Al año, llegan unos
36.000 extranjeros atraídos por la diversidad de especies; además de Buenos
Aires, las regiones que más visitan son la Patagonia, el Litoral y el NOA
Javier Drovetto Es un milagro. Que un colibrí de nuca blanca
haya recorrido 2000 kilómetros desde Bolivia o Brasil y se lo vea en el Delta,
es un milagro. Lo es para el ave y para la dueña de Los Pecanes, una hostería
ubicada sobre el arroyo Felicaria, a 90 minutos en lancha desde la estación
fluvial de Tigre. "Apareció en febrero y ya vinieron 60 personas sólo para
ver el picaflor. Muchos eran extranjeros", cuenta Ana Ferroni, y reconoce
que la convocatoria que provoca el picaflor, visto por primera vez en el país,
logró compensar una temporada castigada por el temor a los mosquitos y a que
entre los camalotes que poblaron los ríos se camuflaran víboras. El colibrí de
nuca blanca fue fotografiado y filmado. Las imágenes subidas a Facebook no bajan
de los 150 "me gusta". Y un video de su aleteo frenético subido a
Vimeo supera las 4000 reproducciones. La aparición del colibrí causó una
sensación que ayuda a reconocer un fenómeno turístico incipiente, pero cada vez
más productivo: la observación de aves como principal motivo para visitar la
Argentina. Un primer parámetro es que en un año alrededor de 36.093 extranjeros
ingresaron al país por el Puerto de Buenos Aires y los aeropuertos de Ezeiza,
Jorge Newbery y Córdoba con la intención primaria de ver aves, según se
desprende de un informe del Ministerio de Turismo de la Nación. Es decir, 1,3%
de un total de 2.776.392. Más allá de esa cifra, los observadores de aves que
llegan al país son muchos más. Algunos ingresan por tierra, pero en las
oficinas de Migraciones no existe la opción de consignar que la motivación del
viaje es ver alguna de las 1000 especies de aves que hay en la Argentina, algo
así como el 10% de todas las que hay en el mundo. "¿Cuántos
de los miles de pasajeros que bajan en Buenos Aires o Ushuaia desde un crucero
lo hicieron con la idea de ver aves? No lo sabemos, pero calculamos que no
son menos de 20.000", asegura Horacio Matarasso, vicepresidente de la
Asociación de Guías de Observación de Aves, que nuclea a 40 guías. Matarasso
vive desde hace 12 años de lo que le pagan los turistas para que los guíe por
el país para ver aves. Y asegura con firmeza que la Argentina empieza a ser
vista como un lugar "muy atractivo" para este segmento del turismo
mundial, que mueve al año U$S 7000 millones, según BirdLife, una organización
internacional dedicada a la protección de las aves. Cada año llegan al país unos 36.000
extranjeros atraídos por la diversidad de especies. Foto: LA NACION / Fernando
MassobrioCada año llegan al país unos 36.000 extranjeros atraídos por la
diversidad de especies. Foto: LA NACION / Fernando Massobrio Del
amanecer al
crepúsculo
Son miles. Suelen cargar cámaras de fotos, binoculares y una
guía que los ayuda a identificar las aves. Sin embargo pasan desapercibidos.
