Golpe contra la
explotación sexual
La jueza
Alejandra Rodenas decidió la clausura a raíz de una investigación iniciada en
agosto del año pasado. La nueva ley de trata, que dejó de lado la figura del
consentimiento de las víctimas, permitió avanzar contra el proxeneta.
Por José Maggi
El sexy bar La
Rosa y el hotel alojamiento lindero fueron clausurados ayer tras un operativo
liderado por el fiscal Marcelo Vienna y la jueza Alejandra Rodenas junto a la
comisaria Mónica Viviani responsable de la División Trata de personas. Su
propietario, Juan Cabrera, conocido como el Indio Blanco fue detenido por
facilitamiento de la prostitución con fines de lucro y proxenetismo. Un dato
más que polémico es que la Dirección de Inspección de la Municipalidad se negó
a clausurar, y la jueza Rodenas terminó ordenando el cierre, dejando constancia
en el acta. En la wiskería se encontraron 18 mujeres de entre 18 y 49 años, que
fueron asistidas por los equipos interdisciplinarios oficiales de la provincia
y el municipio local. En el lugar había igual cantidad de clientes
prostituyentes. Además, se arrestó a la encargada del hospedaje por la misma
causa que al propietario. La secretaria de Prevención e Investigación de
Delitos Complejos, Ana Viglione, explicó que "el resultado del
allanamiento permite tener indicios suficientes para vincular la wiskería con
el hospedaje contiguo". También destacó el respaldo del ministro Raúl
Lamberto y la decisión del gobernador Antonio Bonfatti.
(foto) El Indio Cabrera
durmió anoche en la base de las Tropas de Operaciones Especiales. Este fue, en
rigor, el corolario de más diez meses de una investigación que comenzó en
agosto de 2012, antes de la absolución de los acusados por el secuestro de
Marita Verón, el 11 de diciembre pasado, y de la modificación de la ley de
trata, unos días después. Comenzó a partir de una denuncia que ingresó en la
fiscalía de causas NN, cuyo titular es Marcelo Vienna quien notificó desde el
inicio a la jueza de instrucción Alejandra Rodenas, y trabajó estrechamente con
la comisario inspector Mónica Beatriz Viviani, titular de la División de Apoyo
y Coordinación para la Prevención y Lucha contra la Trata de Personas,
dependiente del Ministerio de Seguridad.
Tanto los actores
judiciales como policiales destacaron la decisión del gobierno provincial de
avanzar sobre el redituable negocio del Indio Blanco. "Es que a nivel
nacional cambió la ley y la provincia suscribió todos los protocolos
internacionales de persecución a la trata de personas y explotación de la
prostitución. Así, la provincia tomó la decisión política, pero la
municipalidad no sumó mucho" confió una fuente de la investigación.
"Cabrera fue
un tipo bancado durante diez años por quienes debían controlarlo, pero no es
más que buen recaudador de varias cajas: policiales y políticas" razonó
una fuente de la investigación. No en vano ni un solo uniformado local --a
excepción de las TOE Rosario que fueron convocadas sin saber hacia donde iban--
aparecieron por el lugar. Ni un solo llamado a los funcionarios judiciales a
pesar del enorme despliegue de policías traídos desde la capital santafesina
por orden de la comisario Viviani, para evitar cualquier filtración.
La falta de
información anticipada pudo haber molestado a algunos en el municipio, pero
nada explica por qué dos empleados de la Dirección de Inspección que lidera
Gregorio Ramírez se negaron clausurar la wiskería, una vez culminado el
operativo, argumentando que no tenían órdenes de hacerlo. El dislate consta en
el acta de clausura decidida por la jueza Rodenas.
Para sumar
bochorno: un empleado de la Dirección de Tránsito, con su uniforme oficial,
estaba cuidando celosamente los vehículos estacionados frente al comercio entre
ellos el Audi de Cabrera, en la puerta del local.
El operativo del
viernes por la noche se explica claramente en el cambio de la legislación de
lucha contra la trata. "Esto fue lo que permitió cerrar el sexy bar, que
funcionaba en común con el hospedaje, donde se concretaban los encuentros
sexuales. Una de las modificaciones de la ley es que se prescinde del
consentimiento de la mujeres mayores, antes de la ley de trata para encarcelar
a una proxeneta, había que demostrar que no existía el consentimiento de la
mujer explotada. La ley modificó este punto y hoy habiendo o no consentimiento
de la mujer, se penaliza la figura del proxeneta. Esto es del sujeto que
facilita la prostitución, y que obtiene un lucro en ese ejercicio", según
explicó una fuente judicial de la investigación.
La misma fuente
agregó que "antes un juez debía lograr frente a una intervención judicial,
que primero hubiese una menor, sobre el que no importaba si tenían o no
consentimiento, y después se debía lograr que una alternadora dijese que estaba
en ese lugar contra su voluntad. Esto era muy dificultoso. Sin embargo, el
cambio de legislación facilitó el cierre de este tipo de comercios gerenciados
por proxenetas. Ahora se puede cerrar aun cuando la mujer que esté en ese lugar
reconozca que esta allí con su consentimiento, porque la norma presupone que
ese no es un consentimiento libre".
Para los
investigadores, con el procedimiento "se demostró que el Indio Blanco es
un proxeneta, que el hotel alojamiento y la wiskería son de él, y que ambos
están conectados por puertas interiores y la terraza".
Si bien la
investigación tiene diez meses, todo se aceleró la última semana: una vez
notificada la jueza del caso, la comisaria Viviani armó un operativo antes de
que Cabrera ingresara al lugar, y una vez dentro de la wiskería habilitada por
la Municipalidad. Sin embargo rato después dos parejas que estaban en ese local,
ingresaron al hotel alojamiento. Fue tiempo entonces para que Rodenas diera la
orden de entrar para detener a Cabrera, dentro del hotel alojamiento sin haber
salido a la calle.
Cuando los
policías fueron a franquear la puerta de la habitación de lujo donde estaba
alojado, el Indio pretendió escapar semidesnudo. Es más ganó la terraza del
inmueble y hasta trató de tirarse por allí. Casi una caricatura del hombre que
se jactaba ante propios y extraños de poseer a una mujer que lo acompañaba, y
que para demostrarlo, subía su pollera y mostraba a su interlocutor que tenía
una rosa tatuada en su entrepierna. El mismo símbolo de su --hasta ayer--
próspero negocio.
Tomado de pagina 12 de ar
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