El cambio climático
no es un cuento de camino
A un año de que
comenzara a implementarse la Tarea Vida, el país cuenta con estudios de
escenarios prospectivos
Autor: Susana Antón | Los manglares son uno de los elementos naturales que es
preciso proteger. Foto: José Manuel Guz
El cambio climático es una realidad. Cuando se acerca el
primer año de la implementación del Plan de Estado para su enfrentamiento, la
Tarea Vida –el próximo 25 de abril– el Gobierno cubano continúa trabajando en
las medidas para mitigar los efectos que pueda producir en el país en distintos
escenarios: 2020, 2050 y 2100.
Diferentes modelos climáticos, aplicados por meteorólogos
cubanos, coinciden en un escenario futuro desfavorable a escala global, con una
sensibilidad climática alta.
Por ello, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio
Ambiente (Citma) realizó un importante análisis del estado actual de las áreas
costeras y las acciones emprendidas por el organismo para mitigar el impacto
del cambio climático en el país.
El ascenso paulatino del nivel medio del mar constituye la
principal amenaza para Cuba, pues implica la pérdida de tierra firme por
inundaciones permanentes, con afectaciones en asentamientos humanos costeros y
en la actividad agropecuaria, si no se toman las medidas pertinentes, explicó
Fernando González Bermúdez, viceministro primero del Citma.
En el X Congreso Internacional de Geomática –celebrado en el
marco de la Convención Internacional Informática 2018– González Bermúdez
resaltó que esta elevación ocasionará el avance de la inclusión salina en los
acuíferos subterráneos abiertos al mar, que constituyen más del 60 % de las
fuentes subterráneas aprovechables del archipiélago.
Otro de los peligros a los que está expuesto el país son las
inundaciones costeras temporales ocasionadas por los huracanes y los frentes
fríos intensos. Por ello, es objetivo del Citma conocer cómo las inundaciones
avanzan tierra adentro según su movimiento y las características de las costas,
mediante la generalización y acopio de los modelos físico-matemáticos que
simulan la sobrelevación del nivel del mar, el oleaje y otros procesos básicos
que tienen lugar durante esos eventos climatológicos.
El Ministerio evaluó el deterioro de los elementos naturales
de protección costera como las playas arenosas, los manglares y las crestas de
arrecifes de coral, puntualizó el Viceministro. «Hoy se aplica la validación e
interpretación de imágenes satelitales para el monitoreo y la vigilancia de los
humedales costeros, a fin de conocer la vulnerabilidad a diferentes escalas y
conformar la línea de base ambiental con la precisión necesaria».
En el caso específico de las playas arenosas, se examinaron
integralmente 257 de unas 500 en todo el archipiélago, y se comprobó que el 82
% presenta inicios de erosión. Además, las evaluaciones ratificaron un
retroceso en el promedio anual de la línea de costa de 1,2 metros para las
playas, que ha llegado a ser superior en múltiples puntos donde se afectó la
dinámica de la arena por diferentes causas.
El organismo también realizó una actualización y
rectificación de las evaluaciones sobre la capacidad protectora de los
manglares, a partir de su estado de salud y del ancho de la franja que ocupan,
mediante observaciones sistemáticas en zonas específicamente seleccionadas.
Gracias a esto, se pudo aplicar la interpretación de series
cronológicas de imágenes satelitales validadas en el terreno, que incluyen las
estimaciones cuantitativas de las capacidades de recuperación natural de estas
formaciones, puntualizó González Bermúdez.
Las investigaciones sistemáticas desarrolladas en las
crestas de arrecife de coral demostraron que todavía ofrecen determinada
protección. Sin embargo, el estado actual de los mismos ejemplifica el grado de
deterioro que presentan en estos momentos, pues de 145 observados por el Citma,
solo se mantiene con buena salud el 3 % mientras que muy deteriorado está el
40%.
De forma general, las proyecciones sugieren la pérdida de la
capacidad protectora de las crestas de arrecife en no más de 30 años, dado el
ritmo de disminución de cubrimiento que se ha observado en la mayoría.
Ante toda esta alarmante situación que comienza a
presentarse en el país y que se analiza hasta el 2100, la legislación cubana
contempla diferentes regulaciones, las cuales constituyen el amplio marco legal
que respalda estas acciones no solo desde el punto de vista medioambiental,
sino también para la gestión de la reducción de riesgos climáticos costeros.
Un ejemplo positivo de una medida integral con impacto
favorable fue la recuperación de la playa de Varadero, donde se han retirado
instalaciones e infraestructuras que afectaban la dinámica del lugar y
dispuesto cuatro millones de metros cúbicos de arena, seguido de acciones de
rehabilitación en las playas y en la vegetación autóctona para garantizar un
turismo sostenible en armonía con el ecosistema costero, destacó el
Viceministro primero.
Durante el 2016, el Gobierno ejecutó exitosamente, y por
primera vez, un vertimiento de arena en los Cayos de Jardines del Rey, al norte
de la provincia de Ciego de Ávila. También se rehabilitaron unos seis
kilómetros de playas arenosas en los cayos norte de Villa Clara, un gran
vertimiento realizado de conjunto con una empresa holandesa.
Como parte del monitoreo realizado en los sectores costeros
recuperados, luego del paso del huracán Irma, se demostró que las playas
rehabilitadas son capaces de resistir el embate de estos fenómenos y de
proteger con efectividad los hoteles e instalaciones ubicados detrás de las
dunas costeras del ecosistema restablecido.
Para detener el deterioro de las crestas de arrecifes de
coral fue actualizado el cuerpo de regulaciones pesqueras. Se ejecutaron
inversiones en áreas de pesca sostenible en las comunidades, con lo que se
constató una disminución en las capturas de las especies del arrecife que
contribuyen a su vitalidad, afirmó el directivo.
En el 2017 se concluyó una significativa inversión para el
restablecimiento total del Dique Sur de La Habana, una importante obra
hidráulica construida en la década de los años 80 del siglo pasado, que tiene el propósito de contrarrestar los
efectos de la intrusión marina en el litoral de las provincias de Artemisa y
Mayabeque, atenuar la intrusión salina y suministrar agua a una parte de la
población de estos territorios y la capital.
Estas son solo algunas de las acciones y medidas emprendidas
por el Gobierno cubano que se han implementado hasta el momento. Sin embargo,
el Citma todavía cuenta con varios desafíos para seguir fortaleciendo la Tarea
Vida.
Entre ellos resalta el desarrollo y asimilación de nuevos
modelos físico-matemáticos para precisar las variables y sus relaciones en la
meso y microescala. Además, propone un
nuevo enfoque para la ingeniería ambiental costera, donde el reto sea construir
con la naturaleza, y continuar con el uso de indicadores de la biodiversidad y
los ecosistemas, para evaluar la sostenibilidad de las soluciones en la
adaptación ante el cambio climático. Tomado de la Granma de cuba
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