Alemania rechaza a Chile un lote de semillas de maíz
contaminado con transgénicos
El secretario de Medio Ambiente, Ulf Kämpfer, destacó que la
medida contribuye a una protección eficaz de la agricultura libre de organismos
genéticamente modificados (OGM)
Por Anastasia Gubin-
La Gran Época
El Ministerio de
Agricultura y Medioambiente de Alemania rechazó este mes un lote de semillas de
maíz provenientes de Chile, por estar contaminado con trazas de transgénicos.
De acuerdo al informe “el contenido de los organismos
modificados genéticamente en este lote probablemente es menor que 0,1 %”, sin
embargo, debido a la tolerancia cero por parte de la Comisión Europea, para no
contaminar el resto de los cultivos, “cualquier comprobación de ellos en
semillas, lleva a un bloqueo y a una prohibición de comercialización”, señala
según el medio alemán Proplanta, agregando que el proveedor responsable retiró
voluntariamente el producto.
Resultados más detallados del análisis de estas semillas
fueron publicados en el portal de Agricultura y Medio Ambiente en
Schleswig-Holstein.
El secretario de Medio Ambiente, Ulf Kämpfer, destacó la
importancia de los controles y la investigación oportuna, y explicó que las
medidas tomadas “contribuyen a una protección eficaz de la agricultura libre de
OGM en Schleswig-Holstein", según Proplanta.
En Alemania, cualquier detección de OGM en las semillas hace
que el lote afectado sea bloqueado y no se pueda colocar en el mercado. Para
esto se realizan muestreos, especialmente cuando corresponden a países que
tienen plantaciones extensas de transgénicos, como Chile.
Inquietud en Chile
La directora de la Fundación Sociedades Sustentables, María
Isabel Manzur, en declaraciones a Radio Universidad de Chile calificó de
“grave” la situación.
“Este episodio es como la punta del iceberg porque Chile
tiene varios casos ya de contaminación de maíz. Lo que han detectado ahora
también fue detectado en 2012", dijo Manzur.
"Si vamos años atrás", agregó la ambientalista,
"la Unión Europea en 2012 le hizo una auditoría a Chile por repetidas
contaminaciones de maíz tradicional con transgénicos, que eran exportados a
Europa. Chile se comprometió a establecer medidas para impedir la contaminación
y bueno, vemos que pareciera ser que no funcionaron”, explicó Manzur.
No solo las semillas están contaminadas, sino que también la
miel fue limitada en Europa en 2011, afectando a los empresarios apícolas.
La encargada de semillas de la Red de Acción en Plaguicidas
y sus Alternativas, Lucía Sepúlveda, dijo a la radioemisora, que la autoridad
chilena siempre asegura de que la coexistencia es posible entre los productos
convencionales y los transgénicos, “y ellos lo que le ofrecen a los
agricultores hoy día es eso. Pero lo que vemos con este incidente es que se
comprueba que esto no es así, que los riesgos existen, son reales, y que en
este caso los perjudicados siempre van a ser los tradicionales, o sea los
cultivos no transgénicos”, advirtió la ambientalista.
Lucía Sepúlveda destacó que la Asociación Nacional de
Producciones de Semillas (Anpros) garantiza que los productos no se pueden
contaminar. En tanto su presidente, Mario Schindler, explicó al medio
informativo chileno, que la coexistencia es posible, y que hay que conocer
primero los protocolos que usa Alemania.
“Los antecedentes que tenemos son la detección de un estado
de una región de Alemania, donde en un solo lote habrían encontrado trazas
mínimas de presencia de organismos genéticamente modificados y esa es toda la
información que tenemos por el momento. Sacar cualquier tipo de conclusión, en
ese momento, sería total y absolutamente apresurado”, explicó.
De acuerdo a un reporte de Generación 80 (G80), el Servicio
Agrícola Ganadero de Chile (SAG) menciona que la Food Veterinary Office de la
Unión Europea auditó y aprobó sus procedimientos de fiscalización en Chile, sin
embargo recomendó a la entidad sanitaria chilena, que modifique su forma de
trabajo. En la temporada 2011-2012, Chile habría certificado que los transgénicos
de maíz ocupaban 21.398 hectáreas.
Según G80, la FVO
“dejó en evidencia que SAG no hace pruebas para detectar contaminación entre
unas y otras semillas y no vigila el cumplimiento del protocolo de uso en las
máquinas procesadoras, dejando todo en manos de las empresas. Tampoco exige que
se etiquete el cargamento exportado como transgénico”.
Tomado de la gran época sugerido en boletín gal
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