechos fue en diciembre
1970. Hoy estamos consumiendo por año un planeta y medio. Algo no está
andando", alertó.
Al respecto, resaltó que los plaguicidas "son una
huella que vamos dejando a los sistemas ecológicos" y expuso que tienen
asociado un concepto de dinámica. Desde el momento de la aplicación, ocurrirán
procesos en la atmósfera, en el suelo, y otros que vincularán el suelo con el
agua. Se dan todos en forma simultánea".
El caso de Pampa del
Indio
Luego de hallar glifosato en el agua usada para consumo en
Pampa del Indio en el año 2012, la medida cautelar interpuesta tuvo efectos y
las pulverizaciones dejaron de hacerse en superficies cercanas a poblaciones.
Así lo resumió la doctora química de la UBA y científica del Conicet, Alcira
Trinelli, quien durante media década estudió el agua para consumo y riego en
esa localidad chaqueña y en parajes de la zona donde predomina la población
aborigen y con alto nivel de vulnerabilidad social.
Las muestras se tomaron en la planta potabilizadora, aljibes
de escuelas, aguas de napas, Pampa Chica, Lote 4, Campo Medina y Campo Nuevo;
el río Bermejo y la red de agua de Presidencia Roca. Hubo campañas de muestreo
en 2012, 2013 y 2014.
"Gracias a la medida cautelar que se interpuso poco
después de esos muestreos donde se halló glifosato, a partir de 2013 en las
muestras no fue detectado nuevamente", recordó la especialista. Además,
dijo que lo más preocupante fue el agua analizada en la zona de Campo Medida,
que mezclaba múltiples contaminantes.
El estudio en Pampa del Indio surgió por un pedido expreso
de la comunidad qom de la región, ante la falta de acceso al agua de calidad, y
se financió con recursos de un voluntariado, subsidios de la Subsecretaria de
Políticas Universitarias y de la propia universidad.
Tal como detalla Trinelli, el objetivo fue analizar la
calidad del agua para consumo y riego, y así poder generar una herramienta
científica que sirviera para sustentar los reclamos de acceso al agua. "En
todos los parajes encontramos algún tipo de tóxico, excepto en el río Bermejo y
en Presidencia Roca", concluyó la especialista.
* Por Manuel Casado para Foro Ambiental.
Fuente: La Tinta // tomado del face
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