Son turistas casi invisibles para la mayoría. No se amontonan en la puerta de
un teatro, no se mueven en grupos grandes ni se los suele ver en restaurantes
emblemáticos o circuitos nocturnos. Para ver aves hay que levantarse al
amanecer, ir a grandes reservas verdes y pasar horas y horas, hasta que
anochece. Sólo cortan para comer una vianda que generalmente cargan en una
mochila. Así pasan el día. La noche suele estar reservada para comer y
descansar en el hotel. "Vienen en busca de un ambiente distinto y propicio
para ver especies que nunca vieron. Hay aficionados hardcore, como le llamamos
nosotros, que vienen sólo para ver una especie. Por eso se concentran en lo que
vinieron a hacer: ver aves", explica Francisco González Táboas,
responsable de Comunicación de Aves Argentinas, entidad que tiene como
principal fin proteger las aves silvestres y fomentar su observación. Lo que sí
se sabe con precisión es cuál es el perfil del observador de aves y qué lugares
visita, datos que surgen de la Encuesta de Turismo Internacional que realiza el
Ministerio de Turismo. Por lo general ingresan por Buenos Aires, visitan la
reserva Costanera Sur, y siguen un recorrido por varias provincias que le toma
en promedio 15 días. Tres de cada diez visitantes vienen de Estados Unidos o
Canadá, y otro tercio de Europa, principalmente de Inglaterra. La mayoría tiene
más de 45 años. Casi la mitad se aloja en hoteles 4 y 5 estrellas, y en
promedio gastan U$S 110 por día. Además de Buenos Aires, las regiones que más
visitan son la Patagonia, el Litoral y el NOA. "Los atrae el chajá, los
ñandúes, los picaflores, los pingüinos. Pero es difícil hacer una enumeración
puntual. En el país existe una diversidad muy interesante", agrega
González Táboas. Johan William Plummer podría ser un buen ejemplo de turista
promedio. Un miércoles de marzo a las siete de la mañana, este inglés de 76
años baja del auto de un guía que lo pasó a buscar por un hotel cinco estrellas
porteño y lo va a acompañar en una recorrida por la Costanera Sur. Del cuello
le cuelga una cámara de fotos y en su mano derecha lleva su checklist, un
listado de las aves de la región en la que irá anotando las que vea.
"Llegué a Buenos Aires, estuve en Ceibas y mañana voy a Ushuaia, donde me
embarco en un crucero que recorre varias islas", detalla en inglés y con
la ayuda del guía, acompañantes que suelen cobrar entre U$S 100 y U$S 150 dólares
el día. Plummer viaja solo y es aficionado a las aves desde que se jubiló y
enviudó hace diez años. Lleva vistas 2500 aves. A la Argentina había llegado
con una wishlist de 60 especies, como denominan a la lista de especies que
nunca vio y desea ver en un viaje. Sólo en su paso por Entre Ríos registró 120.
Y cuando terminó de recorrer Costanera Sur, sumó otras 50 especies. Un destino con gran potencial La
facilidad con la que se pueden ver aves en el país, es decir sin necesidad de
iniciar un safari, y la cantidad de especies que los aficionados pueden sumar
en una estadía promedio es uno de los beneficios que ofrece Argentina como
destino para este segmento de turismo. "En promedio, un turista acompañado
por un guía puede registrar 350 especies. Y sólo en la Costanera Sur, que está
a un paso de muchos hoteles, pueden sumar 300. Eso es único en el mundo",
sentencia Matarasso, que de las 1000 especies locales lleva vistas 638, lo que
lo ubica entre las 20 personas que más especies vieron en la Argentina. Ese
anhelo, el de ampliar el registro de aves que una persona ve en su vida, es el
motor de muchas de las personas que hacen turismo de observación de aves: es el
motivo del viaje, la razón por la que conocen otras culturas, la excusa por la
cual suman compañeros de viaje. "Nada menos que el 10% de las especies que
existen en el planeta tiene presencia regular en la Argentina. Este dato da
cuenta del potencial que hay en la observación de aves para la diversificación
de la oferta turística dirigida tanto a nivel nacional como internacional, un
objetivo que hemos asumido desde el Ministerio en conjunto con todos los
actores del sector", señala el ministro de Turismo de la Nación, Gustavo
Santos. Es que de acuerdo a las estimaciones de ingresos y gasto promedio por
visitante, este segmento del turismo le genera al país ingresos anuales que no
bajan de los U$S 62 millones. Por eso, desde 2009, el Ministerio tiene
presencia en ferias internacionales y sudamericanas de aves, y firmó acuerdos
con Aves Argentinas y la Administración de Parques Nacionales para impulsar la
visita de observadores de aves a las áreas protegidas. Además, en el Ministerio
existe un área de asesoramiento orientada a quienes quieran hacer un desarrollo
específico para el sector, algo que empieza a ser recurrente, pero que aún no
logró alcanzar a zonas con potencialidad, como El Impenetrable, en Chaco, y
Bañado La Estrella, en Formosa. Las inversiones en hotelería más comunes para
este segmento son en la Patagonia y el Litoral. Gastón Piarrette, por ejemplo,
tenía en Buenos Aires una empresa de desarrollo de sistemas vinculado al
turismo, pero en 2013 decidió junto a sus socios dar un vuelco a su vida
profesional: abrió en Ceibas un hospedaje exclusivo y all inclusive, a U$S 350
dólares la noche en temporada alta, con el objetivo de captar como clientes a
los observadores de aves de alto poder adquisitivo o extranjeros. "Estamos
en un predio de 200 hectáreas en las que se pueden llegar a ver 300 especies de
aves en un radio de 30 kilómetros desde el lodge. Ceibas es un verdadero polo
de aves muy cerca de Buenos Aires", se promociona Piarrette, que desde la
web de Río de las Aves asegura que en un día un visitante puede registrar 100
aves distintas.
