Miradas argentinas al decrecimiento
Por Marcela Valente
*La teoría del decrecimiento, que cuestiona la validez del desarrollo
sostenible, se ve con otros ojos desde Argentina.*
BUENOS AIRES, 7 may (Tierramérica).- La idea revulsiva del decrecimiento
económico tiene escasa prensa en una región como América Latina. Pero hay
quienes se suman desde Argentina al debate internacional sobre un modo de
vida que no tenga como meta el aumento del producto interno bruto (PIB).
En este país, como en otros de la región, la mirada se diferencia de la que
sostienen académicos y organizaciones sociales del mundo industrializado,
según fuentes consultadas por Tierramérica.
El trance de una crisis mundial sistémica y con varias dimensiones
–ambiental, económica, energética– se pondrá sobre la mesa en la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20),
que se realizará del 20 al 22 de junio en la ciudad brasileña de Río de
Janeiro. Para los defensores del decrecimiento, no parece que el desarrollo
sostenible "vaya a evitar el colapso ecológico ni a mejorar la justicia
social”, que eran las metas planteadas 20 años atrás, en la Cumbre de la
Tierra de 1992, celebrada también en Río.
Se busca entonces avivar las discusiones en la conferencia internacional
Decrecimiento en las Américas, que va a realizarse entre el 13 y el 19 de
este mes en la sudoriental ciudad canadiense de Montreal y que será el
tercer foro de este tipo, luego de las citas de París y Barcelona, en 2008
y 2010 respectivamente.
Uno de los ideólogos de esta corriente, el filósofo y economista francés
Serge Latouche, plantea que "la consigna del decrecimiento tiene como meta,
sobre todo, insistir fuertemente en abandonar el objetivo del crecimiento
por el crecimiento". En rigor, "convendría más hablar de 'acrecimiento',
tal como hablamos de 'ateísmo'".
Sus partidarios proponen una disminución controlada y racional del consumo
y la producción, permitiendo respetar el clima, los ecosistemas y a los
propios seres humanos.
Sin embargo, Latouche aclara que no se trata de una alternativa concreta,
sino de una "matriz que daría lugar a la eclosión de múltiples
alternativas. Evidentemente, cualquier propuesta concreta o contrapropuesta
es a la vez necesaria y problemática".
En Argentina “el decrecimiento no aparece en los medios periodísticos ni
forma parte de los programas académicos de economía política. Pero existe,
sobre todo ahora, de cara a la reunión de Río+20”, dijo a Tierramérica el
doctor en ciencias sociales Julio Gambina.
En América Latina, “donde el crecimiento económico fue endiosado en los
años 90, el decrecimiento tiene mala prensa”, agregó Gambina, profesor de
economía política de la Universidad Nacional de Rosario y presidente de la
Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas. En su opinión, “lo que
hay que discutir mejor es cómo se crece”.
En esta región, varios países consiguen aumentar su PIB en base a “un
modelo productivo extractivista” que crece en volumen, pero a costa del
usufructo intensivo de recursos naturales que se van agotando, describió.
Por ejemplo, la producción minera a gran escala, que utiliza cianuro y
causa un gran impacto ambiental, o la expansión del monocultivo de soja
para exportación, a expensas de una producción rural diversa, dijo Gambina.
El sociólogo mencionó el caso de Brasil, donde movimientos afiliados a la
red internacional La Vía Campesina cuestionan ese modelo y proponen
recuperar la cultura productiva de los pueblos originarios, más amigable
con los recursos naturales. Pero esos grupos “no son visibilizados”, dijo.
En estos países, señaló, no hay un balance generalizado que se resista al
crecimiento. Al contrario, “el decrecimiento es asociado mayoritariamente a
economías que están en crisis”, como las europeas.
La estadística María Elena Saludas, coordinadora nacional de la Asociación
por una Tasa a las Transacciones Financieras Especulativas de Ayuda al
Ciudadano (Attac), recordó que “el debate acerca de la imposibilidad de
continuar con un crecimiento económico infinito en el marco de un planeta
finito, viene de los años 60”.
La concepción del desarrollo sustentable, que comenzó a promocionarse
fuertemente en la Cumbre de la Tierra de 1992, no cuestiona la estructura
de poder mundial ni el sistema capitalista cuyo leitmotiv es el lucro, dijo
Saludas.
Tampoco lo hará, cree ella, la “economía verde”, muy promocionada desde la
Organización de las Naciones Unidas, convocante de Río+20.
“Lo que debemos debatir”, señaló, “es que este modelo económico no se puede
sustentar”.
