Por la escasez de lluvias se secaron pozos y los pastos, y
el ganado se ve famélico. FOTO CORTESÍA
La cifra de reses muertas podría ser superior a 300 en
Urabá por la sequía que ajustó más de seis meses. Los pastos y los pozos se
secaron y esto afectó el ganado y a la agricultura.
Una larga sequía que se vive en la zona norte de la región
de Urabá tiene en crisis al sector ganadero que, en las últimas semanas, suma
más de 300 cabezas de ganado muertas por hambre y sed.
La alerta la dieron los ciudadanos afectados y fue
confirmada a EL COLOMBIANO por funcionarios de Fedegán (Federación Colombiana
de Ganaderos) que ejercen labores veterinarias en la zona.
Vicente Robayo, del municipio de Arboletes,
precisó que en su hato se han muerto 18 reses y lo peor es que en los próximos
días podría sumar más, si sigue la sequía.
“Mientras no haya agua no hay manera de alimentar el ganado,
y como la gente también la necesita para su gasto personal, muchas veces
consume la de los reservorios del ganado”, señaló Robayo.
Afirmó que su caso es de los menos críticos, pues tiene
vecinos a los que se les han muerto 100, 130 o más reses: “conozco una familia
que tiene varias haciendas y ya se les han muerto 700 reses”, comentó y expresó
su molestia por la poca actividad preventiva de la administración municipal:
“Ellos tienen maquinaria, deberían llevarla al campo, cavar piscinas para que
cuando llueva se llenen de agua y haya reservas para el verano”.
Más casos
Pero si para los grandes ganaderos la afectación es grave,
para los pequeños cualquier pérdida es crítica. Así lo plantea Luz
Gómez, quien tiene unas pocas cabezas de vacunos para la subsistencia y
financiar los gastos familiares. Ella reside también en Arboletes y cuenta que
se le habían muerto dos reses y esta semana tuvo que sacrificar la tercera.
“Esa vaca me daba leche y con eso me ayudaba para pagar los
estudios de mi hija en Montería (capital de Córdoba, en la zona limítrofe con
Antioquia)”, se lamenta.
Según los testimonios recogidos, en la zona no llueve desde
hace más de seis meses. El último aguacero que recuerdan ocurrió en noviembre y
desde eso el agua no baja del cielo en gran cantidad. Esta semana han caído
pequeñas lluvias. Ríos y lagunas están afectados.
Como el agua no ha sido suficiente para que crezcan los
pastos, al ganado se le está dando alimentos sustitutos, como penca de plátano,
silo y melaza. Pilar Gutiérrez, líder del proyecto de
vacunación de Fedegán en Urabá, admite que el problema es real y afecta a todo
el sector ganadero. Sin embargo, no da cifras.
“Algunos medios hablan de más de mil reses, pero no se ha
hecho un censo riguroso. Confirmado tenemos la muerte de 300 reses, de solo
cuatro ganaderos, pero solo en Arboletes hay más de 90 mil cabezas, esta es la
principal actividad económica de la región junto a los cultivos de plátano, algodón
y maíz”, señaló.
Al respecto, la directora de Corpourabá, Vanessa
Paredes, precisa que su corporación viene trabajando con los ganaderos
en convenios para mejorar las prácticas silvopastoriles buscando que en su
actividad respeten las zonas de retiro de las fuentes hídricas para que se
conserve el equilibrio ecológico y durante la temporada de estiaje (verano) las
afectaciones no sean tan grandes.
“Ellos (los ganaderos) han mostrado mucha receptividad, son
conscientes de que si se protegen los retiros y se conservan los árboles que
son los que permiten proteger las fuentes hídricas y mantener el equilibrio
ecológico, las afectaciones con fenómenos como el que hemos vivido no serán tan
severas”, precisó la funcionaria.
A la par con el ganado, el sector agrícola también ha
sufrido las inclemencias de la falta de lluvias, especialmente las plantaciones
de plátano, que requieren abundante humedad para desarrollarse.
Buscamos contacto con el alcalde de Arboletes, Lorenzo
Acuña, pero no fue posible.
CONTEXTO DE LA NOTICIA
¿CÓMO FUNCIONA?¿POR QUÉ NO LO SACRIFICAN?
A pesar de que algunas personas rechazan el hecho de que se
deje morir al ganado de manera lenta en vez de sacrificarlo cuando ya no se ven
luces de salvación, algunos ganaderos explican que siempre hay la esperanza de
que caiga lluvia, lo cual les da un salvamento inmediato a los animales. Los
dueños de pocas reses, que los tienen para la subsistencia y para suplir los
gastos del hogar, argumentan que no es fácil sacrificar lo que da el sustento,
en este caso reses que proveen leche para la venta en las veredas. El ganado
que sufre las contingencias del hambre y la sed tampoco es apto para consumo,
dicen.
GUSTAVO OSPINA
Periodista egresado de UPB con especialización en literatura
Universidad de Medellín. El paisaje alucinante, poesía. Premios de Periodismo
Siemens y Colprensa, y Rey de España colectivos. Especialidad, crónicas. //
TOMADO D EL COLOMBIANO
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