Noah y sus big days
argentinos Hubo un turista estadounidense que el año pasado vino a la
Argentina a observar aves y no pasó para nada inadvertido. Después de transitar
cinco días en la Antártida y surcar varias islas, Noah Strycker desembarcó el 9
de enero de 2015 en Ushuaia, estuvo ahí en Tierra del Fuego, conoció varias
regiones de Entre Ríos, tuvo un fugaz paso por Buenos Aires, realizó una
travesía por Jujuy y visitó Misiones. Estuvo dos semanas en el país y fue
seguido por los aficionados locales de las aves a través de su blog y por las
redes sociales. Noah, fotógrafo, conservacionista y escritor, había elegido la
Argentina como su segundo escalón para alcanzar un record que finalmente consiguió:
ser la persona que más especies de aves logró ver en un año. Noah cerró 2015
con un registro impresionante: visitó 41 países y contabilizó 6042 especies, el
60% de todos los tipos de aves que hay en el mundo. En Argentina sumó 532 aves.
Su primer "big day", como le llaman los observadores a los días en
los que ven más de 100 especies, lo tuvo en Ceibas, donde logró identificar 150
especies, de las cuales 108 fueron nuevas en su año. En el diario personal
virtual, escribió: "Hemos tenido dos grandes días aquí, lo que me hizo
pensar que Entre Ríos realmente debe recibir más atención de los observadores
de aves. Fácilmente podría ser vendido como el Pantanal de Argentina. Es un
lugar espectacular, con un montón de pájaros, y es muy accesible en un día o
dos, desde Buenos Aires. Pasamos mucho tiempo hablando acerca de la
conservación en esta zona. El sur de Entre Ríos es todavía lo suficientemente
remoto que se siente como otro mundo".En su paso por la Ciudad de Buenos
Aires recorrió dos reservas que suelen ser paso obligado para los observadores
de aves: Costanera Sur y Vicente López. En un par de horas, previas a su vuelo
a San Salvador de Jujuy, sumó 23 especies. "Costanera Sur es una enorme
reserva, ubicada a poca distancia del centro de la ciudad, que tiene una lista
de aves que supera las 300 especies", se sorprendió Noah en su diario. El
último destino de Noah previo a partir hacia Brasil fue Misiones. Llegó el 20
de enero y salió cuatro días después. Visitó el Parque Nacional Iguazú, San
Sebastián de la Selva, el Parque Provincial Urugua-í y San Pedro. Para entender
la obsesión con la que buscó sumar especies en la Argentina, Noah aprovechó
hasta las horas previas a la partida de su vuelo: "Tenía una hora para
matar, así que caminé por la ciudad por una zona de comederos para colibrí.
Ocho especies de colibríes pululaban en los comederos, la mitad de los cuales
eran nuevos para mi gran año". TOMADO DE LA NACION de ar
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