Saludas cuestiona la expansión de monocultivos y la gran dependencia de las
economías latinoamericanas de la exportación de productos primarios.
También señala los límites a la expansión de la industria automotriz, por
ejemplo en Argentina y en Brasil. “Un auto para todos no parece
sustentable, tenemos que ir a un transporte eficiente y colectivo”,
reflexionó.
En su opinión, el actual crecimiento del PIB latinoamericano genera “una
extrema desigualdad” entre ricos y pobres. Los sectores que están en la
base de la pirámide “apenas sobreviven”. A ellos, alertó, "no podemos
hablarles de que no tienen que crecer”.
Ella prefiere destacar experiencias como la de Bolivia, donde un movimiento
de pueblos originarios apela al Buen Vivir, en armonía con la Naturaleza y
no a costa de los recursos naturales ni de la gente.
“La teoría (del decrecimiento) me entusiasma, pero no si se trata de una
propuesta de cambio individual de comportamiento, sino de que cada
comunidad encuentre la manera de experimentar esta forma de vida”,
sintetizó.
En cambio, Gambina puso reparos a un debate que, tal como está planteado,
no logra sumar adeptos.
“Si la discusión por el decrecimiento va a adquirir mayor volumen, es algo
que está por verse. Hay grupos que presionan por un desarrollo diferente,
que cuestionan el modelo productivo imperante, pero no tienen un ambiente
cultural favorable”, dijo.
Gambina insiste en que la idea del crecimiento “subsiste como ideología de
consenso, y por eso el debate del decrecimiento dista de ser un asunto
hegemónico” en la región. A su juicio no se trata de “decrecer”, sino de
“crecer de otra manera”.
“Hay que privilegiar la producción agrícola-familiar, producir y distribuir
localmente” y también poner en cuestión la forma dominante de medir el
desarrollo a través del PIB, dijo.
“El PIB solo cuenta lo que se crea, no resta lo que se destruye”, señaló.
“Quizás el PIB puede bajar, como en Cuba o Venezuela, pero mejora la
calidad de vida o la distribución. No necesariamente la calidad social se
compadece con el crecimiento económico”, opinó.
NOTA: nos quieren hacer creer que si no hay crecimiento es mejor, y que hay que producir solo para exportar , no para consumo interno, mientras el norte sigue creciendo y gastando cada dia mas
Por Marcela Valente
*La teoría del decrecimiento, que cuestiona la validez del desarrollo
sostenible, se ve con otros ojos desde Argentina.*
BUENOS AIRES, 7 may (Tierramérica).- La idea revulsiva del decrecimiento
económico tiene escasa prensa en una región como América Latina. Pero hay
quienes se suman desde Argentina al debate internacional sobre un modo de
vida que no tenga como meta el aumento del producto interno bruto (PIB).
En este país, como en otros de la región, la mirada se diferencia de la que
sostienen académicos y organizaciones sociales del mundo industrializado,
según fuentes consultadas por Tierramérica.
El trance de una crisis mundial sistémica y con varias dimensiones
–ambiental, económica, energética– se pondrá sobre la mesa en la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20),
que se realizará del 20 al 22 de junio en la ciudad brasileña de Río de
Janeiro. Para los defensores del decrecimiento, no parece que el desarrollo
sostenible "vaya a evitar el colapso ecológico ni a mejorar la justicia
social”, que eran las metas planteadas 20 años atrás, en la Cumbre de la
Tierra de 1992, celebrada también en Río.
Se busca entonces avivar las discusiones en la conferencia internacional
Decrecimiento en las Américas, que va a realizarse entre el 13 y el 19 de
este mes en la sudoriental ciudad canadiense de Montreal y que será el
tercer foro de este tipo, luego de las citas de París y Barcelona, en 2008
y 2010 respectivamente.
Uno de los ideólogos de esta corriente, el filósofo y economista francés
Serge Latouche, plantea que "la consigna del decrecimiento tiene como meta,
sobre todo, insistir fuertemente en abandonar el objetivo del crecimiento
por el crecimiento". En rigor, "convendría más hablar de 'acrecimiento',
tal como hablamos de 'ateísmo'".
Sus partidarios proponen una disminución controlada y racional del consumo
y la producción, permitiendo respetar el clima, los ecosistemas y a los
propios seres humanos.
Sin embargo, Latouche aclara que no se trata de una alternativa concreta,
sino de una "matriz que daría lugar a la eclosión de múltiples
alternativas. Evidentemente, cualquier propuesta concreta o contrapropuesta
es a la vez necesaria y problemática".
