En los últimos 80 años, Santa Fe perdió el 82 por ciento de
sus bosques nativos
En tan sólo 80 años, la provincia de Santa Fe perdió el 82
por ciento de sus bosques nativos, un proceso vertiginoso que fue impulsado por
la expansión sin control de la frontera agropecuaria en una de las zonas con
tierras de las más ricas del país.
Detrás de la promesa del “desarrollo del campo y los records
de producción” que muchos terratenientes y profesionales enfatizan, lo que
aparece es un negocio que privilegia la explotación intensiva y la rentabilidad
a costa de una mutilación masiva de los bienes naturales, hoy incapaces de
hacer frente a las múltiples inundaciones que desde hace tres años azotan a más
de la mitad del país.
"Santa Fe pasó de tener casi seis millones de hectáreas
de bosques en 1935 a apenas 840 mil en 2002, según datos generados por los
censos nacionales agropecuarios realizados desde Nación en esos años",
señaló Carlos Chiarulli, subdirector provincial de Recursos Naturales, quien
aclaró que si hoy la provincia registra aproximadamente 1,2 milloónes de
hectáreas de bosques, es porque desde el Consejo Federal de Medio Ambiente
(COFEMA) cambiaron la definición de bosque hace algunos años.
En ese marco, los ambientalistas coinciden en la necesidad
de que el gobierno nacional asigne correctamente los fondos que la Ley de Bosques
estipula para la protección de esos ecosistemas, algo que no cumplió ni la
gestión de Cristina Fernández de Kirchner ni la actual de Mauricio Macri.
Así lo denunció recientemente Fundación Vida Silvestre, que
reveló que el proyecto de presupuesto nacional para el año que viene prevé 550
millones de pesos para la preservación de los bosques nativos, apenas el 6.5
por ciento de lo estipulado por la propia Ley de Bosques.
Estos datos ratifican que la no defensa del bosque nativo es
una constante que tanto el kirchnerismo como el macrismo mantienen. Entre 2010
y 2017, se destinó a la protección del recurso, nada más que 2.481 millones de
pesos en vez de los 27.440 millones que correspondía. Es decir, un 9 por ciento
de lo estipulado por la norma.
"Estamos exigiendo que se cumpla con la ley y se
respeten los montos. Tendrían que ser 8 mil millones y no 550, una cifra
irrisoria", manifestó Chiarulli, que considera que el problema radica en
los grandes intereses productivistas que hay sobre las áreas que ocupan los
bosques. "Acá no se trata de algo lírico, de salvar un arbolito, porque
los bosques cumplen servicios ambientales irremplazables", explicó.
Perdidos
Desde hace 10 años, cuando fue sancionada la Ley de Bosques,
Santa Fe cuenta con 663 mil hectáreas protegidas o catalogadas como
"rojas", donde la tala está prohibida, un territorio que comprende,
sobre todo, el valle de inundación del río Paraná y que representa el 5 por
ciento de la superficie total de la provincia. Por otro lado, tiene 1,2
millones de hectáreas que están en zona "amarilla", categoría que
implica que la tala está prohibida al menos que se realice un uso sustentable
del recurso y no haya modificaciones en el uso del suelo.
A diferencia de lo que pasa en otras jurisdicciones, en
Santa Fe no hay áreas bajo la categoría verde (la más permisiva), lo que se
justifica por la enorme pérdida de bosques de las últimas ocho décadas.
"Perdimos el 82 por ciento de los bosques desde 1935 y eso repercute en lo
que pasa en la provincia respecto a inundaciones, pérdida de fertilidad del
suelo y problemas en la dinámica hídrica, todo derivado del cambio en el uso
del suelo", sostuvo Chiarulli. Los pastizales naturales del sur de la bota
corrieron igual suerte que los bosques y fueron reemplazados por cultivos:
"Si el pastizal evotranspiraba 10 meses al año, un cultivo evotranspira 3
meses, lo que genera un gran excedente hídrico que hace subir las napas"
explicó. Y recordó que en 2017 la provincia recibió 16 millones para planes de
manejo que respeten las condiciones de sustentabilidad en las franjas
"amarillas": "Es una cifra irrisoria en relación a los bosques
que habría que conservar", dijo.
En Santa Fe, la mayoría de los planes que se presentan y que
se aprueban son para uso ganadero del suelo: "Se permite un
aprovechamiento más intensivo pero dentro de determinadas pautas, no se puede
cambiar de bosque a agricultura y por eso la ganadería suele ser la mejor
opción".
Engañados
Para muchos, la concientización ambiental es un lujo que un
país que necesita “crecer y progresar” y “pensar en otras cosas” no puede
darse. En esa vorágine a la que han sido sometidos los bosques nativos, mucho
han tenido que ver las grandes agroquímicas, la permeabilidad de los gobiernos
de turno, el lobby mediático, la indiferencia social y también los centros
educativos. No es fácil cambiar el chip tanto de productores como de
profesionales, formados durante décadas bajo un bombardeo de paradigmas ciento
por ciento productivistas.
"En el último año se presentaron 95 planes y hubiera
sido interesante tener muchos más. Nosotros ejecutamos todo el dinero que viene
en función de los planes que tenemos, venimos creciendo y nos va a faltar
dinero", expresó Chiarulli.
El subdirector provincial de Recursos Naturales recordó que
"al principio hubo mucha resistencia por parte de los productores y de las
industrias que usan leña, y también nos encontramos con que faltan
profesionales con ese perfil de manejo de bosques", sin embargo, aseguró
que hoy en Santa Fe –ante el incremento notable de las inundaciones– se empezó
a reflexionar baste más sobre la importancia de los bosques. TOMADO DE ENVIO DE
FOROBA ARTICULO DE FORO AMBIENTAL
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