CONSTRUCCIONES SEGURAS
Un concepto para mitigar vulnerabilidades
Instituciones cubanas, entre ellas la Universidad
Tecnológica de La Habana (la conocida Cujae) y el Centro Nacional de
Investigaciones Sismológicas (Cenais), han desarrollado proyectos y diseñado
módulos de viviendas resistentes
Autor: Orfilio Peláez |
Carretera ubicada al sur de la Sierra Maestra afectada por
el oleaje de un evento hidrometeorológico. Foto: Archivo
Por su ubicación geográfica y características físicas de su
relieve, en Cuba están presentes una serie de amenazas de origen geológico no
vinculadas al clima, como son los sismos, desplomes de cavernas y
deslizamientos de rocas, que en su mayoría solo pueden anticiparse tomando en
cuenta la información histórica, pues la ciencia no ha logrado pronosticarlos,
sino a largo plazo.
No es el caso de los eventos hidrometeorológicos que pueden
vaticinarse con varios días de antelación, de ahí que la mejor manera de
prepararse para enfrentar estos fenómenos de la naturaleza radica en tomar
medidas preventivas dirigidas a reducir la exposición y vulnerabilidad de la
infraestructura ante la ocurrencia de algunas de las contingencias mencionadas.
Como plantea a Granma el doctor en Ciencias Geológicas Manuel
Iturralde Vinent, Académico de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba y
profundo conocedor del tema, una de las acciones más recomendadas es disponer
de construcciones seguras, cuyo concepto más aceptado se refiere a toda obra en
la cual el diseño y posterior edificación garanticen su estabilidad y
resistencia ante los peligros citados que puedan presentarse.
Para asegurar tales resultados existen normas de
construcción para cada uno de ellos, de ahí que la primera tarea del
inversionista sea determinar cuáles son las amenazas naturales presentes en la
región donde se desarrolla el proyecto de obra a levantar, a fin de establecer
una tarea técnica correcta para obtener los datos necesarios.
Según precisa el profesor Iturralde, en nuestro país algunas
de las más comunes son los vientos fuertes sostenidos y en rachas, las lluvias
intensas y prolongadas, las inundaciones costeras por entrada del mar, el
oleaje intenso, la ocurrencia de terremotos, la erosión, suelos pocos
resistentes, deslizamientos de laderas y el colapso de cavernas.
Dichos peligros, aseveró, se han venido estudiando en casi
todo el archipiélago, de manera que la Defensa Civil, los gobiernos
municipales, las delegaciones de Planificación Física y del Ministerio de
Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, disponen de mapas e informes sobre
Peligros, Vulnerabilidades y Riesgos de cada territorio, que han de emplearse
ante la necesidad de planificar un proyecto constructivo o erigir cualquier
tipo de inmueble.
«Ese conocimiento bien fundamentado es premisa indispensable
para lograr construcciones seguras y es válido no solo para las entidades
estatales y las cooperativas dedicadas a esta actividad, lo es también para las
familias que tienen la posibilidad de hacer sus propias casas», resaltó.
Lo anterior, afirmó, debe conducir a que antes de autorizar
la ejecución de una obra se verifique primero que la misma cumpla con todas las
normas y reglamentos relacionados con peligros y la resistencia de la
construcción, tomando en cuenta siempre las características del lugar donde se
va a emplazar, pues las medidas a poner en práctica son diferentes para un
relieve montañoso, terrenos bajos, zonas costeras o sitios de elevado riesgo
sísmico.
Para el doctor Iturralde Vinent, el término de construcciones
seguras tiene que abarcar igualmente a las carreteras, elevados, puentes,
minas, túneles, líneas de ferrocarril, industrias, embalses y toda la
infraestructura urbana en general, a fin de mitigar el impacto de los eventos
peligrosos. Urge entonces convertirlo en un paradigma bien enraizado en la
cultura nacional y en la práctica cotidiana, resaltó.
MIRADA AL FUTURO
Instituciones cubanas, entre ellas la Universidad
Tecnológica de La Habana (la conocida Cujae) y el Centro Nacional de
Investigaciones Sismológicas (Cenais), han desarrollado proyectos y diseñado
módulos de viviendas resistentes, tanto a los terremotos, como al embate de las
penetraciones del mar y los vientos fuertes.
Sería de suma utilidad que esos resultados y las normas de
construcción existentes fueran más accesibles para que incluso los trabajadores
por cuenta propia del sector pudieran consultarlos fácilmente, subrayó el
reconocido científico.
Puso de ejemplo las reglas esenciales que debe llevar toda
obra a edificar en zonas costeras. En primer lugar una cimentación adecuada en
dependencia del tipo de suelo, asegurarse que no haya cavernas en el subsuelo y
dotarlas de características sismorresistentes, de acuerdo con el peligro
sísmico local.
También deben estar bien impermeabilizadas para evitar
filtraciones desde el piso, el techo y las paredes, ser capaces de soportar
vientos de notable intensidad sostenidos o en rachas, disponer de un sistema de
captación de agua de lluvia, que sean resistentes al golpe de las olas y
construirlas a una altura superior al nivel máximo histórico alcanzado por las
inundaciones precedentes, tomando en consideración el proceso de elevación del
nivel del mar en ese tramo del litoral.
Deben colocarse por encima del nivel de inundación los
sistemas de abastecimiento de agua, electricidad y gas, acotó el doctor
Iturralde.
Comentó que en años recientes han ocurrido enormes daños y
pérdidas de vida en algunos países, como consecuencia de derrumbes, deslaves y
deslizamiento de laderas de montañas, sin olvidar la interrupción de carreteras
por la caída de rocas desde lo alto de los taludes.
«En Cuba hemos tenido la suerte de que estos eventos no han
costado vidas, pero sí han obstaculizado temporalmente tramos de viales en
Guantánamo, Holguín, Artemisa y otras regiones. Para reducir ese riesgo se
pueden adoptar diversas medidas, que comienzan por un buen diseño de los
taludes artificiales de los caminos, la colocación de galpones en los taludes y
el mejoramiento del drenaje en las cañadas».
Sin embargo, añadió, la mejor solución para evitar los daños
por grandes deslizamientos y derrumbes en áreas rurales montañosas consiste en
alejar las casas y poblados del cono de influencia de esos fenómenos. En el
caso de muchas carreteras construidas dentro de la zona de peligro por
inundación y oleaje y que han sido dañadas en reiteradas ocasiones es necesario
proteger los tramos bajo amenaza, haciendo contenes y otras obras que reduzcan
la erosión de las olas.
A primera vista, indicó el doctor Iturralde, puede parecer
costoso, pero mucho más se gasta en repararlas una y otra vez, siempre en
condiciones de emergencia para restablecer el tránsito.
Prever y realizar construcciones seguras es una manera eficaz
de reducir la magnitud de los desastres, la experiencia así lo demuestra,
aseveró. Tomado de la Granma de cuba
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