En Argentina “el decrecimiento no aparece en los medios periodísticos ni
forma parte de los programas académicos de economía política. Pero existe,
sobre todo ahora, de cara a la reunión de Río+20”, dijo a Tierramérica el
doctor en ciencias sociales Julio Gambina.
En América Latina, “donde el crecimiento económico fue endiosado en los
años 90, el decrecimiento tiene mala prensa”, agregó Gambina, profesor de
economía política de la Universidad Nacional de Rosario y presidente de la
Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas. En su opinión, “lo que
hay que discutir mejor es cómo se crece”.
En esta región, varios países consiguen aumentar su PIB en base a “un
modelo productivo extractivista” que crece en volumen, pero a costa del
usufructo intensivo de recursos naturales que se van agotando, describió.
Por ejemplo, la producción minera a gran escala, que utiliza cianuro y
causa un gran impacto ambiental, o la expansión del monocultivo de soja
para exportación, a expensas de una producción rural diversa, dijo Gambina.
El sociólogo mencionó el caso de Brasil, donde movimientos afiliados a la
red internacional La Vía Campesina cuestionan ese modelo y proponen
recuperar la cultura productiva de los pueblos originarios, más amigable
con los recursos naturales. Pero esos grupos “no son visibilizados”, dijo.
En estos países, señaló, no hay un balance generalizado que se resista al
crecimiento. Al contrario, “el decrecimiento es asociado mayoritariamente a
economías que están en crisis”, como las europeas.
La estadística María Elena Saludas, coordinadora nacional de la Asociación
por una Tasa a las Transacciones Financieras Especulativas de Ayuda al
Ciudadano (Attac), recordó que “el debate acerca de la imposibilidad de
continuar con un crecimiento económico infinito en el marco de un planeta
finito, viene de los años 60”.
La concepción del desarrollo sustentable, que comenzó a promocionarse
fuertemente en la Cumbre de la Tierra de 1992, no cuestiona la estructura
de poder mundial ni el sistema capitalista cuyo leitmotiv es el lucro, dijo
Saludas.
Tampoco lo hará, cree ella, la “economía verde”, muy promocionada desde la
Organización de las Naciones Unidas, convocante de Río+20.
“Lo que debemos debatir”, señaló, “es que este modelo económico no se puede
sustentar”.
Saludas cuestiona la expansión de monocultivos y la gran dependencia de las
economías latinoamericanas de la exportación de productos primarios.
También señala los límites a la expansión de la industria automotriz, por
ejemplo en Argentina y en Brasil. “Un auto para todos no parece
sustentable, tenemos que ir a un transporte eficiente y colectivo”,
reflexionó.
En su opinión, el actual crecimiento del PIB latinoamericano genera “una
extrema desigualdad” entre ricos y pobres. Los sectores que están en la
base de la pirámide “apenas sobreviven”. A ellos, alertó, "no podemos
hablarles de que no tienen que crecer”.
Ella prefiere destacar experiencias como la de Bolivia, donde un movimiento
de pueblos originarios apela al Buen Vivir, en armonía con la Naturaleza y
no a costa de los recursos naturales ni de la gente.
“La teoría (del decrecimiento) me entusiasma, pero no si se trata de una
propuesta de cambio individual de comportamiento, sino de que cada
comunidad encuentre la manera de experimentar esta forma de vida”,
sintetizó.
En cambio, Gambina puso reparos a un debate que, tal como está planteado,
no logra sumar adeptos.
“Si la discusión por el decrecimiento va a adquirir mayor volumen, es algo
que está por verse. Hay grupos que presionan por un desarrollo diferente,
que cuestionan el modelo productivo imperante, pero no tienen un ambiente
cultural favorable”, dijo.
Gambina insiste en que la idea del crecimiento “subsiste como ideología de
consenso, y por eso el debate del decrecimiento dista de ser un asunto
hegemónico” en la región. A su juicio no se trata de “decrecer”, sino de
“crecer de otra manera”.
“Hay que privilegiar la producción agrícola-familiar, producir y distribuir
localmente” y también poner en cuestión la forma dominante de medir el
desarrollo a través del PIB, dijo.
“El PIB solo cuenta lo que se crea, no resta lo que se destruye”, señaló.
“Quizás el PIB puede bajar, como en Cuba o Venezuela, pero mejora la
calidad de vida o la distribución. No necesariamente la calidad social se
compadece con el crecimiento económico”, opinó.
NOTA: nos quieren hacer creer que si no hay crecimiento es mejor, y que hay que producir solo para exportar , no para consumo interno, mientras el norte sigue creciendo y gastando cada dia mas
No hay comentarios:
Publicar un comentario